Missak y Mélinée Manouchian, los armenios de la Resistencia francesa, en el Panteón

Harut Zarikian

Este miércoles entraron en el Panteón de París (Francia) los restos de Missak y Mélinée Manouchian, activistas comunistas escapados del Genocidio armenio, que tuvieron un papel destacado en la Resistencia contra la ocupación nazi. El anuncio da notoriedad a una parte poco conocida de la Resistencia, la labor de activistas extranjeros que murieron por Francia. Ambos se convirtieron en los primeros extranjeros en ser enterrados en el Panteón junto a otros héroes franceses.

Manouchian encarna los “valores universales” de libertad, igualdad y fraternidad, en nombre de los cuales “defendió la República”, según dijo la Presidencia francesa, el pasado enero, al anunciar su “panteonización”. “La sangre derramada por Francia es del mismo color para todos”, remarcó el presidente Emmanuel Macron, en un comunicado de prensa. Missak y Mélinée eran ambos huérfanos, supervivientes del genocidio armenio de 1915 a manos de los turcos, que dejó más un millón y medio de muertos y cientos de miles de exiliados. Pero es en Marsella, veinte años después, donde los dos inmigrantes apátridas se encontraron en el seno de una organización comunista armenia.

Nacido en 1906 en la ciudad de Adiyaman, en el sureste de la actual Turquía, Manouchian quedó huérfano por el genocidio armenio. Tenía solo nueve años cuando su padre murió luchando contra los turcos, y su madre murió poco después, arrasada por el hambre durante la deportación de los armenios. Acogido en un orfanato de habla francesa, en el Líbano, rápidamente descubrió el amor por la literatura del país europeo y comenzó a escribir sus primeros poemas.

En 1924 logró emigrar a Francia y se instaló en París con su hermano Garabed. Missak trabajó como tornero en las fábricas de Citroën. Pero tres años más tarde, la desgracia volvió a atacar, cuando Garabed murió de tuberculosis. “Missak quedó huérfano, primero de sus padres, luego de su hermano. La muerte estuvo muy presente en su vida”, señaló Peschanski.

Después de perder su trabajo durante la Gran Depresión, sobrevivió con un trabajo ocasional tras otro. Fue oyente de cursos en la Sorbona y publicó artículos sobre literatura francesa y armenia. También frecuentaba círculos comunistas. Indignado por el ascenso de la extrema derecha, finalmente se unió al Partido Comunista Francés (PCF), a través del cual conoció a su futura esposa Mélinée Assadourian, también huérfana del genocidio armenio.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1939, fue arrestado por comunista tras el pacto germano-soviético. Tras una breve estancia en prisión, se alistó voluntariamente en el Ejército francés.

“Quería luchar por Francia, pero el Partido Comunista Francés, siguiendo órdenes de Moscú, lo vio como una guerra imperialista en la que la clase trabajadora no tenía ningún papel que desempeñar (…) Pero el amor de Manouchian por Francia iba más allá de todo eso”, subrayó Peschanski.

Desmovilizado tras el armisticio de junio de 1940, Manouchian reanudó sus actividades militantes. Fue internado por los alemanes en junio de 1941 en el campo de deportación de Royallieu en Compiègne, al norte de Francia, después de que ordenaron redadas dentro de los círculos comunistas a raíz de la Operación Barbarroja. Posteriormente, fue puesto en libertad por falta de cargos.

En 1943, acabó uniéndose a los llamados Francotiradores y Partisanos- mano de obra inmigrante-(FTP-MOI por sus siglas en francés), un ala de combatientes armados de la Resistencia compuesta en su mayoría por extranjeros.

“Estaban organizados en destacamentos que correspondían aproximadamente a nacionalidades y orígenes. Había muchos italianos y españoles antifascistas que habían luchado en la Guerra Civil española, pero también judíos polacos y alemanes, opuestos a los nazis”, indicó el historiador Fabrice Grenard, investigador de la Fundación Resistencia de París.

‘Cartel rojo’

Nombrado comisionado militar para la región de París, Manouchian lanzó una serie de audaces ataques. En París, uno de sus grupos ejecutó al coronel Julius Ritter, que estaba a cargo del Servicio de Trabajo Obligatorio en Francia y envió a decenas de miles de trabajadores franceses a Alemania para apoyar la industria nazi

Después de ser perseguido durante mucho tiempo por una unidad especial de inteligencia de la policía francesa, bajo el régimen de Vichy, Manouchian fue finalmente arrestado el 16 de noviembre de 1943. Fue torturado y entregado a los alemanes junto con 23 de sus compañeros.El cartel rojo': homenaje a la resistencia partisana en el París ocupado por los nazis - txalaparta.eus

Tras un juicio de apariencia, 10 de los combatientes de la Resistencia se convirtieron en los rostros emblemáticos del ahora famoso ‘cartel rojo’, del cual miles de copias fueron pegadas por todo París con el objetivo de denunciar un “Ejército criminal” de extranjeros que amenazaba a Francia.

