Social Media, utopías sociales y economía global
Enrique Amestoy|
La oficina de “Global Social Media” expande el alcance de la política exterior de los Estados Unidos a través de nuevos medios y tecnología de comunicación basada en web. Así se define la misión de “The Office of Global Social Media” de los Estados Unidos de América.
No es para nada casual que el Departamento de Estado tenga una oficina dedicada al manejo y seguimiento de la “Social Media”, espacio mucho mas amplio que las “social networks” en tanto abarca redes sociales, blogs, foros, geolocalización, entre otros tantos etcéteras. Es de suponer que la citada oficina tiene mucha tarea y su cometido no se limita simplemente a generar loables publicaciones de tuits o videos en Youtube del Departamento de Estado.
Estudiosos del mercadeo saben desde hace varios años, que participar sólo en redes sociales digitales no es suficiente, en tanto deja el proceso de marketing incompleto. Claramente definido uno de los ejes centrales: la web es marketing, muchísimo dinero pero sobre todo trillones de datos referidos a cada uno de quienes hacemos uso de la “red de redes”. Tal vez sea importante redefinir el campo de batalla hacia el “social media” y no limitarlo al de las redes sociales, como hasta no hace mucho tiempo algunos señalábamos.
Podríamos citar al ex presidente norteamericano Barack Obama como el primero en dar la batalla electoral con una campaña 100% digital en 2012. La afamada revista Rolling Stone señaló, por aquel entonces, que la campaña del 2012 ha sido la madre de todas las campañas online. En el mismo año en Medio Oriente, las redes sociales digitales fueron factor fundamental y determinante en lo que conocimos como “La primavera Árabe”.
El análisis del impacto de tuits, publicaciones en Facebook, videos en Youtube, búsquedas en Google, incluso las cosas que decimos en el área de alcance del micrófono de nuestro dispositivo móvil y que el aparato “escucha” y decodifica en texto para saber cómo nos sentimos, que cosa desearíamos comprar o con quienes interactuamos, han sido desde entonces armas fundamentales para medir y determinar rumbos políticos y económicos.
No hace mucho tiempo que el mundo entero tomó conocimiento de que en el plebiscito por la salida del Reino Unido de la Comunidad Económica Europea en 2016, tuvo incidencia determinante el trabajo de la firma Cambridge Analytics: empresa británica que se ocupaba de realizar minería y análisis de datos y que se convirtió a la comunicación estratégica para procesos electorales, utilizando datos brindados por Facebook que incluían millones de grafos y que podían determinar, por ejemplo, el estado de ánimo del usuario a la hora de mostrarle una publicación.
Poco después supimos que la misma firma y con la misma estrategia, trabajó para la victoria electoral de Donald Trump. También existen indicios de que la campaña a la presidencia de Mauricio Macri en Argentina también se apoyó en esas herramientas. Cuando desde distintos frentes se intentó investigar a Cambridge Analytics, la empresa literalmente desapareció.
Los hechos ocurridos a comienzos de enero de éste 2021, que tuvieron como protagonistas al expresidente estadounidense Donald Trump y la red social Twitter, nos obligan a pensar mucho más lejos sobre la incidencia político-económica que las grandes empresas de tecnología tienen hoy día. Una empresa por si y ante si, se subrogó el derecho de borrar de un plumazo la presencia de un tuitero que tenía mas de 88.5 millones de seguidores y era el presidente nada menos que de Estados Unidos. Donald Trump y sus seguidores hicieron una movida rápida a una red social poco conocida globalmente – pero muy utilizada por grupos de extrema derecha en la Union Europea – llamada Parler.
Pocos días fueron necesarios para que otro gigante de la tecnología, vetara esa movida a otro campo de batalla digital: Google quitó de su Play Store a la aplicación Parler y con esa jugada impidió la comunicación de Donald Trump por redes sociales digitales con sus seguidores. Ésta última medida podría sonar contradictoria: fue la propia Google que en mayo de 2019 colaborara con el gobierno estadounidense en su guerra comercial con China por detentar el control de la tecnología 5G, acatando la orden ejecutiva de Donald Trump de suspender la venta y soporte de software a la empresa Huawei, nada menos que Android. Sin embargo Google no mostró ningún tipo de reparo a la hora de impedir al propio Donald Trump el uso de la aplicación Parler.
