Díaz Rangel: El fantasma de la abstención/ Stelling: Discurso y negación del diálogo
El fantasma de la abstención
Eleazar Díaz Rangel-UN|
Debo comenzar escribiendo que un fantasma recorre el mundo electoral venezolano, el fantasma de la abstención. Son tantas las interrogantes sin respuestas precisas que es difícil adelantarse a formular pronósticos.
En una semana tendremos 23 votaciones para elegir igual numero de gobernadores. Hoy, 20 de esos estados están gobernados por militantes del chavismo, de los cuales solo siete aspiran a ser reelectos. Por diversas razones los otros 13 optaron por declinar. O porque se lo recomendaron.
Lo que tienen de común estas elecciones es que en todas se enfrentarán Gobierno y oposición, y que los pronósticos sobre sus respectivas opciones de triunfos son variadas; en ambas partes hay quienes piensan que ¡las ganarán todas! Pero la sombra que amenaza esas votaciones es la de la abstención. ¿Cuántos, por diversas causas, dejarán de votar el domingo? ¿Quiénes serán los más afectados, los de la oposición o los del Gobierno?
Veamos los factores abstencionistas de unos y otros.
Los de la oposición son muy abundantes, y otras veces los he comentado. Vienen desde la decepción de muchos de quienes les dieron una sólida mayoría en la Asamblea Nacional y no recibieron nada a cambio, sencillamente no les cumplieron ninguna de sus promesas. Hubo dos silencios que les alejan votantes, primero ante la oleada de violencia durante tres meses, y ahora, ante las amenazas y sanciones de Trump. El primer silencio, por miedo a perder el apoyo de los extremistas, y el segundo, por complicidad con Washington.
En ambos casos, han generado reacciones de descontentos que se abstendrán. Pero dieron un salto, después de promover el derrocamiento de Maduro, decidieron irse por la vía del voto. Entonces surgió el Movimiento Resistencia, que ha venido ganando posiciones.
Se podrían agregar factores meramente regionales, en aquellos estados donde no lograron la unidad por la forma como se eligieron los candidatos; son los casos de Zulia, Aragua y Yaracuy.
Y añadiría un nuevo factor, y es que como no tuvieron la oportunidad de las sustituciones, podría generarse un alto porcentaje de votos nulos.
Los candidatos del Gran Polo Patriótico tienen su propio fantasma, como es la influencia que en la conducta electoral de la gente puede tener la situación económica, particularmente el alza exagerada de los precios y las dificultades que ha tenido el Gobierno para resolver tan acuciante problema.
Para combatir esa tendencia, tiene una eficiente organización y una gran capacidad de movilización, que incluye a las decenas de miles de empleados públicos; factores que se refuerzan con los Clap y el carnet de la patria. De todas maneras, nadie sabe hasta dónde pueden perder votos o retenerlos.
Como ven, el panorama del domingo próximo está lleno de interrogantes e incertidumbres, y se dificulta enormemente despejarlas. Pero no por eso hay que dejar de votar.
—-
Discurso y negación del diálogo
Maryclen Stelling | Recientemente, de la mano del propio Presidente de la República, saltó a la palestra la adulancia política, en tanto problema ético que va aparejado con la corrupción y otra serie de desviaciones que afectan la gestión, la comunicación política, la convivencia y las posibilidades de diálogo.
Ello nos conduce a evidenciar un discurso montado en “una media verdad” política; un discurso adulante que tiene como fin la persuasión en detrimento de la franqueza; un discurso que antepone “la demagogia y el comercio de la palabra” a la propia ética de la palabra; un discurso orientado a la crítica falaz y al autointerés; un discurso eminentemente retórico y persuasivo, en menoscabo de la autenticidad, la ética y la verdad.
El liderazgo, de ambas toldas políticas, debe favorecer la posibilidad del diálogo, abrir las puertas e impulsar la negociación de la paz, lo que obligatoriamente incluye la estrategia de confrontación de la crisis multidimensional. Y en esta tarea, independientemente de la posición política, el discurso debe estar dotado de una fuerza ética con miras a la discusión del proyecto de país. Si realmente se aspira a la convivencia, la tolerancia y la paz, el liderazgo político debe dialogar y no entramparse en la negociación de posiciones políticas, donde cada quien pretende imponer su “verdad”, sus representaciones, su microproyecto político y dirigir la acción para su propio beneficio. Está en discusión la paz del país, por lo que ambos bandos políticos deben superar la confrontación política mezquina y actuar como portavoces, no de parcialidades políticas, sino de todos los venezolanos y venezolanas.
El país exige de su liderazgo político una ética discursiva que se aleje de la retórica, la falsedad, del silencio deliberado y la adulación. Un liderazgo comprometido con la obligación ética de decir la verdad. Venezuela requiere en esta coyuntura la emergencia de un nuevo tipo de discurso valiente que se atreva a la crítica y la autocrítica, que corra riesgos y se exponga al peligro; que se deslinde de la grandilocuencia y tenga como fin la autenticidad y no la persuasión. El país demanda que se instaure un nuevo tipo de discurso que promueva éticamente un verdadero diálogo político. Venezuela pide a gritos otra manera de hacer política que fortalezca la democracia.
—