Argentina: El país escondido que desborda

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Juan Guahan-Question Ltinoamérica|

 

 Al final, el martes 21, se hizo el acto más polémico de los últimos tiempos, el de repudio a las políticas oficiales. Todo tenía un sabor especial. La fecha programada, el origen de la convocatoria y el lugar elegido dejaban dudas y promovían el debate. El acto, con su masividad, la heterogeneidad ideológica de sus participantes, lo dicho y lo no dicho, no defraudaron las expectativas existentes.

Desde que se lo pensó, el acto tenía dos componentes que caracterizaron todo lo que vino después.Por un lado la situación de Hugo Moyano, secretario general de los Camioneros, factótum de la conducción cegetista y el máximo caudillo sindical desde los tiempos del legendario dirigente metalúrgico Lorenzo Miguel hasta nuestros días.

Moyano está siendo acosado por un sinnúmero de problemas. Ellos se vinculan con su poder  económico, OCA entre ellos; por temas de tipo legal, que incluyen  acusaciones varias, los “barra brava” de Independiente, entre otras; también cuestiones institucionales del sindicalismo, como la fractura de la CGT.

Como Moyano no es “bicho fácil de arrear”, en lugar de esperar que lo degüellen, decidió responder atacando. Sabía que del otro lado no estaba un “nene de pecho”. Negocios, algunos de ellos en el mismo rubro, los hacían viejos conocidos. Además, cuando el kirchnerismo lo quiso someter a un destierro inesperado, no tuvo problemas en recostarse sobre su antiguo compinche. Apoyó a Macri en las elecciones presidenciales. Ahora, todavía son socios -yerno mediante- y para desgracia del productor televisivo  Marcelo Tinelli, en el control de la AFA.

Pero a no engañarse. Lo dicho fue solo el detonante. Porque entre los más pobres de la clase media y los que están aún más abajo (de esto Moyano sabe bastante) hay una bronca contenida. Su olfato le decía que la rabia era mayor a las agachadas de dos de los triunviros de la CGT. Allí es donde Moyano percibe que él puede mandarle un mensaje al Presidente, para que aflojen la mano en ese acoso que padece, y romper esa inercia existente. Era cuestión de animarse y se decidió por “mostrar los dientes”

Así salió la convocatoria. El gobierno no encontró mejor argumento que ningunearlo. ¡Moyano está solo! fue la consigna que repitieron los loros parlanchines desde los despachos y la prensa adicta. Centenares de miles de argentinos, diferentes organizaciones sindicales, los movimientos sociales, algunos políticos buscando votos y muchos vecinos de buena voluntad, cansados de lo que está pasando salieron a dar su ¡Presente!

Ahora el gobierno sigue sin escuchar y habla que no pasó nada. Independientemente de eso, que es una gilada para su interna, es fácil suponer que -por debajo de la mesa- hay varias negociaciones en marcha.

Lo ocurrido con la fecha para la movilización indica cómo actúa Hugo y como lo hacen sus hijos Pablo y Facundo. La primera fecha prevista fue para el jueves 22. No se dieron cuenta que ese día se recuerda la tragedia de Once con sus más de 50 muertos. Se elevaron muchas voces críticas, la mayoría vino de la izquierda. Facundo se puso a operar para resolverlo. Pablo, el “duro” de la película”, ratificó que sería el 22. Los partidos y sindicalistas de izquierda insistieron en el cambio de fecha. Hugo dejó pasar 48 horas y pontificó: ¡Se hace el miércoles 21!

El acto tuvo la amplitud y heterogeneidad imaginada. Muchos militantes; agrupaciones y seccionales de gremios que no adhirieron, sí participaron. Los camioneros marcharon desde los sitios más lejanos, los carteles que se identificaban como “Camioneros Jujuy” o “Camioneros Tierra del Fuego” no eran de utilería. El moyanismo y los camioneros en general sabían lo que estaba en juego, para sus propios intereses.