Las GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft) juegan el partido de ser ellas quienes controlan el mundo. Y no solo en términos de índices Forbes, donde hace mas de tres años que ocupan los primeros lugares. Son las empresas que se ocupan de seleccionar lo que leemos o vemos, el orden en que nos llega la información, la segmentación (la información que nos llega por “grupos de afinidad” y nos da la sensación de que “todos ven lo mismo”) de información, o el bloqueo sistemático de lo que ellas entienden que cada uno de los usuarios no deberíamos leer, ver u oír.
Son las que apoyan a un gobierno en una guerra comercial (Google y Huawei, EEUU y China), las que acallan voces (Twitter y Trump) pero también hacen que muchos celebren: todos quienes veíamos a Trump como un demente, pudimos haber celebrado con satisfacción el hecho de que Twitter lo bloqueara. Twitter pasó a ser “uno de los nuestros”, para muchos y a simple vista. Pero en realidad se trató de una corporación bloqueando la voz de un usuario y en particular uno con más de 88 millones de seguidores en el mundo.
No existe legislación o regulación nacional o supranacional que impida que las corporaciones hagan lo que les parezca, ni legislaciones locales que permitan poner freno al incontrolable “hago lo que quiero” de los gigantes del mundo de la tecnología. Cuando un país intenta poner algún tipo de traba o legislación local a uno de los poderosos, como el reciente caso en Australia
donde se le exigiría a Google pagar a los medios de comunicación “tradicionales” locales por mostrar parte de sus contenidos “privados” en las búsquedas, el gigante ha amenazado con irse del país, mientras que Microsoft afila sus colmillos por quedarse con el 94% del mercado detentado por Google con su buscador Bing y ya ha hecho ofertas formales al gobierno australiano.
Esta lucha entre Google y el gobierno australiano tiene como ejes de discusión el rol de los medios de comunicación, la libertad de prensa y la libertad de expresión a nivel global. Nada menos.
No hay legislación global. Tampoco a nivel de bloques como la UE, CELAC, ALBA o Mercosur. En éste último es poco previsible que se den éstos debates en el futuro cercano, en tanto cada día se encuentra política y económicamente más desdibujado y con gobiernos intentando dar la estocada final o simplemente volverlo a sus orígenes de espacio de comercio, dejando atrás los avances durante gobiernos de Kirchner, Mujica, Lula y Dilma.
En Latinoamérica Google es dueña de varias de las fibras ópticas subacuáticas. A fines de 2019 se estimaba en más de 120 mil ilómetros de fibra óptica subacuática mundial en manos de Google. De la misma forma los grandes centros de datos están en manos de las GAFAM.
Mientras los parlamentos y gobiernos latinoamericanos o africanos, se ocupan de graves problemas de desempleo, educación o alimentación, las GAFAM continúan controlando las comunicaciones y la social media a nivel mundial. Sin legislación que les señale claramente “hasta donde ir”, los gigantes comerciales de la tecnología van a por todo. Dueños del dinero, centros de datos, tendidos de fibra, proveedores de internet.
Dueños de los sistemas operativos de los dispositivos móviles: la española Statista señalaba, a fines del 2019, que el 86,1% del mercado de sistemas operativos móviles lo detentaba Android (Google) y el 13,9% quedaba en manos de IOS (Apple). También Statista informaba que más del 90% de los internautas utilizan el buscador de Google como su buscador predeterminado, donde su principal competidor es Bing de Microsoft con poco mas del 2%. Sin embargo Microsoft se hace fuerte en los sistemas operativos de equipos de sobremesa, con un 87.54% (datos al primer semestre del 2020).
En otro orden y sin pretender ingresar en el debate referido a si el Covid-19 es un virus cuya fuente sea animal, salido de un laboratorio, financiada su creación, tratamiento o cura, por parte de las mismas GAFAM de las que hablamos antes, puedo ver que se nos demostró con muchísima claridad que el control social a nivel global es factible. Con los medios tradicionales de comunicación y las redes hablando 90% del día únicamente de ese tema.
Agregue varias medidas de control social “real” como los toques de queda, la prohibición y represión de reuniones sociales o manifestaciones populares y tendremos pueblos haciendo lo que gobernantes o la industria farmacéutica o tecnológica quieren que hagamos. Las ONG’s de mayor peso global así como las nuevas iglesias de inmenso poder económico y político también han hecho lo suyo, no cabe la menor duda.
