Vaticano y China; el ébola y dudas inquietantes

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Question Latinoamérica

Tiempo atrás se dijo, en esta misma columna, que sería muy posible que la gran jugada del Papa fuera su visita a China y el restablecimiento de relaciones con ese país.

El pedido formulado ratifica esa idea y ello da pie para explicar varias cuestiones. En primer lugar da una lógica al apoyo masivo de los obispos norteamericanos, en el cónclave romano, a Jorge Bergoglio para que pueda acceder al papado. En segundo término –es lo más importante- significa que la Iglesia da por sentada la nueva hegemonía mundial por parte de China. Es posible aventurar que, para ese supuesto, quiere ser parte de esa novedad procurando amortiguar sus efectos y evitar que el paso del largo predominio de occidente a otra cultura no sea –históricamente- traumático.

La simbiosis del régimen chino con el modelo imperante, el capitalismo, está en plena marcha y ello contribuye a que este cambio se produzca sin grandes sobresaltos. Las grandes empresas trasnacionales tienen buena parte de sus negocios asentados en territorio Chino. A su vez China ya está asociada a la economía norteamericana, no solo por ser ésta el destino de gran parte de su producción, sino por los bonos del Tesoro norteamericano que obran en manos de China, condicionando el futuro de los Estados Unidos. La Casa Rothschild, el mayor financista mundial, ya está diversificando sus reservas en oro orientando gran parte de ellas hacia China.

Resulta de toda lógica que el Vaticano procure mantener su incidencia en medio de los cambios que se están produciendo. Francisco ha intentado llevar tranquilidad a los integrantes del poder en China diciéndoles que “los cristianos no van como conquistadores que quieren quitar a sus pueblos su identidad, traen la suya respetando la ajena, pero quieren caminar con todos, y después el Señor hará la gracia: alguno pedirá el bautismo, otro no, pero siempre caminando todos juntos”

Ébolaebola
Hay preocupación por la actual expansión del ébola, una enfermedad infecciosa de origen viral, que produce una fiebre hemorrágica que tiene un alto índice de mortalidad. Por esta razón está muy desarrollada la idea que se trata de un arma biológica. Su nombre proviene de un río del Zaire (país africano) y se fue haciendo conocida desde 1976. Se contagia muy fácilmente entre humanos y también desde algunos animales, monos y ratas. Por ahora está limitada a un área de países africanos y se procura evitar su dispersión a través de controles sobre la población procedente de esos lugares.

Ahora se sabe que hay un remedio, oficialmente no aprobado, que serviría para combatir esa enfermedad. Lo desarrolla una empresa cuyo equipo de investigadores trabaja para el ejército estadounidense en Fort Detrick (Estado de Maryland) donde se desarrollan armas químicas. Desde los ‘70 ese sitio cambió de nombre, ahora se lo conoce como Frederick y supervisado por el Ministerio de Defensa aparece investigando sobre cáncer.

A partir de estos datos son muchos los que piensan que allí está la clave de esta enfermedad desatada en África, dado que hace un año se habrían inoculado nuevas cepas de la misma a un grupo de monos. Estas dudas adquieren verosimilitud a partir de algunos hechos como lo han sido las recurrentes denuncias de países e instituciones sobre inoculaciones o contaminaciones que, bajo las más diversas formas, producen epidemias en personas o animales y daños en cosechas.

Por ejemplo, son emblemáticas las denuncias sobre el “agente naranja” fabricado por Monsanto y Dow Chemical, con el cual el ejército norteamericano devastaba montes y bosques en Viet-Nam. Desde el 2001 los Estados Unidos han gastado unos 50 mil millones de dólares para la investigación y producción de armas biológicas. Esto no es de ahora, viene de lejos.

Son conocidas las afirmaciones de Robert McNamara, ex presidente del Banco Mundial, ex secretario de Estado de Estados Unidos, quien ordenara bombardear Vietnam y dijera: “Hay que tomar medidas draconianas de reducción demográfica en contra de la voluntad de las poblaciones. La reducción de la tasa de natalidad ha demostrado ser imposible o insuficiente. Por consiguiente, debemos aumentar la tasa de mortalidad. ¿cómo?: por medios naturales, el hambre y la enfermedad”.