Las amenazas arancelarias de Trump fortalecieron a Sheinbaum

Kurt Hackbarth 

Las amenazas arancelarias de Donald Trump solo hicieron que la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, sea aún más popular: su índice de aprobación se sitúa ahora en el 85%.

El domingo pasado, una manifestación encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum llenó la plaza central de Ciudad de México, el Zócalo. Sin embargo, no se trataba de un acto partidario, de una conmemoración histórica o de un discurso sobre el estado de la Unión.

Era una manifestación de unidad nacional convocada ante las continuas amenazas arancelarias del presidente estadounidense Donald Trump. «He dicho que somos un gobierno del pueblo… y que siempre que haya necesidad de informar o enfrentar la adversidad, estaremos juntos», comenzó Sheinbaum. «Y además, venimos de un gran movimiento popular que se creó en plazas públicas, y aquí estamos de nuevo con ustedes».Es probable que una científica gane la presidencia de México. No todos los investigadores están alegres | Science | AAAS

La presidenta procedió a exponer la intención original de la manifestación: anunciar acciones tanto arancelarias como no arancelarias. «Afortunadamente, el diálogo y el respeto han prevalecido».

Tras repasar los acontecimientos de las últimas semanas, Sheinbaum hizo balance de la relación histórica entre México y Estados Unidos: las invasiones de 1846 y 1914, pero también la negativa de Estados Unidos a reconocer las usurpaciones de Maximiliano de Habsburgo en el siglo XIX y de Victoriano Huerta a principios del XX, así como la respetuosa relación entre los presidentes Franklin D. Roosevelt y Cárdenas en la década de 1930. «La historia común de nuestros países está marcada por numerosos episodios de hostilidad, pero también de cooperación y entendimiento», reflexionó. «Somos naciones en circunstancias iguales; no somos más, pero tampoco somos menos».

Claudia Sheinbaum Pardo a... - Claudia Sheinbaum PardoCon las amenazas arancelarias aún en el aire, concluyó presentando un plan de cinco puntos para afrontar el incierto período que se avecina: en primer lugar, fortalecer el mercado interno de México, lo que incluye aumentar el salario mínimo y el bienestar público. En segundo lugar, aumentar la autosuficiencia en energía y alimentos.

En tercer lugar, promover la inversión pública para la creación de empleo, incluyendo carreteras, obras hidráulicas, un millón de unidades de vivienda pública y dos líneas de tren de larga distancia desde la Ciudad de México hasta la frontera en Nogales y Nuevo Laredo. En cuarto lugar, aumentar la producción a través del modelo de planificación industrial conocido como el «Plan México».

Y, por último, reforzar la canasta de programas sociales del país, incluyendo tres nuevas iniciativas: reducción de la edad de jubilación pública de las mujeres de sesenta y cinco a sesenta años, becas para estudiantes de primaria y secundaria, y un programa de divulgación sanitaria «de casa en casa» para personas mayores.

De manera crucial, asistió al acto no solo la multitud esperada de simpatizantes de MORENA y de sindicatos del sector público, sino también todos aquellos que tienden a simpatizar con la oposición: gobernadores de estados y líderes empresariales, incluido el presidente del poderoso Consejo Coordinador Empresarial (CCE). Además de ayudar a elevar el índice de aprobación de Sheinbaum a un estratosférico 85%, las tácticas de intimidación de Trump facilitaron algo antes impensable: la creación de un amplio frente popular.

Crónica de un arancel pospuesto

Aunque ya no se centró en sus temores sobre «violadores» y «malos hombres», la campaña de Trump para 2024 todavía dejó mucho material para sentar las bases de nuevos conflictos con el principal socio comercial de Estados Unidos. Además del alarmismo ya habitual sobre las «fronteras abiertas» y los «ilegales que votan en las elecciones», la campaña también sacó a relucir una serie de nuevas frases, como «un baño de sangre que está destruyendo el país», «cada estado es un estado fronterizo» y, lo más insidioso, «los inmigrantes están envenenando la sangre del país».

Mientras tanto, a Trump se le permitió mentir repetidamente afirmando que los fabricantes de automóviles chinos como BYD están construyendo «algunas de las plantas de automóviles más grandes del mundo» en México, a pesar de que, como la propia Sheinbaum se apresuró a señalar, la planta más grande de BYD en América del Norte se encuentra en realidad en California.

Estos ataques dispersos reflejan una confusión que subyace en el círculo de Trump para justificar la decisión de aplicarle aranceles a México antes que a ningún otro país. ¿Inmigración? ¿Fentanilo? ¿Déficit comercial? ¿Entrada por la puerta trasera al mercado estadounidense? Es una confusión que refleja la lógica más amplia detrás de esta extendida dependencia general de los aranceles: ¿una práctica coercitiva? ¿Un mecanismo para recaudar ingresos? ¿Un intento desesperado de fomentar la reindustrialización nacional?