El contenido del acto fue el esperado. Mucha alegría, más ganas que propuestas y organización. Es como si estuviéramos haciendo un piso con baldosas de diferentes colores. No está mal, para los tiempos que corren, pero sepamos que lo podemos hacer mejor y aprendamos de las limitaciones que tenemos.

De los discursos hay par de cosas por destacar. Un Moyano, sin el “vuelo” de otras veces, se quedó demasiado atado a su propia defensa. La reiterada referencia a su situación y la falta de una convocatoria a seguir la lucha (el famoso “paro” que muchos esperaban) le dio un cierto “aire” al gobierno para que tenga por donde filtrar sus mentiras propagandísticas. Es posible que el discurso de Esteban “Gringo” Castro, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), fuera lo más novedoso. Allí, trayendo la voz de los más humildes, también incorporó la propuesta más clara e inmediata: El apoyo al paro de mujeres del próximo 8 de marzo. No solo representó a los que están más abajo, sino que también trajo la esperanza de quienes estaban casi ausentes en el palco: las mujeres. Esa mitad olvidada del pueblo que, desde el “subsuelo de la Patria” y en los lugares más abandonados, está intentando construir otra realidad.

Moyano y los otros sindicalistas expresaron la voz de “lo que hay” y todavía es imprescindible para estas convocatorias amplias y masivas; el referente de la CTEP habló en nombre de los que “están afuera” de una sociedad que no los contiene y que día a día demuestra que no tiene lugar para ellos. Dos formas distintas, aunque hoy complementarias, de ver esta dolorosa realidad. Ahí estaba el país escondido, invisibilizado que empieza a desbordar.

Es posible que el acto del 21 de febrero se pueda constituir en el “punto de inflexión” de un gobierno al que “no le entran balas” a otro que deba responder a la realidad social que sus medidas van generando. El gobierno, por boca de Marcos Peña, su Jefe de Gabinete, trata de anclar los efectos de esta convocatoria en el mismo pasado que le permitiera ganar las elecciones. Eso piensa cuando dice que la única que faltaba en el palco era Cristina Kirchner, la “jefa de la oposición” como la denomina. Eso es lo que el gobierno quiere y necesita. Peña no miró bien, en el palco la presencia de esa corriente y su pensamiento eran menores, también era menor –aunque más fuerte- la presencia del moyanismo, sus negocios y problemas legales. En el palco y mucho más en la Avda. 9 de julio eran mayoría las necesidades de los que, desde adentro y fuera del sistema, comenzaban a pujar por demostrar que existen, que allí están y que –muy posiblemente- a partir de ahora se harán oír con mayor fuerza.

 “Retiro” marplatense, ceder un “peón” y gradualismo

 Se hizo en Chapadmalal el “retiro espiritual” del gabinete macrista, cada uno tuvo 5 minutos (previa requisa de todos los celulares) para exponer sus planes para los próximos dos años. Da la impresión que su objetivo de “armonizar el equipo” no tuvo el éxito esperado. Ello no fue así, no por las diferencias de enfoque, que sí las había pero eran armonizables. No, el problema fue otro. Al modo de un drone misterioso una cuestión aparentemente ajena sobrevoló la reunión y se instaló, sobre todo en los “momentos libres”.

Tal vez incentivados por sus malas conciencias, construidas en sus años de “CEOS exitosos”, todos temían los efectos de la reaparición de la cuestión de las cuentas offshores. Las denuncias florecían como si estuviéramos en un jardín primaveral. Dos son los denunciados, los países, casos planteados y los pesos específicos de los involucrados son distintos, por lo que –por ahora- también es diferente la respuesta oficial.

