Michel Temer zafó a puro soborno del juicio político en Brasil

Dario Pignotti- Página12|

Dilma Rousseff fue derrocada por segunda vez: el miércoles 2 de agosto la misma coalición que la desalojó el año pasado ratificó en su cargo a Michel Temer al rechazar la apertura de un juicio por corrupción impulsado por la Procuraduría General de la República que cuenta con evidencias. La Constitución brasileña establece que para abrir un juicio a un presidente en funciones es necesario contar con una mayoría especial de 342 diputados, equivalente a los dos tercios del Casa integrada por 513 miembros.

La sesión fue tensa pero la oposición parecía saber que no tenía chances ante los cerca de 9 mil millones de reales desembolsados por las autoridades en subsidios, cargos y partidas destinadas a los parlamentarios adictos.

La oposición, al frente de la cual estuvo el Partido de los Trabajadores, obtuvo 227 votos, bastante menos de lo requerido para que el presidente sea objeto de un proceso en el Supremo Tribunal Federal. El oficialismo sumó 263 apoyos, es decir mucho más de los que precisaba para garantizar la impunidad del ocupante del Palacio del Planalto.

Fueron más de doce horas de sesión tensa pero en la que la oposición parecía estar advertida de que no tenía chances de victoria ante los cerca de 9 mil millones de reales ( 3 mil millones de dólares) desembolsados por las autoridades en la forma de subsidios, cargos y partidas presupuestarias destinadas a los parlamentarios adictos. En ese mismo monto se incluyen las excensiones impositivas y moratorias de deudas a grandes grupos empresariales, especialmente el agronegocio con cuyos representantes se reunió Temer el martes.

Cada diputado contó con menos de un minuto para justificar su posición. El petista Wadih Damous, ex presidente de la Orden de Abogados de Brasil en Río de Janeiro, lo hizo por el juzgamiento de Temer y contra el “crimen organizado” que tomó cuenta del Palacio del Planalto. En general los congresistas que apoyaron la obstrucción de la justicia prefirieron expresarse brevemente, como para aparecer lo menos posible ante las cámaras porque sabían que la repulsa que recibirían del público: según encuestas recientes el 81 por ciento de los brasileños pidió el procesamiento de Temer, cuya aprobación cayó al 5 por ciento, la más baja de todos los presidentes civiles posteriores a la dictadura.

Los oficialistas eligieron argumentar que llevar a Temer ante el Supremo conspiraría contra las “reformas” en curso, especialmente la prometida modificación regresiva del sistema previsional y garantizar la “estabilidad institucional”. El más circense fue el diputado Wladimir Costa, quien antes de ir al Congreso mostró su hombro con un tatuaje de Temer y la bandera brasileña. Ya en el recinto el musculoso Costa, del estado amazónico de Pará, exaltó la honestidad de Temer a la que contrastó con la “organización delictiva que es el Partido de los Trabajadores”, tras lo cual mostró un muñeco de Lula vestido como presidiario igual a los que se vendían en las marchas multitudinarias/desestabilizadoras del año pasado. La provocación tuvo su respuesta. El titular del bloque de diputados del PT, Carlos Zarattini, le advirtió al diputado oficialista “ que se lave la boca antes de hablar mal del PT”.

La sesión ayer puede ser leída como la prolongación de la de abril de 2016 en que se votó la admisibilidad del impeachment contra Rousseff. Temer, quien hace un año , con su socio ahora preso Eduardo Cunha, orquestó aquella mayoría parlamentaria, ahora condujo en persona las negociaciones que desembocaron en esta victoria que indudablemente le reportarán oxígeno político. Aunque no se sabe si será suficiente para concluir el mandato en diciembre del año que viene. Además de habilidoso para moverse en el bajo mundo de los partidos conservadores dispuestos a vender su voto, supo gastar millones de dólares para conquistar a parte de los 367 legisladores que pidieron la caída de Rousseff mientras al votar dedicaban discursos a sus madres, la Patria o Dios.

Por eso ayer un grupo de diputados opositores ingresaron al recinto con una valija llena de billetes de 100 dólares de los que se quitó el retrato de Benjamin Franklin para reemplazarlo por el de Temer. La valija también fue una ironía por el asesor del presidente filmado cuando portaba una con 500 mil reales de supuestos sobornos pagados por el empresario de la carne Joesley Batista, que luego se arrepintió y contó todo a la Procuraduría.

La diputada comunista Yandira Fegalli marcó la asimetría con que se condujeron las autoridades parlamentarias frente a Temer y Dilma. En 2016 la ceremonia de Diputados incluyó la realización una sesión especial un domingo transmitida en tiempo real por la cadena Globo que iba contando los votos contra la presidenta electa como un narrador de boxeo lleva el conteo de un pugilista arrodillado al borde del nocaut. Aquel domingo 17 de abril no hubo partidos de fútbol. Ayer hubo fútbol y la transmisión fue mucho más sobria.