La campaña tuvo el efecto contrario, transformándolos en héroes. Fueron consagrados aún más como símbolos cuando el poeta surrealista Louis Aragon escribió un poema sobre ellos en 1955. El compositor Léo Ferré le puso música al poema en 1961.

“Manouchian no solo se convirtió en una leyenda por sus acciones como líder militar del FTP-MOI, sino también por esta operación de propaganda alemana.

Los alemanes querían mostrar que la Resistencia estaba formada por extranjeros, métèques (un término insultante para inmigrantes), judíos y comunistas que mataban a franceses buenos. Pero esa operación fracasó, ya que sucedió todo lo contrario. Algunas personas todavía piensan que se trata de un cartel que muestra a los miembros de la Resistencia francesa”, explicó Peschanski.

El 21 de febrero de 1944, Manouchian y 21 de sus compañeros fueron ejecutados en Fort Mont-Valérien. Tres fotografías tomadas en secreto por un soldado alemán inmortalizaron las muertes de las personas que aparecen en el ‘cartel rojo’. La única mujer del grupo, Olga Bancic, fue trasladada a Alemania y decapitada unas semanas después.

Una de las cartas más bellas de la historia de Francia

Antes de su muerte, Manouchian escribió una última carta a su esposa Mélinée. En ella decía que no odiaba al pueblo alemán y también declaraba su amor por Francia y su esposa. “Siento un profundo arrepentimiento, y es el de no haberte hecho feliz, me hubiera gustado mucho tener un hijo contigo, como siempre deseaste. Por eso te ruego que te cases después de la guerra y que tengas un hijo, cumple mi último deseo, cásate con alguien que pueda hacerte feliz”, expresó Manouchian en esa misiva.

Peschanski considera que esta es una de las cartas más bellas de la historia de Francia. “Todas las cartas escritas por fusilados son trágicas, pero esta es particularmente especial y poética. Con esta última y magnífica carta cumplió su destino literario”. Una apreciación que coincide con la de Gérard Streiff, autor del libro ‘Missak y Mélinée Manouchian: una pareja en resistencia’.

“Esta carta es absolutamente espléndida, tanto por su amor apasionado como por su propósito humanista. Hay que ser extremadamente altruista para poder expresar la fraternidad con el pueblo alemán cuando te quedan dos horas de vida”, señaló Streiff. Juntos se unieron al Partido Comunista Francés y, en 1941, en la Francia ocupada bajo el dominio nazi, pasaron a la clandestinidad. Se unieron a la organización de los Francotiradores y partisanos – Mano de obra inmigrante (FTP MOI), un grupo compuesto principalmente por judíos e inmigrantes. Manouchian rápidamente tomó el mando y dirigió, con sus hombres, alrededor de un centenar de acciones de sabotaje.

El grupo era uno de los más decididos de la época, porque sus miembros, directamente atacados por las leyes del régimen de Vichy, no tenían otra opción: la clandestinidad o la deportación. En 1943, la banda Manouchian firmó su mayor hazaña armada: el asesinato del jefe del STO, el Servicio de Trabajo Obligatorio impuesto por el ocupante. Dos semanas después, Missak fue arrestado, torturado y finalmente fusilado varios meses después, junto con una veintena de sus camaradas en Mont-Valérien.

Meliné Manouchian

En un libro reciente titulado ‘Anatomie de l’Affiche Rouge’ (Anatomía del cartel rojo), Wieviorka denuncia la “glamourización” de esta incorporación al Panteón y habla de los orígenes de todos los miembros del grupo: Celestino Alfonso, “el rojo español”, Marcel Rajman, “el judío polaco” y Spartaco Fontanot, “el comunista italiano”. “También es importante recordar que en el ‘cartel rojo’, los nazis eligieron centrarse en los judíos al incluir a siete de ellos, de un total de 10 hombres. Su implicación era que los judíos eran los instigadores de los crímenes cometidos por extranjeros”, indicó Wieviorka.

Sin embargo, en la entrada de la tumba número 13, donde reposarán los restos de Missak y Mélinée Manouchian, se añadirá una placa para rendir homenaje a sus 22 compañeros del FTP-MOI y a su líder, Joseph Epstein. “Esto es simplemente un premio de consolación. Ya hay bastantes placas (en el Panteón) y no las vemos. No es lo mismo que tener un lugar en el Panteón”, sostuvo Wieviorka.

Peschanski, por su parte, no comprende la polémica en torno a la “panteonización” de Missak y Mélinée Manouchian. Afirma que incluirlos en el Panteón es ante todo un gesto simbólico. “Sus nombres estarán inscritos en letras doradas. Es una forma de honrarlos oficialmente”, recalca.

Fabrice Grenard, especialista en la Resistencia francesa, tampoco considera que la medida sea controvertida. “Cuando De Gaulle admitió a Jean Moulin en el Panteón, en 1964, también fue visto como una forma de rendir homenaje a todos los miembros de la Resistencia. Esto es lo mismo. No tiene sentido admitir a 23 personas. No se mencionará el nombre de nadie. A través de Missak Manouchian, rendimos homenaje a todos los combatientes de la resistencia extranjera. Por eso esta ‘panteonización’ es importante”, destacó.