¿Hubiera sido posible un manejo comunicacional tan eficiente sin la existencia de la social media? ¿Se hubiese logrado tener a casi ocho mil millones de personas pendientes de un único tema? ¿Está la población mundial al tanto de que las muertes por Covid no están dentro de las primeras diez causas de muerte determinadas por la Organizaci´pon Mundial de la Salud en el mundo entero? ¿Se ha preguntado por qué Bill Gates, cofundador de Microsoft y uno de los hombres más poderosos del mundo, es señalado por muchos de ostentar teorías conspirativas sobre la pandemia junto al multimillonario George Soros?
¿Cuál es la explicación de que los resultados de búsqueda en Google de la palabra “Covid” arrojen en Latinoamérica más de 6,270,000,000 (seis billones), en EEUU más de 5,730,000,000 (casi seis billones), en Europa más de 7,180,000,000 (siete billones) o más de 7,400,000,000 (siete billones cuatrocientos) en Japón? ¿Quién nos explica porqué la “empresa del buscador” haya realizado software con alertas, estadísticas o gráficos y para ello sin dudas haya requerido de un ejércitos de informáticos y millones de dólares para esos desarrollos? ¿Es solo por la necesidad de informar a nivel global?
Hace tal vez diez años era contundente señalando que el Software Libre era (lo es) una condición necesaria pero no suficiente para la emancipación digital. Agregaba que era fundamental contar con Hardware Libre (a contrapelo del cada vez más creciente control de China sobre el hardware de computadoras y celulares) y también con redes de comunicación (las de fibra óptica subacuáticas fundamentalmente) libres e independientes de gobiernos de turno o de corporaciones.
De la misma forma los planteos de Rusia de poder continuar viviendo en el mundo digital con sus propias redes, en un hipotético boicot o corte de las comunicaciones con el resto del mundo, los veía con entusiasmo. China también avanzaba en la misma línea. También veía con entusiasmo la propuesta de Rafael Correa en Unasur de un “anillo de fibra óptica” del bloque, por citar algunos.
Hoy no tenemos Unasur, los países que la integraron se encuentran retrocediendo en sus procesos progresistas o, en el mejor de los casos, peleando por reconquistarlos.
Argentina intenta rearmar todo lo desandado por el gobierno neoliberal de Mauricio Macri, Bolivia retomando su vida democrática luego del golpe contra Evo Morals, Piñera deshaciendo, literalmente, a Chile, Duque haciendo lo propio con Colombia, Uruguay con clara intención de romper el monopolio estatal de las comunicaciones y dar paso a Claro o Movistar, Bolsonaro desafiando al Covid y responsable de mas de 220.000 muertes por el virus.
Claramente la prioridad de los países latinoamericanos no parece ser la profundización de los avances en materia de Software Libre o Software Publico. Menos aún en materia de redes físicas y lógicas de datos soberanas y más importante aún: libres de corporaciones. Lo urgente se come a lo importante: algo totalmente razonable y lógico para la mayoría o para la lógica en que hemos estado acostumbrados a manejarnos.
En paralelo y probablemente en una lógica de “sálvese quien pueda”, los colectivos que bregaban por el Software Libre como herramienta para los gobiernos y usuarios en general, los que se ocupaban de generar grandes espacios y debate sobre éstos temas, como lo eran el Foro Internacional de Software Libre (FISL) en Brasil u otras actividades en Latinoamérica como el CISL en Uruguay, las “Mingas por el Software Libre” en Ecuador, desaparecieron o van en vías de desaparecer.
En paralelo han aparecido colectivos que bregan por la libertad de expresión o la apertura de datos públicos en cada uno de los países. Si hurgamos un poco en cada una de estas organizaciones de la “sociedad civil” (“organizaciones sociales” entiendo que es el término que debemos usar) que se ocupan de tan importantes temas, tienen por detrás y como organizaciones encargadas de su financiación a la Open Society Foundation o la Ford Foundation. Algunas hace uso de fondos cedidos por la Bill & Melinda Gate Foundation. Poco que agregar al respecto ¿no es cierto?
Son muy pocas las certezas y la mayoría son interrogantes o malos augurios para el presente y futuro cercano. Quizá solo de algo puedo estar seguro: si en nuestra organización social, en nuestro partido, movimiento o sector político, en nuestro colectivo obrero o campesino, en nuestra organización estudiantil o barrial, estamos en la etapa de definir el nombre que pondremos luego del @ en la cuenta de Twitter, Instagram o Youtube.
