Guatemala: El país de nunca jamás
RAFAEL CUEVAS MOLINA| La oligarquía guatemalteca ha puesto una vez más a uno de los suyos en el poder. Pudo haber sido elegido de forma diáfana y sin retruécanos, pero eso no significa que los intereses que representa no sean de los más atrasados.Este sábado 14 de enero asumió la presidencia de Guatemala el exgeneral Otto Pérez Molina al que, como se sabe, se sindica de haber participado, como ejecutor directo, en la guerra contrainsurgente en la década de 1980.
Encuentra ante sí un panorama desolador: uno de los países más pobres de América Latina; uno de los más violentos; uno de los más desiguales; uno de los más racistas. Encuentra al país con más desnutrición infantil de todo el continente y con más desaparecidos políticos. Un país totalmente penetrado y, en muy buena medida, tomado por las mafias del narcotráfico y el crimen organizado.
Un panorama para ponerse a llorar.
Pero el exgeneral Pérez, sacando fuerzas de flaqueza, sin arredrarse, decide poner buena cara ante la adversidad y, sin inmutarse, se hace confeccionar un traje exclusivo en la casa Salvatore Ferragamo para lucirlo esplendentemente durante la ceremonia en la que se le impondrá la banda presidencial. Ostentará también un reloj marca Rolex. “Vamos a estrenar todo el atuendo –dijo- ya que es una ocasión muy especial”.
La señora Roxana Baldetti, quien fuera electa para el cargo de Vicepresidenta, no puede quedarse atrás. Ha escogido tres vestidos diferentes para lucir a lo largo del día. Son marca Chanel y Carolina Herrera, complementados con aretes y collar de perlas.
No han perdido el tiempo, pues, entristeciéndose o poniéndose a pensar en cosas negativas. Para ello están los resentidos de siempre (como el que escribe estas líneas) que no hacen más que ver el lado oscuro de las cosas.
La ostentación obscena de la riqueza y el poder es una de las características de los grupos dominantes guatemaltecos. La prepotencia otra. La obsecuencia una más. Orgullosos de haber prevalecido en la guerra interna que asoló al país, seguros de que nada ni nadie los moverá del lugar en donde están, ofrecen abiertamente reditar las persecuciones de “comunistas” y sacan a relucir todo el arsenal trasnochado de amenazas cada vez que se da un avance en la lucha contra la impunidad.
No han aprendido nada, siguen viviendo en la era de las cavernas y se regodean en ella.
Países manejados a su antojo por estas oligarquías atrasadas, adosadas servilmente a los intereses norteamericanos, los centroamericanos no han podido levantar cabeza a pesar del enorme esfuerzo humano que significaron las distintas sublevaciones que sus pueblos protagonizaron en los años 80 del siglo XX. Manejadas con criterio de finqueros del siglo XIX, ven comunismo en el más mínimo atisbo de cuestionamiento de statu quo, y no saben responder a lo que no es igual a ellos más que con la violencia que lleva a la muerte. No en vano, en los años 70 y 80, su partido político estandarte, el llamado Movimiento de Liberación Nacional (MLN), se autoproclamó “el partido de la violencia organizada”.
La oligarquía guatemalteca ha puesto una vez más a uno de los suyos en el poder. Pudo haber sido elegido de forma diáfana y sin retruécanos, pero eso no significa que los intereses que representa no sean de los más atrasados. Emperifollado en un país de harapientos, Otto Pérez Molina da su primer paso de forma equivocada y envía una señal a contramano de la imagen de conciliador y socialmente sensible que quiere dar. Es que no sabe cómo hacerlo porque en su mundo a lo más que se llega en relación con los pobres es a la limosna por caridad.
Guatemala sigue empantanada.
*Presidente AUNA-Costa Rica