El fin no justifica los medios, y algunos medios tienen fines injustificables

(Freepik)

Ignacio ‘Iñaki’ Chaves G.* | 

Los objetivos mediáticos, sean por beneficios económicos o por incidencia política, no pueden estar, o no deberían estarlo, por encima de la decencia, de la verdad y de la justicia.

El pasado mes de abril, Noticias Caracol difundió una noticia falsa que el propio medio calificó como “error en la cobertura” y de la que se retractó ratificando su compromiso de facilitar “información transparente y veraz, como siempre”. El medio, perteneciente al Grupo Santo Domingo, mintió y luego se disculpó, pero ahí dejó el ruido de sus trinos con falsa información que termina, de una u otra manera, calando en la sociedad y construyendo esos imaginarios que nos condicionan y dominan.

“Miente, que algo queda”, un dicho histórico con una historia detrás que bebe de la propaganda y la manipulación. Y esa manipulación informativa es la que está acabando con la fiabilidad y la seriedad de los medios, sobre todo de los que denomino masivos de des-información y que se deben a quien paga la tinta, el micrófono o la cámara.

Tal vez mintiendo con la aviesa intención de que, a fuerza de repetirse, se termine convirtiendo en una verdad o en una falsedad asumida como parte de esa ‘normalidad anormal’ en donde, como señalara Delavigne en su Les enfants d’Edouard: “Mientras más increíble es una calumnia, más memoria tienen los tontos para recordarla”.

La corresponsal de Noticias Caracol en Madrid (España) apareció el jueves 21 de abril en el noticiero del mediodía “informando” sobre los señalamientos contra Petro hechos por Hugo ‘el Pollo’ Carvajal, un exoficial vinculado a la seguridad del Estado venezolano que se encuentra ahora preso en Madrid. Su declaración, en efecto, tuvo lugar al día siguiente y el sujeto no dijo nada sobre una posible financiación de Venezuela a la campaña del candidato presidencial ni hizo ninguna otra acusación.

Para la Federación Internacional de Periodistas, la divulgación de noticias falsas –o falseadas– produce “un peligroso círculo de desinformación” favorecido por el uso de las redes virtuales que “permiten que los usuarios sean productores y consumidores de contenidos a la vez, y han facilitado la difusión de contenido engañoso, falso o fabricado. Así se genera un circuito vicioso, y una noticia falsa se replica miles de veces en cuestión de segundos”1.

Es un asunto grave que más bien nos debería hacer reflexionar sobre esa manipulación, esa desinformación generalizada que parece haberse instalado entre los medios, no todos, pero sí una parte importante, con gran poder y altos índices de audiencia, y que tergiversa la realidad a beneficio de quienes manejan los hilos de los poderes político, económico y mediático; sin olvidar, en el caso colombiano, el militar y sus acólitos armados fuera de la ley.

Mala praxis e imagen para un sector, el de los medios en Colombia, que está bajo sospecha por su exceso de concentración y su falta de imparcialidad

En Colombia el escenario mediático es netamente oligopólico, y esa concentración atenta contra un sistema democrático de por sí excesivamente mediado por los poderes financieros y políticos que controlan el espectro de la información escrita, radiada y televisada a través de unos medios sumisos que no ponen en duda lo que cuentan, pero cuya docilidad sí atenta y cuestiona los valores democráticos2.

El actual panorama informativo, lo producido por los medios, y la situación hoy de las audiencias –televidentes, escuchantes, oyentes y usuarias y usuarios de dispositivos móviles–, facilita sobremanera la ‘invasión‘ de bulos, chismes, patrañas, memes y demás fauna del mal informar y del mentir

Los nuevos hábitos de consumo de información en el barrizal de las redes virtuales, donde se lee con prisas, y el contexto pasa a un segundo plano, y conviven por igual infundios y noticias contrastadas, han creado un caldo de cultivo tóxico que atenta contra el derecho de la ciudadanía a recibir información veraz3.

A pesar del artículo 20 de la Constitución Política de Colombia de 1991 sobre garantizar “a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”; pese al carácter público del espectro electromagnético, y de que, en Colombia, las telecomunicaciones son por ley un servicio público, la concesión de ese espectro a operadores privados ha convertido el escenario mediático en un ámbito oligopólico

Esa concentración determina las agendas mediáticas y éstas obedecen al interés de los propietarios de los medios masivos de información. Esos grandes conglomerados mediáticos no solamente están en el centro, sino que son el centro de todo lo informativo que sucede en el país. Son quienes nutren la información conocida al aportar cerca del 60% de los contenidos de la “realidad” que acontece y se difunde entre la sociedad en prensa, radio, televisión o internet4.

La noticia difundida por Noticias Caracol en su noticiero de mayor audiencia es no solamente un atentado contra el periodismo y la verdad, sino contra los derechos y las libertades, contra los valores y, sobre todo, contra la democracia

La calidad de la democracia está y estará siempre muy relacionada con la calidad de los medios, viejos y nuevos, con su independencia y su capacidad de ofrecer en conjunto a los ciudadanos una oferta, no de recreación, sino de información amplia, completa y realmente pluralista5.

Gustavo Petro y Francia Márquez, al frente del Pacto Histórico, están sembrando, sobre todo después de los resultados en las elecciones legislativas del pasado mes de marzo, de esperanza el panorama social y político de Colombia. Pero hay sectores poderosos que no lo ven con buenos ojos y que no van a aceptar una derrota sin pelear con todos los medios a su alcance, que son muchos, y entre los que se encuentra una parte de los medios masivos de difusión de noticias.

