A la oposición venezolana no le interesa dialogar sino asaltar el poder
Álvaro Verzi Rangel-CLAE|
La presión de la oposición, sobre todo en la imposición del imaginario colectivo, es para que el gobierno de Nicolás Maduro renuncie, lo que abriría el camino para unas elecciones bajo control internacional o queda en evidencia ante los ojos del mundo y del país civil y militar como el que se niega a lograr un acuerdo
Las conversaciones en Noruega entre gobierno y representantes del autoproclamado presidente interino Juan Guaidó dibujaron un escenario de expectativas para el contexto político, aunque para la oposición sus requerimientos no tuvieron aceptación, mientras que para el oficialismo fueron de “buenas noticias”. El mecanismo se mantendrá hasta que las delegaciones vuelvan con un acuerdo de sus líderes, pese a las versiones de los medios hegemónicos.
Conversaciones estériles, no es un diálogo, repiten dirigentes opositores. Pero Maduro se mostró optimista por los acercamientos en Noruega, tras meses de “conversaciones secretas”, y reiteró su llamado al diálogo como único camino, tras exaltar que el proceso se redujera a “buenas noticias”. Hay que creerle sólo a lo que dice Noruega, lo demás son fuegos de artificio, explican desde el sector de la diplomacia internacional, que confían en Dag Nylander, experto negociador con antecedentes en el proceso de paz en Colombia.
Cualquiera sea el resultado, las conversaciones en Oslo están inevitablemente atravesadas y condicionadas por la confianza, un recurso moral básico que influye directamente sobre la credibilidad y legitimidad del diálogo, a la vez que constituye elemento imprescindible para el respeto y reconocimiento mutuo, lo que supone una reciprocidad de expectativas y obligaciones, de derechos y deberes, subyacente a la propia relación de confianza.
Ello sin menospreciar los elementos “racionales” u objetivos que sustentan dicha creencia, tales como resultados de intentos previos de dialogo; compromisos adquiridos y/o fracasos que han podido horadar las bases éticas de la confianza, señala la socióloga Maryclén Stelling.
“En el caso venezolano, los diversos intentos de diálogo se han emprendido desde la desconfianza y la sospecha en torno a la idoneidad del otro, a lo que se añade la deteriorada reputación del adversario. Todo lo contrario a los valores que supone el contrato moral en los actores que dialogan entre sí y con el país”, añadió.
Mientras, el escenario va cambiando
Hay hechos que muestran un cambio en la situación sobre la crisis venezolana, reflejo de lo acontecido en Oslo, ahora marcada por las expectativas creadas por las negociaciones de Noruega. Por ejemplo, a la pregunta de la periodista de GloboNews sobre cómo seguía la situación, Donald Trump respondió: “Sólo observando…hay muchas conversaciones en curso”.
Desde el sector empresario estadounidense, el CEO de Greylock Capital , indicó que “Trump debería participar en las negociaciones de Venezuela para buscar acuerdo”; la trasnacional Chevron está presionando al gobierno de EEUU para obtener alivio de las sanciones para poder seguir haciendo negocios en Venezuela, cuando las tensiones generadas por las sanciones económicas y financieras contra el país sudamericano continúan entre el empresariado, reporta el politólogo Leopoldo Puchi.
La empresa De la Rue informó en sus balances de una pérdida de 18.1 millones de libras esterlinas “después de que un cliente en Venezuela no pudiera transferir fondos debido a sanciones no relacionadas con el Reino Unido”.
El bloqueo financiero es aplicado por la banca en todas las áreas, incluyendo la salud y la alimentación. Los casos de mayor impacto se relacionan con el bloqueo de órdenes de pago de la estatal petrolera Pdvsa emitidas para tratamientos médicos de niños en el exterior.
Mientras la opción de un levantamiento militar o una intervención armada extranjera continúa moviéndose, aunque con menor intensidad, el gobierno de Brasil decidió no acreditar a la representante de Juan Guaidó. Según un informe de Midiapart, el dirigente opositor Gustavo Tarre “piensa en particular en el 5 de julio, fecha a la que se renovará el alto mando militar”.
En Venezuela, la Asamblea Nacional -comandada por Guaidó- aprobó el ingreso al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y la ultraderechista María Corina Machado envió una carta al presidente colombiano Iván Duque para pedirle el impulso de “una fuerza internacional”.