Si no tenemos una estrategia comunicacional o – aún teniéndola – tenemos un par de miles de seguidores en nuestras redes sociales, si estamos analizando la conveniencia o no de integrar a nuestro movimiento a expertos en redes sociales o social media, si contraponemos en nuestras discusiones la importancia de dar las batallas en las redes o en las calles… La batalla de las ideas en el mano a mano con el otro en la calle, con los “pies en el barro” en contraposición con la batalla de ideas en el ese mundo etéreo de las redes sociales o la Internet toda.
Estamos perdiendo: nos llevan más de diez años de ventaja, quienes ya han probado con dinero, estrategias de marketing, metadatos, big data e inteligencia artificial, que en el trabajo en la social medi” está una parte fundamental, si de ganar batallas estamos hablando.
La internet, los dispositivos que permiten el acceso masivo a redes y medios de comunicación, las corporaciones que detentan el control hegemónico de dispositivos e internet, no van a desaparecer. Por cierto: aumentará el uso masivo de dispositivos móviles y computadoras en el mundo entero. En un razonamiento lineal, aumentará la presencia de las GAFAM y el control de lo que buscamos, hacemos, mostramos y sentimos. Y seguirán habiendo empresas que se ocupen de manejar los millones de terabytes de información que cada uno de nosotros les cedemos, para orquestar campañas comerciales o políticas para su propio beneficio o para el que les pague más. No importa si nos venden un teléfono celular, una hamburguesa o un presidente.
Si nos venden ganan millones. Y quienes venden saben que la social media es el lugar en el que hay que invertir. La legislación casi inexistente hace que sea aún más simple la decisión de invertir en publicidad, para que las GAFAM segmenten muy fino de manera de que a quien diga “qué bonita planta” le llegue todo tipo de oferta de plantas y artículos o servicios asociados. Y a quien diga “inseguridad” la oferta de armas, alarmas o aquel candidato que proponga “mano dura” o venda propuestas asociadas con solucionar el “grave problema de la inseguridad”.
Sin duda alguna a quien ponga “socialismo” o “software libre” se lo empujará a ver enlaces o publicidad que poco o nada tengan que ver con lo que buscaron. Cuando nos encontremos en redes sociales todos aquellos que queremos cambios en este sentido, es altamente probable que nos quedaremos encerrados en una burbuja donde hablaremos “entre convencidos” y sin duda alguna las propuestas o soluciones no llegarán o no serán mostradas a la mayoría de los usuarios.
El día que invitemos a una movilización de masas para empujar por nuestros ideales, posiblemente seamos redireccionados a “null” (término utilizado en informática para definir a la “nada”) o tendremos uno o dos “like” en nuestra publicación.
Finalmente señalo, con la certeza de que posiblemente no obtenga ningún “like”, gracias a los algoritmos de las grandes corporaciones tecnológicas, sabiendo que mi propuesta no será mostrada por los buscadores en los primeros lugares, que la batalla hoy, más que nunca, tiene que ser ideológica.
La brecha entre quienes tienen y quienes no tienen acceso a la tecnología, la extrema pobreza, la concentración salvaje de capital y la lucha por el control de los medios hegemónicos de producción (la producción de contenidos en Internet es hoy uno de los mas grandes), continúan siendo los ejes de lucha que nos deben acercar, encontrar o quizá re-encontrar a todos aquellos individuos, sectores y organizaciones con una visión del mundo desde la izquierda.
Y para dar la batalla en los espacios digitales, sin ninguna duda es necesario contar con social media soberana, redes sociales soberanas, software libre soberano, hardware libre soberano, redes descentralizadas, nubes soberanas descentralizadas, comunidades estratégicamente repartidas por los distintos espacios para generar masa crítica, enseñanza comunitaria para la utilización de todas y cada una de las herramientas, colectivos independientes de poderes económicos de cualquier tipo.
Caminemos: porque como dijo alguna vez don Eduardo Galeano “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.”
Fuentes consultadas
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⦁ https://ihsjournalism.online/2904/news/how-social-media-controls-our-lives/
⦁ https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/08/06/mercados/1596729079_487354.html
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⦁ https://bienpensado.com/que-es-social-media-y-su-diferencia-con-las-redes-sociales/
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⦁ https://www.dw.com/es/oms-fuente-animal-de-virus-del-covid-19-sigue-sin-identificar-en-wuhan/a-56507843
*Exasesor en TIC del Ministerio de Relaciones exteriores uruguayo, docente, investigador en temas de TIC, seguridad informática y software libre. Colaborador del Cenro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)