Kapuscinski decía que las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienzan con un cambio del vocabulario en los medios. Esa parece haber sido la estrategia de Noticias Caracol dando pábulo a una noticia falsa que se difunde como verdadera y que tiene detrás la intencionalidad de perjudicar la imagen de un candidato y su proyecto de cambio social.

En Colombia, en un panorama ilusionante como pocas veces antes, se miente en los medios para entorpecer esa transformación y para denigrar a sus hacedores sin reparar en las posibles consecuencias. Efectos, por lo general violentos, de los que este país tiene una larga y sufrida experiencia y de los que debería haber aprendido, también esos medios que contribuyen al conflicto.

La candidatura del Pacto Histórico está en la diana de esa parte pacata, pero poderosa y violenta de la sociedad que no se siente ni vive la problemática de un país que necesita un cambio por mucho tiempo aplazado. La noticia ofrecida por Noticias Caracol es una muestra más de la política de acoso y derribo practicada por ciertos sectores del poder y cumple con esa máxima planteada por Rousseau: “por más grosera que sea una mentira, señores, no teman, no dejen de calumniar. Aun después de que el acusado la haya desmentido, ya se habrá hecho la llaga, y aunque sanase, siempre quedará la cicatriz”.

Colombia tiene su piel marcada por miles de cicatrices grabadas a sangre y fuego por tantas violaciones de derechos y libertades que han marcado su historia y no le han permitido superar las múltiples violencias. La situación de inseguridad del candidato presidencial, y de su fórmula vicepresidencial, que han tenido que suspender por unos días parte de su gira por el país, puede tener que ver con esa manera de “informar” y deformar que lleva a que ciertos sectores se envalentonen y amenacen, más si cabe, a todo y a todos los que puedan hacer peligrar su privilegiada situación.

Pero, a pesar de todo, es tiempo de creer que sí se puede, incluso con la incertidumbre que flota en el ambiente y con las dudas sobre el comportamiento de algunos colectivos cuando llegue el cambio. El país y sus gentes se merecen que la dignidad se haga costumbre y que se pueda vivir sabroso.
No traguemos entero, no comamos cuento y dudemos y cuestionemos lo que leemos, vemos y oímos en los medios. Practiquemos el sano ejercicio de preguntarnos, porque como afirmaba María Zambrano “la actitud de preguntar supone la aparición de la conciencia”6.

No le hagamos pistola a la paz asumiendo, ya sea implícita o explícitamente, la violencia verbal, incluida la de los medios, o física, la de cualquier sujeto social o entidad política, como algo normal e inevitable. Apostémosle a la paz, también desde los medios. Porque como señalaba el maestro Javier Darío Restrepo “el periodismo es un servicio público que el periodista presta a través de la información”. Una información veraz y contrastada, un periodismo ético y no violento y una ciudadanía crítica y con criterio.

De la noticia falsa en cuestión se hicieron eco en un principio La Silla Vacía7 , que luego la quitó de su parrilla, y Las 2 Orillas8.

Notas

1 Federación Internacional de Periodistas (2018). Guía para combatir la desinformación en la era de la posverdad. Disponible en: https://www.ifj.org/fileadmin/user_upload/Fake_News_-_FIP_AmLat.pdf
2 Chaves, J.I. (2020). “La diversidad comunicacional como termómetro de la salud democrática. El caso de Noticias Uno en Colombia”. En Comunicación y diversidad, libro de comunicaciones, VII Congreso de la Asociación Española de Investigación de la Comunicación, pp. 2199-2220. Valencia: AE-IC.
3 Tapia, M., Chaves, J.I. y Gordo, R. (2020). “Un muro contra las fake news: el caso del diario español Público y su herramienta de transparencia informativa”. En Herrero, J., Saavedra, J. e Hidalgo, T. (coords.) La narrativa audiovisual: del concepto a la alfabetización mediática, pp. 295-307. Madrid: Fragua.
4 Gordo, R. y Chaves, J.I. (2020). “El manejo de la agenda mediática. Quién y cómo se opera en Colombia”. En Comunicación y diversidad, libro de comunicaciones, VII Congreso de la Asociación Española de Investigación de la Comunicación, pp. 2246-2264. Valencia: AE-IC.
5 Melo, J.O. (2004). “La libertad de prensa en Colombia: su pasado y sus perspectivas actuales”. Disponible en: https://www.banrepcultural.org/exposiciones/un-papel-toda-prueba/la-libertad-de-prensa-en-colombia-su-pasado-y-sus-perspectivas
6 Zambrano, M. (2012). El hombre y lo divino. México: FCE, p. 35.
7 La Silla Vacía https://www.lasillavacia.com/la-silla-vacia/envivo/el-petrismo-hace-tendencia-contra-caracol-noticias-a-pesar-se-excusa-por-noticia-falsa
8 Las 2 Orillas https://www.las2orillas.co/la-descachada-de-noticias-caracol-con-petro-que-lo-televidentes-no-le-perdonan/

* Sociólogo y comunicador. Doctor en Comunicación y Ciencias Sociales por la Universidad Rey Juan Carlos. Profesor investigador de Uniminuto Bogotá (Colombia),