¿Cuál es el margen de maniobra de María Corina Machado?
Misión Verdad |
María Corina Machado no ha tenido apariciones públicas desde hace casi 40 días. Luego de declaraciones ambivalentes sobre su “clandestinidad”, ha sido señalada de estar preparando su salida del país. Ella insiste en que se encuentra en Venezuela, pero no ha dado constancia de ello. Afirma, tal como lo dijo en su momento Edmundo González mientras gestionaba su asilo en España, que no se irá del país.
Aislamiento y pérdida de contacto
Sus apariciones han sido telemáticas desde lugares cerrados. Ocasionalmente se le ve desencajada, pese a los esfuerzos por mostrar seguridad y contundencia argumental.
Su última “movilización nacional”, convocada para el pasado 28 de septiembre, prescindió del esquema de concentraciones masivas y se decantó en el recurso táctico del “enjambre”. El resultado fue una actividad atomizada, sin asistencia y sin relevancia. Dicho de otra forma, la orgánica de movilización opositora se desplomó y demostró su debilidad.
En las redes sociales, donde “la abeja reina” ha gobernado cabalgando sobre los favores de los algoritmos, es cada vez más criticada por una promesa de “cobrar” que no se ha materializado.
El meollo del destino político de Machado está justamente en esa premisa “cobrar”, o hacer efectivo un cambio de régimen, tal como lo ha prometido de manera incesante. Pero el cuadro anímico cambió drásticamente luego de la huida de Edmundo González hacia España, a través del asilo que solicitó y comunicó a Machado apenas un día antes de subirse a un avión con destino a Madrid.
Dentro de Venezuela no ha habido quiebre institucional. Luego de diversos llamamientos de ambos personajes, ninguna autoridad militar o policial se ha levantado en armas; ningún elemento preponderante dentro del ámbito de la seguridad se ha movilizado en apoyo a su agenda.
Los grandes actores económicos privados organizados en los principales gremios no han tenido una participación activa en el cuadro postelectoral. Apenas se han pronunciado llamando a “la paz, la estabilidad y el trabajo”. No participan en la diatriba y, por ende, no han jugado un rol abierto en el proyecto insurreccional de Machado.
Recientemente, el gobierno configuró un nuevo espacio de diálogo con partidos opositores venezolanos. La ausencia relevante fue la de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) que apoyó a Edmundo González. Este, Machado y la PUD habían publicado un comunicado en el que indicaron que un diálogo real solo sería posible si ellos participaban y para que Maduro cediera el poder e iniciara una “transición”.
El mensaje, claramente desafiante, exige al chavismo la entrega del poder. Pero ese mensaje cala distinto para los demás partidos de la oposición. Machado y Edmundo reeditarán nuevamente la estrategia del abstencionismo. Presionarán a los partidos para no trabajar de cara a las próximas elecciones, los llamarán “alacranes” e intentarán contener, a fuerza de presión, más rupturas en la ya frágil imagen del consenso antichavista.
Obstáculos y factores en contra
¿Cuáles son las capacidades reales de maniobra de Machado para consolidar un cambio de régimen? ¿Con qué fuerza ella es capaz de exigirle a Maduro el inicio de una supuesta transición?
La dirigente carece de los componentes básicos que pueden propiciar un golpe. Si se observa el cuadro interno, no hay movilización callejera de gran impacto, no hay apoyo de los gremios económicos, no hay quiebre institucional en lo militar; tampoco tiene el apoyo de todas las oposiciones y la “líder” está “en la clandestinidad”. Es decir, internamente, no hay posibilidades de “cobrar” a la vista.
Las únicas opciones reales de la oposición extremista de Venezuela están en manos de factores externos al país.
Fuera de Venezuela, el mercenario estadounidense Erick Prince, junto a exmilitares venezolanos, han recolectado fondos para financiar un nuevo golpe de carácter privado, algo que no sería una novedad dado que la fallida “Operación Gedeón” del año 2020 fue ejecutada por la contratista Silvercorp de Jordan Goudreau, con apoyo de la DEA.
Pero ahora diversos responsables de la plataforma “Ya Casi Venezuela” se acusan mutuamente de estafa y lucro individual por el uso de los fondos recaudados, que parecen, hasta ahora, ser insuficientes para una misión mercenaria a escala relevante en un lugar como Venezuela que, según su proporción demográfica, es el país militarmente más apertrechado de la región.
Es muy difícil conocer la dimensión de la organización real de Prince y sus allegados pues el flujo de información —falsa o real— es parte del juego en las sombras de la inteligencia y la contrainteligencia.
Entretanto, los gobiernos de la llamada “comunidad internacional” o, más bien, Estados Unidos y sus países satélites, han fijado posición desconociendo la reelección del presidente Nicolás Maduro, pero siguen reticentes, hasta ahora, en aceptar a Edmundo González como “presidente electo” en el autoexilio.
Machado, junto a sus aliados y operadores comunicacionales, han emprendido una campaña para reeditar la “máxima presión” sobre las actividades petroleras de Venezuela.
Pero el país caribeño ascendió al tercer lugar de exportadores de crudo a Estados Unidos y la inflamación militar y geopolítica en Asia Occidental crea un gran obstáculo para Washington, lo que limita su maniobra para aplicar a sus anchas más sanciones ilegales o derogar licencias.
Justamente la Licencia 41-A se prolongó automáticamente por seis meses más, sin que hubiera declaraciones del gobierno estadounidense en esa materia.
Claramente, cualquier posibilidad de cálculo para efectuar en Venezuela un cambio de régimen, golpe o magnicidio yace en los designios y actores del frente externo, lo que quiere decir que esas opciones no están en manos de Machado.
Probablemente la dirigente, internamente, ha agotado todos sus recursos y posibilidades. El tiempo y todos los elementos de poder real juegan en su contra.