Una solución negociada necesita tener un aspecto donde todos ganen, señaló Bernard Aronson, enviado especial del gobierno de Barack Obama al proceso de paz en Colombia. “Incluso si Maduro estuviera dispuesto a tirar las toalla, hay que encontrar una fórmula que para él y su círculo se sientan seguros. Nadie va a abandonar el poder precisamente para ir preso”. Una forma diplomática para resaltar la falta de apoyo interno de Guaidó.
Por el lado de autoproclamado presidente interino Juan Guaidó, Fernando Martínez Mottola actuó como jefe del equipo, y le acompañaron el exdiputado Gerardo Blyde; Stalin González, segundo Vicepresidente de la Asamblea Nacional; y el exrector del Consejo Nacional Electoral, Vicente Díaz. Por el lado de Maduro estuvieron el ministro de Comunicación Jorge Rodríguez; el gobernador del estado Miranda Héctor Rodríguez y el canciller, Jorge Arreaza.
Los medios que responden a la agresión al gobierno constitucional, señalan que éste intenta jugar con el tiempo, con los plazos, presionado por la crisis. La delegación opositora intentó jugar la carta del sufrimiento de la población, un tema que los think tank estadounidenses que les brinda el guión, suponían que era un tema sensible para los mediadores noruegos, sobre todo cuando pusieron sobre la mesa los niños muertos por falta de medicamentos y recursos para seguir con sus tratamientos, a causa del feroz bloqueo de EEUU y sus aliados/cómplices.
Pero no es el único escenario de acercamiento (o de alejamiento) de las posiciones, como el que intentó ante el Vaticano el enviado especial de Donald Trump para Venezuela, Elliott Abrams, quien presión al secretario de Estado vaticano Pietro Parolin, con el aval del cardenal venezolano Baltazar Porras. Pero también siguen los contactos entre Estados Unidos y Cuba. Estados Unidos y Rusia.
Con representantes de la diplomacia Europea, encabezada por Federica Mogherini, los ministros de exterior de Portugal y Uruguay, el Grupo de Lima y de Contacto Internacional se reunirán este lunes en Nueva York, para abordar la crisis venezolana y tratar de poner fin al conflicto político, en respuesta a la invitación formulada por el Grupo de Lima. Este lunes también se reunirán los cancilleres de Rusia y Colombia, Serguéi Lavrov, y Carlos Holmes Trujillo, para hablar sobre la situación en Venezuela,
Los europeos tratan de imponer al uruguayo Enrique Iglesias (ex director del banco Interamericano de Desarrollo, primo hermano del FMI, excanciller y adalid del empresariado español en Latinoamérica) como mediador en el conflicto.
Los voceros de Guaidó anuncian nuevas acciones por parte de los aliados/cómplices de los planes de Washington y con esta posibilidad presionaron a la delegación oficial, junto a la especulación sobre un creciente descontento civil y militar en filas del bolivarianismo, tras quedar demostrado la falta de adhesión interna a las movilizaciones anunciadas por el autoproclamado, con aval de EEUU.
Y hablan de los militares que acompañaron el farsesco golpe del 30 de abril junto a Guaidó y al prófugo Leopoldo López, y también de quienes se niegan a verse involucrados en un golpe pero, que según ellos, presionan para que haya una negociación.
¿Guaidó hace agua?
El discurso de Guaidó, que ha despertado las evidentes fisuras y abismos dentro de la oposición, especula con la estrategia estadounidense de matar de hambre a los venezolanos, boicoteando (impidiendo que lleguen al país los insumos) el programa de asistencia alimentaria del gobierno que, afirman, entrará en crisis terminal por la falta de recursos financieros, debido al bloqueo económico y financiero de EEUU y sus aliados/cómplices y la piratería de los fondos venezolanos y bienes venezolanos en el exterior.
Pero lo cierto es que el liderazgo de Juan Guaidó hace agua: parte de su equipo se ha desmantelado y numerosos ¿dirigentes? de la oposición han tomado distancia de su proyecto.
Oslo pareciera ser para el equipo estadounidense-venezolano de la oposición, sólo una escala necesaria para llegar al escenario final, mostrando a la opinión pública (sobre todo a la internacional) que ellos abordaron también el camino de negociación en el que creen haber demostrado que el único problema es la permanencia de Maduro en el poder.
La salida de Maduro, piensan, es la antesala del abandono del apoyo militar. Su estrategia es (¿era?) mostrar que el gobierno de Maduro es el que cerró las puertas a una solución política.
*Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)