Paramilitarismo en Caracas: la Cota 905

Marcos Salgado

Policías controlan la zona alta de la Cota 905 (Foto @nawseas)

Como Cota 905 se conoce popularmente en Caracas una zona compuesta por varios sectores, en un amplio cerro desde donde se domina todo el centro de Caracas y puntos nodales de las autopistas hacia el norte, (la costa del Caribe y el aeropuerto) y hacia el sur, la salida principal de la capital hacia la mayor parte del interior del país.

Así de estratégica es esta zona en donde venía creciendo el control por parte de una banda delictiva fuertemente armada, conocida como la “banda del Koki”, en referencia a quien aparecía como organizador principal y que venía protagonizando enfrentamientos con las fuerzas de seguridad al intentar controlar por algunas horas los túneles de la autopista que pasa por debajo del cerro.

El 7 de julio, dos días después de los actos por la independencia de Venezuela y mientras muy cerca de este cerro el presidente Maduro encabezaba un acto de graduación de militares, esta banda encaró su operación más grande hasta el momento, logrando aislar primero más de 100 personas dentro de los túneles y disparando contra civiles indefensos, en esas primeras horas de terror murieron al menos dos personas que transitaban por afuera del cerro.

Pero a diferencia de episodios anteriores, cuando se optó por destrabar la situación y bajar los decibeles al conflicto, esta vez el gobierno encaró un ambicioso plan para desplazar a la banda de este lugar estratégico, que comenzó en la primeras horas del 8 de julio, tuvo su punto máximo de confrontación en la noche de ese día y la madrugada del 9, cuando los estallidos y disparos se escuchaban en buena parte del oeste y el centro del valle de Caracas. Los encargados del operativo indicaron que encontraron fuerte resistencia de la banda en dos puntos, en la zona más alta del cerro. 

En el amanecer del viernes los grupos especiales de la Policía Nacional Bolivariana y de la Guardia Nacional Bolivariana con apoyo de grupos tácticos militares habían tomado todo el cerro. Durante el fin de semana se conocieron detalles: murieron en las operaciones 22 integrantes de la banda y 4 entre las fuerzas de seguridad. Las operaciones de terror inicial de la banda y los enfrentamientos posteriores dejaron además al menos 28 heridos, de los cuales 18 son civiles. La lista de víctimas fatales se amplía con civiles no ligados a la banda, en un número que no está claro, pero que algunos medios de tendencia opositora ubican en nueve. 

Parte del armamento de guerra incautado (Foto: @nawseas)

Los fuerzas de seguridad incautaron un arsenal en los puntos donde encontraron más resistencia de la banda: fusiles pesados antitanques, y fusiles livianos y ametralladoras portátiles, con inscripciones de la Policía Nacional de Colombia. Las autoridades confirmaron además la detención de tres ciudadanos colombianos, a los que se identificó como paramilitares. Otros detenidos dijeron que recibían entrenamiento de estos paramilitares colombianos.

El domingo el presidente Maduro confirmó la detención en Elorza, en el suroeste del país, de un jefe paramilitar colombiano, que se desplazaba hacia Caracas. El presidente aseguró que con la acción en la Cota 905 y otras labores de inteligencia se desbarató un plan de arreciar la violencia paramilitar durante la semana que pasó, y señaló directamente al referente opositor Leopoldo López, quien desde Madrid -dijo Maduro- coordina el financiamiento de estas acciones paramilitares. Y en Caracas se recordó también los movimientos del jefe de la CIA estadounidense por Colombia y Brasil, en los últimos días.

Si tomamos en cuenta acciones anteriores, el ataque con dron a la tribuna presidencial durante un acto en Caracas en 2018, el intento de penetrar la frontera desde Colombia en febrero de 2019 y el intento de golpe de estado en abril de ese año, más el intento de irrupción por costas del Caribe en 2020, no se puede descartar que semejante poder de fuego instalado muy cerca del asiento de los poderes públicos del país estaba destinado a otro operativo de desestabilización de gran escala.

Pero de nuevo, como en todos los casos anteriores, estas movidas violentas no conectaron con sectores civiles ni con la ansiada sublevación militar con la que siguen soñando los opositores destituyentes. Por el contrario, la población de Caracas parece saludar la acción estatal y militares participaron en la acción contra la banda. Los referentes de la oposición guadosista, que se restregaban las manos cuando el Koki y secuaces iniciaban el despliegue, acusando al gobierno de perder el control de la ciudad, se llamaron a silencio durante el fin de semana. 

El gobierno por su parte insistió en que la operación continúa y está abierta. El Koki y los principales referentes de la banda escaparon antes del asedio definitivo de las fuerzas policiales y militares. El mismo presidente Maduro se ocupó de aclarar que las recompensas por los cabecillas, que arrancan en medio millón de dólares, siguen vigentes. 

Pero lo que se ha visto hasta ahora alcanza para formular algunas preguntas: ¿será que el juego de Washington es doble? ¿Hablan de apoyo a elecciones pero siguen planificando intentos de golpe de Estado en Venezuela? Y además ¿cómo va a repercutir estos días de furia en el centro de Caracas en los intentos de encausar a la oposición en el cronograma electoral de este año? 

Interrogantes que se contestarán a futuro, por ahora, lo que sí está claro, es que la relativa calma política en Venezuela duró muy poco y que el gobierno de Nicolás Maduro se anotó una victoria en el terreno muy importante.