¿Unidad? Los derroteros de la derecha venezolana
Gisela Brito – CELAG
La fugaz visita del expresidente español Felipe González a Venezuela tuvo al menos dos objetivos. El primero y más visible: reforzar la campaña mediática internacional en contra del gobierno bolivariano, ejerciendo presión política en los procesos judiciales de los opositores Leopoldo López y Antonio Ledezma, detenidos por impulsar planes golpistas.
El segundo objetivo pasó un poco más desapercibido: buscar recomponer una desarticulada oposición cuyas divergencias internas van in crescendo y generan tensiones cada vez más incontenibles. Para ello, González mantuvo una reunión privada con los dirigentes de las 28 organizaciones que conforman la MUD (Mesa de Unidad Democrática). Y es que los sectores de oposición tienen por delante un camino nada fácil de cara a las elecciones legislativas que se celebrarán antes de fin de año, en las que el chavismo tiene muchas posibilidades de volver a imponerse.
La pretendida “unidad democrática” fraguada con enorme esfuerzo desde 2006 viene fracasando en los intentos sucesivos de derrotar a la Revolución Bolivariana en las urnas.
No solo porque perdió las elecciones presidenciales en 2012 (contra Chávez) y 2013 (contra Maduro), sino porque las tensiones internas no hacen más que acrecentarse entre dos sectores que propugnan lecturas y estrategias político-electorales bien diferenciadas: unos apuestan por una “oposición moderada”, más vestida de democrática, sector cuya expresiones más salientes son Henrique Capriles y Henri Falcón, y otras fracciones más abiertamente reaccionarias prefieren recrudecer la estrategia retornando a las prácticas más golpistas.
A este último sector, encabezado por López, Ledezma y la destituida parlamentaria María Corina Machado (con un intenso activismo internacionalista), los fracasos electorales sucesivos parecen haberle colmado la paciencia depositada en la estrategia de la MUD, que en su momento funcionó como un dique contenedor de las aspiraciones del amplio espectro de la derecha venezolana.
Fueron estas fracciones de la oposición las que pujaron por desconocer los resultados de las elecciones perdidas por estrecho margen frente a Maduro, y las que encabezaron el movimiento “La Salida” y las protestas callejeras de las denominadas “guarimbas” en febrero de 2014 que dejaron como saldo 43 muertos y cientos de heridos, la mayoría chavistas.
Dos hechos recientes volvieron a poner sobre el tapete la profunda crisis interna que atraviesa la derecha venezolana desde entonces. Por un lado, la oposición celebró sus controvertidas elecciones internas sólo en 33 de los 87 circuitos electorales a nivel nacional, en las cuales se sometieron a votación popular sólo el 25% de las candidaturas a la asamblea, mientras que el resto fue elegido por “consenso”. Además desde el oficialismo se denunció que todos los postulados debieron aportar una suma de 150 mil bolívares para inscribir sus candidaturas.
Con una participación en torno al 7% del padrón electoral, se impuso en estos comicios internos el bloque más moderado, liderado por el partido Primero Justicia (de Henrique Capriles) y Un Nuevo Tiempo (del gobernador Henry Falcón) sobre el ala radical encabezada por Voluntad Popular (de Leopoldo López), ABP (de Antonio Ledezma) y Vente Venezuela (de M. Corina Machado).
Por otro lado, las tensiones quedaron en evidencia el último 30 de mayo en las manifestaciones callejeras convocadas de manera unilateral por el partido del detenido Leopoldo López mediante las redes sociales.
La oposición consiguió movilizar a unas veinte mil personas (cifra muy por debajo de su propia trayectoria reciente), pero además es significativo que Capriles no haya participado de la convocatoria central en Caracas, donde sí estaban firmes todo el bloque radical, incluidas las esposas de los dirigentes encarcelados, quienes se encuentran ejerciendo como portavoces de la oposición en el plano internacional.
¿Habrá podido González avanzar en el intento de recomponer esta oposición cada vez más desarticulada y con menor poder de convocatoria? ¿Tendrá futuro la MUD si nuevamente fracasa en las elecciones legislativas? Es probable que el quiebre se produzca más temprano que tarde.
El hecho de que Primero Justicia fuera el partido más votado en las primarias no se traduce en que Capriles continúe ejerciendo el liderazgo aglutinador que ostentaba en 2012 sobre la coalición opositora. Por el contrario, el desgaste de haber perdido consecutivamente dos elecciones presidenciales y la ausencia de un proyecto de país capaz de disputar la hegemonía chavista trajeron aparejados costos políticos muy altos para el gobernador de Miranda.
Un sondeo de opinión reciente de Hinterlaces sitúa a López como líder de la oposición con 47% de apoyo entre la militancia opositora, mientras que Capriles obtiene 18% y Henry Falcón 15%. En totales nacionales, un 29% menciona a López como líder de la oposición, 26% a Falcón y 13% a Capriles.
Con este escenario de fondo, no sería de extrañar que las pugnas internas continúen en ascenso, ni que el ala radical apueste nuevamente por desconocer los resultados de las elecciones, buscando forzar un clima de agitación social que les permita avanzar en una ruptura del orden constitucional. Por su parte, Capriles continuará con su propia estrategia de marcar distancia con el sector golpista.
En estos días le pidió públicamente a López y Ceballos (otro exalcalde detenido) que desistieran en la huelga de hambre que iniciaron hace dos semanas. “Venezuela los necesita vivos”, escribió en Twitter. En una entrevista a El País, aludiendo a la situación interna de la alianza opositora, sentenció: “La oposición va a estar unida por un tema de supervivencia. Divididos no hay forma de obtener una victoria electoral”.
Todavía es pronto para saber si Felipe González, como vocero de la derecha internacional, habrá logrado el objetivo de unificar a la cada vez más desunida MUD. Lo cierto es que en política los fracasos electorales pasan factura. Una nueva derrota en las legislativas podría acelerar el proceso de descomposición de la frágil unidad opositora, que no cuenta hoy por hoy con un liderazgo claro capaz de articular a los diferentes sectores que la integran.
Detrás de todo esto, lo que sucede es que esta oposición sigue sin poder conseguir un respaldo mayoritario en el pueblo venezolano.