Argentina: la casta a full

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Eduardo Aliverti

El Elfo está haciendo todo lo posible para que la bronca crezca, con destino a que pueda hallar su cauce en vez de seguir desperdigada. Los hechos se precipitan y abarcan desde lo emocional hasta datos concretos de la economía, tanto del presente como en su proyección.

De acuerdo con lo comprobado en medios, redes, temperatura callejera e, incluso, periodistas y foros del oficialismo, mucha gente que votó esto se va agotando de los disparates del Gobierno. Pero, asimismo, se harta de que sólo esté tratándose de relatarlos.

Es una relación proporcional entre cómo crece el cansancio y cómo no se observa el surgimiento de alguna opción que permita encontrar salidas de emergencia.

Esto es comprensible. Pero, ¿cuál sería la alternativa? ¿Llamarse a “silencio” respecto de las barrabasadas libertaristas, porque ya “todos” las conocemos y entonces sería asunto de sentarse a esperar la llegada de eso que hoy no se registra?

Se diría que es cuestión de lo contrario. Que es necesario reforzar, como nunca, detalles precisos –aunque fueren reiterativos- sobre la brutal ofensiva del ajuste sin fin y las provocaciones al respecto.

Si la gente “del palo” se aburre, por lo menos debería apartar el egoísmo de suponer que un conjunto de la sociedad, o su mayoría, ya tiene clarísimo cómo son las cosas. Si es cierto que no sirve convencer a los convencidos, también lo es que el convencimiento “hacia afuera” requiere de solidez e insistencia.

Al decir de la frase adjudicada a Mark Twain, es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada.

El elemento no sorpresivo y más estremecedor son las cifras de pobreza e indigencia divulgadas por el propio Indec. Debe remarcarse que es una medición por ingresos, lo cual hace más cristalino que la responsabilidad de la tragedia le cae a esta gestión. Sin embargo, no es solamente el asunto de los datos en sí.

Entiéndase bien. Son números desgarradores. Llevará un tiempo insondable corregirlos. Ni siquiera hay la esperanza “milagrosa” de un salvataje al estilo del implementado por Lula, con su plan de “Hambre Cero”.

El problema es, además o nada menos, que persisten quienes adjudican esas cifras al gobierno anterior. Únicamente los habitantes de un frasco pueden creer que piensan eso nada más que el Elfo, sus voceros, sus economistas y sus militantes digitales (como en la saga de Harry Potter, los elfos domésticos son sirvientes de magos y brujas que obedecen, incondicionalmente, las órdenes de sus amos).

Evitemos las referencias a través de porcentuales. No sirve. Resta dramatismo, no es ingenuo y tanto colegas como analistas muy críticos del esperpento gobernante llegan a caer en la trampa por vagancia descriptiva. No todos, por supuesto.

Casi 25 millones de personas sumidas en la pobreza por ingresos son 5 millones más que en el último semestre del año pasado. Y 6,8 millones de indigentes son una suba de 2,8 millones ante el mismo período. Más de dos de cada tres niños y adolescentes son pobres. Y los pobres son más pobres que antes, porque la transferencia de recursos hacia los más ricos es tenebrosa.

¿Qué clase de anestesia se produce como para que alguien pueda mentirse que esas cifras son herencia recibida? ¿Cuánto de infinitos son el resentimiento y el gorilismo para que se haya asentado semejante inconsciencia? O mucho peor: ¿Cuánto hay la perversión de que esto es merecido por “los despilfarros del populismo”, y de que los pobres cada vez más pobres deben pagar por haberlos usufructuado?

Siempre es hora de no romantizar los comportamientos populares. Que el fenómeno de los reaccionarios campantes sea relativamente universal no es consuelo para desentendernos de nuestras miserias autóctonas e históricas.

Las particularidades de El Elfo, que en estos días se agruparon cual si fuera cosa de amontonar arrogancia insultante, desafían a las también tradicionales reservas confrontativas del pueblo argentino.

De la lista que sigue, mucho ya fue señalado. Otros aspectos, algo menos. Y la frivolidad se entremezcla con la sustancia seria. El orden es aleatorio. Cada quien podrá ubicarlo por sus convicciones, análisis o estado anímico. Hay que dividir en párrafos, porque todo junto se hace improbable de procesar. O aguantar.