Cualquiera fuera la razón del momento, Trump saltó con rapidez y ya el 25 de noviembre anunció que los aranceles a México y Canadá entrarían en vigor el primer día de su mandato. La presidenta Sheinbaum respondió inmediatamente con una carta en la que llamó a la cooperación, advirtió que un arancel sería respondido con otro y le recordó al presidente electo la responsabilidad de Estados Unidos tanto en el consumo de drogas como en el flujo de armas hacia el sur.

El día de la toma de posesión llegó y pasó sin ningún anuncio.Entonces Trump avisó que los aranceles entrarían en vigor el 1 de febrero. En la «hoja informativa» que acompañaba al anuncio, la Casa Blanca alegó que «las organizaciones de tráfico de drogas tienen una alianza intolerable con México», precisamente la acusación sin pruebas que difundieron publicaciones que van desde ProPublica hasta el New York Times, en un intento flagrante de interferir en la campaña presidencial de México de 2024.

En una ironía histórica muy divertida, uno de los artículos utilizados para fundamentar esta afirmación se refería a Genaro García Luna, el secretario de Seguridad Pública en el gobierno conservador de Felipe Calderón, aliado de Estados Unidos, que fue condecorado por la CIA, el FBI y la DEA poco antes de ser condenado por colusión con el cártel de Sinaloa y recibir una sentencia a treinta y ocho años de prisión.

Sin embargo, justo antes de que la medida entrara en vigor, Sheinbaum anunció en su rueda de prensa matutina que se había llegado a un acuerdo de carácter temporal: México enviaría diez mil efectivos adicionales de la Guardia Nacional a su frontera norte, Estados Unidos tomaría medidas para acabar con el tráfico de armas, ambos países crearían grupos de trabajo sobre seguridad y comercio, y los aranceles se pospondrían un mes. A cambio de una concesión menor, la diplomacia de cabeza fría de Sheinbaum logró una victoria inicial.

Cuando comenzó la segunda ronda en marzo, la presidenta tenía sus hechos y cifras listos para ser presentados Los cruces fronterizos y los homicidios habían disminuido. Las incautaciones de drogas habían aumentado. Se estaban desmantelando laboratorios de metanfetamina. México había entregado a la custodia de Estados Unidos a veintinueve capos de la droga, incluido Rafael Caro Quintero, buscado desde hacía mucho tiempo y acusado de planear el asesinato de un agente de la DEA en 1985.

La cabeza fría de Claudia Sheinbaum frente a un impredecible Donald TrumpNo importaba: la Casa Blanca declaró que seguiría adelante con los aranceles de todos modos, publicando un comunicado calcográfico de acusaciones recicladas que Sheinbaum calificó de «ofensivas, difamatorias y sin fundamento». El domingo siguiente, anunciaría una serie de contramedidas arancelarias y no arancelarias en una asamblea pública en el Zócalo. Volvieron a las llamadas telefónicas.

Esta vez, Sheinbaum negoció otra prórroga de un mes para los bienes cubiertos por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, sin hacer nuevas concesiones, sino—según admitió Trump—por el «respeto» que sentía por su homóloga mexicana. Con cada aplazamiento, la temida maquinaria arancelaria se iba diluyendo un poco más.

El arte de la negociación asimétrica

Quizá más que ningún otro país, el cuerpo diplomático de México tiene una larga historia de negociaciones asimétricas con Estados Unidos. En ocasiones, eso hizo que la política exterior de la nación caiga en un exceso de timidez; pero también le proporcionó una gran experiencia para hacer frente a situaciones como la actual.

A esto hay que añadirle las propias habilidades de Sheinbaum en el área. Para ser una presidenta que fue criticada al principio de su campaña por ser «poco carismática» (en gran parte como un intento poco sutil de enfrentarla a su predecesor, Andrés Manuel López Obrador), en apenas seis meses en el cargo se convirtió en un ejemplo internacional de cómo tratar con un Trump volátil y caprichoso.

Su aplomo y la famosa cabeza fría ante las amenazas de aranceles e invasión, la designación de Trump de los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras y una serie de comunicados descuidados, antagónicos y casi adolescentes del presidente estadounidense le valieron el aplauso de líderes mundiales tan dispares como Gustavo Petro y Olaf Scholz.

Perfeccionando su arte de estadista frente a una grosera beligerancia, la presidenta caminó por una delgada línea entre la firmeza y la flexibilidad, lanzando a Trump algo que puede usar para declarar una «victoria» sin comprometer su posición en futuras negociaciones. Esto le valió repetidos elogios personales del propio Trump, quien ha plagiado abiertamente su idea de llevar a cabo una campaña nacional contra el fentanilo.

Mientras que Justin Trudeau fue a humillarse a Mar-a-Lago, o Keir Starmer, Emmanuel Macron y Volodymyr Zelensky que viajaron a la Casa Blanca solo para que los regañaran, Sheinbaum se quedó en México, negociando, gobernando y negándose a jugar al juego de Trump en sus términos.

Y resultó que retrasar el anuncio de los aranceles recíprocos durante unos días para darle espacio a ambos para un diálogo de última hora y tiempo para organizar una manifestación pública resultó ser la decisión correcta en ambos aspectos. Es el tipo de pensamiento estratégico que Sheinbaum necesitará en abundancia en los próximos días y semanas.