Las consideraciones conmemorativas estaban lejos de los pensamientos de Manouchian en sus momentos finales. “Hoy salió el sol. Es al mirar el sol y la belleza de la naturaleza que tanto he amado que me despido de la vida y de todos ustedes, mi amada esposa y mis queridos amigos”, expresó el hombre hoy homenajeado por su país de adopción.

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Fueron 23

“El Cartel Rojo” contribuirá a la leyenda. El ocupante alemán cubre toda Francia con carteles de los rostros de 10 miembros del FTP MOI. Los presentaba como el ejército del crimen, pero ese cartel los convertó en héroes.Mélinée murió en 1989, tras regresar por un tiempo a su tierra natal, Armenia. A pesar de los libros y películas inspirados en el “Cartel Rojo”, su actividad seguirá siendo poco conocida.

Al entrar en el Panteón, Missak Manouchian se convierte en el noveno miembro de la Resistencia en ser honrado de esta manera, desde el traslado de las cenizas de Jean Moulin en 1964. También es el primer combatiente de la resistencia comunista y extranjero en entrar.

Mientras que Missak y Mélinée Manouchian entraron en el Panteón, sus 22 compañeros del grupo FTP-MOI también merecen este honor, afirma un colectivo de descendientes de estos mártires e intelectuales, entre ellos Costa-Gavras, Delphine Horvilleur, Patrick Modiano, Edgar Morin y Annette Wieviorka, en una tribuna publicada en Le Monde, que señala:

“Señor Presidente de la República, le escribimos esta carta con la esperanza de evitar una injusticia. El 18 de junio anunció usted su decisión de que los restos mortales de Missak Manouchian y su esposa, Mélinée, fueran trasladados al Panteón en febrero de 2024, con motivo del octogésimo aniversario del martirio del grupo de resistencia contra la ocupación nazi y sus colaboradores franceses. El 21 de febrero de 1944, veintidós hombres fueron fusilados en el Mont-Valérien. La única mujer de su red fue decapitada en Stuttgart el 10 de mayo de 1944.

“Nos alegramos de su decisión. Con ella se pone fin a un largo periodo de olvido y se reconoce la contribución decisiva de los resistentes internacionalistas a la liberación de Francia y al restablecimiento de la República. Manouchian y sus compañeros pertenecían a los Francotiradores y partisanos – Mano de obra emigrada (FTP-MOI), una unidad de la Resistencia comunista compuesta en su mayoría por extranjeros, refugiados e inmigrantes. “Veintitrés extranjeros y, sin embargo, nuestros hermanos”, recordaba Louis Aragon al homenajearlos en su poema “L’Affiche rouge” [El cartel rojo], en el que evocaba sus nombres “difíciles de pronunciar”.”

“En estos tiempos inciertos, en los que se ciernen nuevas sombras, en los que amenazan la xenofobia, el racismo, el antisemitismo y todas las formas de rechazo del otro, del extranjero y del diferente, este homenaje patriótico y republicano es un mensaje de fraternidad que recuerda que Francia siempre ha estado hecha del mundo, de la diversidad de sus pueblos y de la pluralidad de sus culturas gracias a la contribución de todas sus comunidades de origen extranjero. Es, sobre todo, un mensaje universal que subraya hasta qué punto los ideales de igualdad de derechos, sin distinción de nacimiento, credo o apariencia, proclamados inicialmente por la Declaración de los Derechos Humanos de 1789, por los que Manouchian y sus compañeros dieron su vida, pueden inspirar al mundo entero”, señala la misiva.

Los firmantes solicitan a Macron que se asegure de que le acompañen sus veintidós camaradas: el armenio Arpen Manoukian, el español Celestino Alfonso, los italianos Rino Della Negra, Spartaco Fontanot, Cesare Luccarni, Antoine Salvadori y Amedeo Usseglio, los franceses Georges Cloarec, Roger Rouxel y Robert Witchitz, los húngaros Joseph Boczov, Thomas Elek y Emeric Glasz, los polacos Maurice Füngercwaig, Jonas Geduldig, Léon Goldberg, Szlama Grzywacz, Stanislas Kubacki, Marcel Rajman, Willy Schapiro y Wolf Wajsbrot, y la rumana Olga Bancic.

Fueron veintitrés, “veintitrés que gritaron por Francia al caer” -otra vez Aragón-, veintitrés que hablaron de nuestra patria común, de su riqueza y de su fuerza. Veintitrés que, en un momento de reconocimiento nacional, son indisociables.

Durante la V República, el jefe de Estado es el único que toma las decisiones en materia de panteonización. Desde 2017, Emmanuel Macron ha dado entrada en este templo republicano a tres grandes figuras: Simone Veil, Maurice Genevoix y la cantante franco-estadounidense Joséphine Baker, la primera persona negra y la primera artista que se une al Panteón.

*Periodista de origen armenio, colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)