Diputados rechazan acusación de la fiscalía

La votación en el Parlamento brasileño favoreció a Temer.Eric Nepomuceno-la Jornada| De acuerdo con la Constitución brasileña, para que se enjuicie a un presidente en ejercicio es necesaria la autorización de la Cámara de Diputados. Eso fue lo que se discutió este miércoles.

El origen de Michel Temer es la Cámara de Diputados, donde siempre llegó con votación escuálida pero obeso talento de negociación, en especial junto a colegas de escasa expresión y a partidos de menguado peso. Junto a su principal aliado, el ex presidente de la cámara baja y actual presidiario Eduardo Cunha, de su mismo partido, supo como pocos actuar en los sótanos del poder. Su receta infalible: lograr financiamiento de campañas electorales y prebendas de tal manera que sus favorecidos se transformasen en deudores. Y ese talento lució como pocas veces antes en la decisión adoptada este miércoles.

El primer paso de Temer se dio cuando la denuncia del fiscal general Janot llegó a la Cámara de Diputados para ser analizada en la comisión de Constitución y Justicia. A través de la sustitución de integrantes considerados de dudosa lealtad, Temer logró derrotar el voto del relator. Bueno, vale recordar que además del cambio de integrantes, los 41 votos favorables a Temer costaron alrededor de 43 millones de dólares en liberación de recursos para proyectos de los diputados aliados.

Cuando el tema fue llevado al pleno, Temer y sus socios se lanzaron a una lucha incesante. Lo importante sería alcanzar una victoria por al menos 270 votos.

La oposición, a su vez, se dio cuenta desde el principio de que, luego de ser derrotada en la comisión de Constitución y Justicia, tener éxito en el pleno de la Cámara de Diputados era una misión casi imposible. Lo importante sería lograr que la victoria de Temer fuera por escaso margen.

Lo que se vio entonces ha sido una verdadera jungla, con la oposición buscando reforzar en la opinión pública el rechazo a Temer –dicho sea de paso, el más impopular y el más rechazado presidente de la historia– y los aliados buscando votos favorables al costo que fuera.

La sesión de ayer, inicialmente prevista para empezar a las dos de la tarde, fue anticipada para las nueve de la mañana. Al principio, la tendencia de la oposición – el PT de Lula y aliados – fue la de retrasar al máximo la votación. La estrategia del gobierno era votar por la mañana, lejos de los noticieros nocturnos de televisión.

Hay un detalle importante: los medios hegemónicos de comunicación, con Tv Globo a la cabeza, suelen conducir la opinión pública. Una votación favorable a un presidente que tiene 5 por ciento de aprobación popular, en horario estelar, condenaría a los diputados defensores de Temer a las críticas más duras de los electores. Si se considera que el año que viene habrá elecciones generales, la situación de los defensores del presidente se volvería delicada.

Esa victoria, al menos, logró la oposición: las prisas y urgencias de la situación fueron neutralizadas. Alrededor de las 21 horas, cuando los noticieros estaban en su auge de audiencia, diputados que defienden a Temer fueron expuestos largamente a los ojos de la noble audiencia.

Conviene destacar que en la inmensa mayoría de los casos, los que votaron a favor de que se rechace la autorización para que la corte suprema investigue a Temer insistieron en que su voto era político y no jurídico. Muchos fueron los que aseguraron: voto por la estabilidad y la permanencia de ese gobierno, y confío en que cuando termine el mandato Temer sea juzgado. O sea, no se trató de considerar al presidente inocente, cosa que nadie en condiciones normales de sanidad se atrevería, sino de asegurar la continuación de las reformas –que la oposición califica de contrareformas– cuyo objetivo principal es agradar al mercado, a los grandes terratenientes, a lo más retrógrado que existe en Brasil.

Michel Temer logró escapar en el mismo día que uno de sus más fieles escuderos, Wellington Moreira Franco, fue condenado a devolver al estado de Río de Janeiro alrededor de 700 mil dólares que desvió para uso personal. El mismo día en que se supo que, además de todos los cortes y ajustes en educación, salud pública y un sinfín de servicios que son obligación del Estado, hasta los recursos para investigaciones tecnológicas y científicas fueron congelados.

Eso, mientras el presidente distribuía miles de millones a los diputados que se dispusiesen a votar por beneficiarlos.

El problema es que hay otras dos denuncias del fiscal general que caerán sobre su cabeza en las próximas semanas. La pregunta es sencilla, tal como andan las finanzas del Estado, ¿de dónde sacará recursos para seguir comprando votos favorables?