Uno de los mencionados es Luis “Toto” Caputo, amigo del Presidente desde los años del Colegio Cardenal Newman. Éste omitió informar su participación en operaciones off shore realizadas en el “lavadero” de la famosa Isla Caimán y el gerenciamiento de un Fondo de Inversión con sede en Miami. La información fue acreditada por la Comisión de Valores de los Estados Unidos. Además se denuncia que compró 5 millones de dólares en bonos del reciente empréstito por 100 años. Ahhh… me olvidaba de mencionar que este muchacho es hoy “nuestro” Ministro de Finanzas, una persona clave para estos tiempos de fuerte y veloz endeudamiento, donde las comisiones que “aceitan” las operaciones son multimillonarias.

El otro funcionario que tuvo “olvidos” es Valentín Díaz Gilligan, Subsecretario de la Presidencia. Sobre él pesa el cargo de haber ocultado 1,2 millones de dólares en Andorra, un pequeño país europeo que hace de “cueva financiera”. Primero el gobierno intentó defender a ambos funcionarios. Cuando vieron que la presión crecía decidieron hacer una concesión y para salvar al “amigo de la infancia” entregaron un “peón”. Fue sacrificado el más débil, Díaz Gilligan presentó su renuncia.

Al gobierno le siguen lloviendo críticas, desde el mundo financiero internacional,  por el “gradualismo” de su política de ajuste. Desde institutos académicos, cercanos al poder financiero, advierten sobre el riesgo que significa para la argentina mantener su actual “déficit mellizo”. El fiscal o de Caja y el Comercial, entre lo que se importa y exporta. La confluencia de ambos le da a nuestra economía una vulnerabilidad que se vuelve más peligrosa en estos momentos. Estados Unidos demanda muchos dólares y aumentan los intereses, por lo que el dinero fluye hacia esos lugares y el que nosotros necesitamos – para esta política económica- cada día vale más.

 

Es difícil pensar que, bajo estas condiciones, el actual nivel de endeudamiento se pueda sostener los 4 ó 5 años que el gobierno supone necesarios para ajustar la balanza comercial y hacer sostenible el déficit de Caja. Esto indica que el gobierno hasta puede ganar las próximas elecciones, pero… “a buen entendedor pocas palabras”

 Las “grietas” de la Argentina actual

 No es el momento, ni el lugar para una reflexión de tipo académica sobre las “grietas” de la Argentina actual. Solo algunas consideraciones, acerca de cómo los hechos de esta semana están evidenciando el corrimiento de la línea de esa “grieta” en la sociedad. 

Después del triunfo categórico de Cristina en las elecciones del 2011 (54% de votos), se fue construyendo una crítica a su gobierno. Por sus formas, por diferentes hechos que evidenciaban una fractura entre el discurso (“Relato”) y la realidad, aquella fuerza del 2011 se fue diluyendo. La figura de Mauricio Macri fue creciendo. La diferencia, contradicción, antagonismo entre Cristina y Macri, fue el alimento que sedimentó aquella denominada grieta. Desde allí en adelante, ambos actores en pugna: el cristinismo y el macrismo, hicieron de esa “grieta” la base de su discurso, hasta el 2015. Unos consiguieron ganar (los macristas) los otros perdieron (¿Cristina perdió… o le pareció mejor no ganar?)

Lo cierto es que, en estos últimos dos años, esa “grieta” fue escrupulosamente cuidada, cultivada y promovida por ambos polos de la misma. A los dos le convenía. Las elecciones del 2017 marcaron el límite de esa teoría. A Macri le sirvió, a Cristina no le alcanzó. En los últimos meses, Cristina parece haberlo entendido. El macrismo todavía no se desayunó que las cosas cambiaron, por eso insiste en la idea que el acto fue parte de la estrategia cristinista. Que le sirve a Cristina y su nueva estrategia no caben dudas, pero ahora se despliegan otros protagonistas.

A partir del acto es probable que en la sociedad argentina empiece a aparecer la confrontación más real entre el sistema dominante y los sometidos al mismo. Esa es la novedad que trajo el acto del 21 de febrero. ¡Bienvenido sea! Cuanto más tarde el macrismo en entenderlo peor le irá.