La economía venezolana: cuentos y verdades
Luis Britto García |
Por el engaño
Decía Bolívar en el Discurso de Angostura: “Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza”. Por el engaño se ha mantenido al pueblo venezolano bajo la dominación de un cúmulo de intereses vernáculos y extranjeros; por la ignorancia se ha querido impedir que disponga de los recursos para sobrevivir. Disipar engaños, iluminar oscuridad es la meta del último libro de Pasqualina Curcio: La Economía Venezolana: Cuentos y Verdades.
Un fraude económico
Toda dominación clasista se constituye sobre un fraude económico, político y cultural. Nuestras sociedades originarias en Venezuela no estaban divididas en clases sociales, salvo en algunos casos de estratificación incipiente. Los invasores europeos articularon un sistema para vivir a costa del trabajo de los invadidos: convencerlos de que ni ellos ni su trabajo valían nada. Con variantes, el engaño perdura hasta hoy.
Invitaciones al suicidio
Durante nuestra Historia hemos padecido bajo el poder de farsantes que nos han repetido el mismo engaño con instrumentos ideológicos diferentes. Durante la Conquista y la Colonia la religión predicó que no teníamos alma y que éramos menores sometidos a tutela. Durante la República Oligárquica la Ideología Ilustrada mintió que los pobres no éramos buenos ciudadanos porque no teníamos propiedad y por tanto tampoco derechos políticos.
Durante la Oligarquía Liberal y las Dictaduras Andinas, el positivismo de Indias nos diagnosticó como bárbaros, descendientes de razas “inferiores”, a ser sustituidos por inmigración caucásica. Los populismos implantaron el Desarrollismo, según el cual para salir del atraso debíamos entregarnos totalmente al capital trasnacional. Veamos cómo Pasqualina Curcio refuta tantas invitaciones al suicidio.
El cuento de la flojera
Embuste antológico que pretende legitimar toda explotación es el de la supuesta flojera del venezolano. La campaña arranca con los cronistas de Indias. Gonzalo Fernández de Oviedo dice que: “esta gente de su natural es ociosa e viciosa, e de poco trabajo e melancólicos e cobardes, viles y mal inclinados”. López de Gomara llama a los indígenas además «holgazanes, vanagloriosos, vengativos y traidores».
Fray Tomás Ortiz los califica como “haraganes, ladrones, mentirosos y de juicios bajos y apocados”. El aguacero de descalificaciones llega hasta la contemporaneidad. Que levante la mano el lector que no haya escuchado variaciones sobre el cuento. ¿Será verdad que somos perezosos? Pasqualina Curcio demuestra con números precisos que desde 1920 hasta 2013 la economía venezolana ha crecido 14.277%. Y que entre 1976, año de la “nacionalización” de la industria petrolera y 1998, inicio de la Revolución Bolivariana, el producto interno bruto (PIB) aumentó 76%.
También señala con números irrefutables que ya en Revolución, desde 1999 hasta 2013 el PIB creció 57%, y que si se toma en cuenta el periodo completo a partir de la nacionalización de la industria petrolera (1976-2013) el PIB en Venezuela se incrementó 160% . ¿Cómo es posible que en un país de flojos el PIB crezca 14.277%. en 99 años?
El cuento de la monoproducción
Cuando se plantea la pregunta anterior, viene la justificación fraudulenta: Ah, porque somos una economía monoproductora, no producimos más que petróleo. Aquí de nuevo convoca Pasqualina Curcio las cifras del BCV. En promedio, desde 1920, el 84% del total de la producción nacional es no petrolera, mientras que sólo el 16%, es petrolera. Estas magnitudes han fluctuado: desde 1920 a 1975, cuando la producción petrolera era privada, generaba en promedio el 41% del producto total nacional, mientras que la producción no petrolera era superior y representaba el 59%.
Tras la nacionalización del petróleo, entre 1976 y 2018, la producción del país ha sido ha sido en promedio 15% petrolera y 85% no petrolera. En los últimos años, la proporción de producción petrolera ha disminuido: entre 1999-2018, fue en promedio 13,9%, y el año 2012 fue tan solo 10,8%. Es falso que la mayor riqueza que Venezuela genera provenga de los hidrocarburos: históricamente sucedió lo contrario.
El fraude de las inversiones extranjeras
Aclaradas las patrañas básicas, las demás se disuelven por sí mismas. Por ejemplo, la que miente que, ya que no trabajamos y no producimos nada, debemos entregarnos incondicionalmente a las inversiones extranjeras. Pero éstas han sido modestísimas frente a sus descomunales beneficios. Como también demuestra Pasqualina: “Según datos tomados de la Balanza de Pagos publicada por el BCV, desde la nacionalización de la industria petrolera en 1976 y hasta el año 2018, las inversiones extranjeras privadas suman US$ 57.562 millones. Algo así como el 4,54% con respecto al total de las exportaciones petroleras de Venezuela durante el mismo período.
Recordemos además que las exportaciones petroleras representan el 98% de las exportaciones totales y además están a cargo del sector público. En otras palabras, la inversión extranjera privada en Venezuela ha sido históricamente marginal”. ¿Qué dirán entonces aquellos que sostienen que para atraer supuestas inversiones extranjeras debemos entregar la soberanía, exonerarlas de tributación, inmunizarlas contra las alzas de impuestos, permitirles que tribunales de otros países decidan sobre cuestiones de orden público interno, incluso prestarles los capitales que se supone que deberían traer?
El problema central
Tras demoler muchos mitos más, como el de “la emigración masiva” o el del “dinero inorgánico” concluye Pasqualina: “El problema de la economía venezolana no es el petróleo, ni el hecho de que solo exportemos hidrocarburos, claro que si se diversificaran las exportaciones seríamos menos vulnerables ante los cambios en los precios internacionales de este producto. El problema central de la economía venezolana es el uso que se ha dado a los ingresos petroleros los cuales han superado todos los años las importaciones, incluso recientemente en el marco de una guerra económica contra el pueblo de Venezuela que ha implicado, entre otros aspectos, la caída de las exportaciones”. Recuperar esa producción y esos ingresos y darles un uso socialista es la tarea de todos.