Milei repitió en las Naciones Unidas un discurso igual de alucinado que de peligroso. Abandonó formalmente la postura de neutralidad que caracterizó a la Argentina, ante el enfrentamiento de bloques ajenos a sus intereses. Dijo que el organismo es una caterva de cobardes sujetados por una agenda socialista.

El asado de Milei en la residencia presidencial de Olivos.

Por primera vez un Presidente no reivindica los derechos soberanos en Malvinas, a tono con el acuerdo firmado por su virtualmente renunciada canciller para que retornen vuelos a las Islas, con escala en Córdoba, valiéndole una durísima respuesta de su vice. Frente al 2030 acordado aunque no implementado por los países primermundistas, en materia de cuidado ambiental, quien nos retornaría al Occidente de la civilización terminó asimilado con Afganistán y Corea del Norte.

En su periplo por Nueva York, El Elfo acabó con los pulgares para arriba en otra reunión con Elon Musk que, en lugar de anuncio de  inversiones, concluyó en encuentro a la salida de un ascensor de servicio.

No le fue mejor a Caputo Toto, quien se juntó con banqueros de Wall Street que salieron preguntándose cuál es el programa concreto para arrimar cuántos dólares, que no consigue por ningún lado, tras descartarse el humo del timbero acerca de alguna colaboración de petromonarquías. Y no hay noticias de para qué subió al avión a la Comandante Pato, mientras la ninguneada Mondino se las arreglaba en vuelo de línea.

A la vuelta, se disfrazó de milico para sobrevolar los incendios cordobeses y los bomberos que lo esperaban siguen en eso. Lali Espósito no llegó a incluir referencias a ese episodio bizarro, en el video fenomenal del que o sea, digamos, habla todo el país.

Entretanto, y salvo por un posteo de Cristina que se cruzó con el timbero, siguió mayormente de largo la medida de pasar por arriba del Congreso y anunciar que canjearán deuda a favor de cuanto acreedor lo desee. Caputo, Sturzenneger, el megarcanje, el déficit cero. La casta se hace un loop.

Renunció o le dieron una patada al ministro de Salud, cuyo nombre no importa porque jamás nadie tuvo noción de su existencia. Lo maravilloso es que sucedió al cabo de que el Papa advirtiera acerca de coimeros en licitaciones públicas. Casualidades permanentes.

Un mercado en Buenos Aires. (Xinhua/Martín Zabala) 

La aparición con Susana Giménez en el balcón de la Rosada, saludando a la nada misma, fue en simultáneo con la difusión de los índices de pobreza e indigencia. Se acompañó con una foto de la diva, la Hermana en Jefe y el simpatiquísimo boyero de Berna que adoptaron en Balcarce 50. La diva y La Hermana están a carcajada pura. El perro no.

Como se confirmó la marcha de este miércoles en defensa de la Universidad pública, y frente al riesgo de que sea tan o más imponente que la anterior (se verá), desde las usinas de Rosada dejaron trascender o provocar que están pensando en arancelar los estudios superiores o transferirlos a las provincias. Otro delirio, que requeriría de la imposible aprobación del Congreso y las legislaturas distritales.

¿Increíble? No. Les gusta jugar con fuego, en la presunción de que, mayoritariamente, continúa necesitándose un loquito disruptivo. Y por ahora no se quemaron. Quizás sea eso lo que empieza a modificarse.

Este sábado, y aunque recurrieron a decenas de micros al mejor estilo de la gente “arrastrada” por los “aparatos de la corrupción”, no pudieron llenar las 5500 gradas del anfiteatro de Parque Lezama. Fue un acto paupérrimo, ya sin mística alguna, en el que se reiteró la letanía de periodistas ensobrados, oposición golpista e inminencia de buenas noticias.

No tenemos mayor idea (¿alguien sí? de cuándo y cómo “caerá” este Gobierno, en su sentido constitucional, electoral o social. Ni, tampoco, de cuál sería la “fórmula” capaz de frenarlo o reemplazarlo.

Pero sí creemos intuir que cuando suceda hará un ruido inolvidable, que acumulará todas las sensaciones hoy reprimidas por quienes todavía tienen resto, económico o emocional, para decir que hay que aguantar porque otra no queda.

La historia irrefutable los pasará por encima, más tarde o más temprano según sea lo que demore una verdadera oposición para articular programa y figura de liderazgo.