Iván Duque, un títere con muchos titiriteros pero apuntando a Venezuela

 

Fabio Zuluaga-Supuesto Negado|
Iván Duque ganó las presidenciales en Colombia para alegría de muchos y consternación de otros tantos.

Para las izquierdas del continente significó el principio del fin de la ilusión de un “nuevo ciclo progresista” pero más allá de eso trae el temor de que con un retorno del uribismo al poder y se dé no solo un retroceso en el proceso de Paz colombiano sino un recrudecimiento de la violencia contra activistas, la llegada del fracking a Colombia y un neoliberalismo duro al puro estilo neoconservador además de un recrudecimiento de la hostilidad con Venezuela.

En ese contexto se debate si Duque es un mero títere de Uribe o si por el contrario tiene su propio perfil político.

¿Quién es Iván Duque?

Nacido en 1976 el presidente electo de Colombia es un abogado con estudios en Estados Unidos, hijo de Iván Duque Escobar es parte de las encumbradas familias que monopolizan la política colombiana. Duque Escobar fue ministro en el gobierno de Belisario Betancourt y Registrador Nacional de Colombia, es decir, responsable de todos los registros civiles y también del Consejo Nacional Electoral, en ambos cargos no logró estar exento de polémica.

Su hijo inició su carrera política hace unos cuatro años, desde 1999 hasta 2001 trabajó en la Corporación Andina de Fomento y luego en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) hasta el 2013.

Es decir que pasó gran parte de su vida fuera de Colombia y se formó con un discurso técnico sobre la economía. Es un neoliberal puro, doctrinario, que trabajando en Washington D.C. conoció a Uribe cuando este era presidente de Colombia.

Uribe le llevó al Senado y desde allí fue ganando notoriedad en el Centro Democrático.

El hecho es que Duque es un candidato poco común que tiene la ventaja de ser nuevo entre la clase política colombiana, muy desprestigiada, y la desventaja de no tener casi experiencia ni en la política ni en el gobierno.

Aunque ganó con una avalancha de votos el apoyo que tenía antes de convertirse en el candidato del Centro Democrático, el partido de Uribe, era muy bajo: alrededor del 10%, por eso muchos creen que no tiene el capital político para emprender un gobierno independiente. Su falta de experiencia en el gobierno y la política, que a Uribe le sobra, tampoco inspira mucha confianza.
Neocon

Otra cosa que inquieta de Duque es su formación tecnocrática y su inclinación típicamente neocon.

Nadie disimula que la inclinación principal de Duque no solo es la empresa sino la gran empresa lo cual es un problema en un país con una enorme desigualdad, con una política impositiva muy regresiva y con cada vez más problemas ambientales.

De hecho, en Colombia el problema ambiental se está poniendo a la par de la tenencia de tierras y la desigualdad social por lo que muchos de los últimos activistas asesinados son ambientalistas.

A la preocupación de que el ala paramilitar o criminal del uribismo estaría detrás de muchos de esos atentados –y del clima paranoico y violento que hizo que la FARC se retirara de la contienda electoral– se une el hecho de que a la minería a cielo abierto vendría a acompañar al fracking con la devastación ambiental y social que trae.

Proceso de Paz

El proceso de Paz es otra preocupación pues Uribe y Duque se opusieron férreamente al mismo. Este último ha dicho que no va a hacer “trizas” los acuerdos, pero que “la paz reclama correcciones para que las víctimas realmente sean el centro del proceso y garanticemos verdad, justicia, reparación y no repetición”.

En particular Duque se refirió a modificaciones a la Jurisdicción Especial para la Paz, que es el tribunal que juzga a los integrantes que cometieron los crímenes más graves y a evitar que personas que estén acusadas por el mismo puedan ocupar cargos públicos.

Pero el tema de la Paz no es necesariamente muy importante para muchos electores de Duque, no tanto en todo caso, como para los uribistas más duros. De hecho, la victoria de Duque, según algunos, no solo se debe al capital político de Uribe sino a haber canalizado cierto descontento con la clase política colombiana.

¿Podrá diferenciarse Duque de los intereses del uribismo duro? Pues es algo que está por verse sobre todo porque la elección de un candidato del centro democrático es para el caudillo un asunto de supervivencia.
El cerco a Uribe

Por décadas se han sabido de las relaciones de Uribe con el Cartel de Medellín y con los paramilitares, pero denunciar eso en un tribunal y presentar suficientes pruebas es otra cosa, sobre todo si se trata de atacar al líder de un movimiento que ha sido muy hábil en colonizar los poderes públicos en Colombia.

Pero cada vez más testimonios y evidencias contra Uribe y su entorno han surgido en los últimos años: contra sus hijos, sus colaboradores políticos y últimamente contra el mismo Uribe: el más serio ha sido la decisión de la Sala Penal del Tribunal Superior de Medellín advirtiendo la responsabilidad de Uribe en las masacres de El Aro y del corregimiento La Granja, en el municipio de Ituango.

“La gobernación de Antioquia y sus funcionarios más altos patrocinaron las Convivir que fue el apoyo de los particulares a las Autodefensas, es decir, las ayudaron con sus actuaciones positivas o negativas, permitieron y patrocinaron el desarrollo de tales organizaciones y de los delitos que ellos cometieron. Ello se tiene que investigar y juzgar”, dice el fallo del Tribunal.

Antes habían llegado otras acusaciones de haber fabricado testigos para inculpar al senador Ivan Cepeda.

¿Más que un títere?

No extraña que en los últimos años se haya dado una ofensiva del uribismo político, social y criminal contra el proceso de paz, el acrecentamiento del clima de intolerancia y fanatismo, los asesinatos de líderes comunales o guerrilleros desmovilizados…

Para Uribe y el Centro Democrático esta es una cuestión de supervivencia (si se demuestran sus relaciones con el narco podría terminar en una cárcel en los EE.UU.) y, no lo dudemos, van a venir con todo.

Imagen relacionadaEse “venir con todo” incluye a Venezuela por dos razones: la crisis de refugiados que se viene dando en la frontera y por el creciente conflicto con el gobierno venezolano. La unión de la xenofobia con la fobia anticomunista al chavismo es un recurso para unificar y movilizar que el uribismo no dudará en usar: si en el pasado Venezuela fue usada como excusa para recibir las bases americanas ahora nuestro país será la excusa para todo tipo de acciones internas y externas del gobierno colombiano: desde imponer cuotas de inmigración hasta mayores presiones contra el gobierno Venezolano.

No debería extrañarnos que, a medida de que avancen las acciones legales contra Uribe aumente también la retórica anti-venezolana y antichavista del Centro Democrático: el gobierno de Duque sin duda será muy polarizante y enfrentará una oposición muy fuerte y Venezuela será la excusa perfecta para distraer y concentrar fuerzas.

En cualquier caso, una nueva etapa de las relaciones colombo-venezolanas ha comenzado y, tristemente, parece que no traerá nada bueno.