Vivienda y revolución

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MARIEL CARRILLO | En Venezuela se vive una revolución. Mientras en algunos países las familias de la clase obrera se enfrentan al drama de perder las viviendas –tantas veces precarias– que han conseguido en años de trabajo, y que, en muchos casos ni siquiera son propias, en Venezuela el Gobierno nacional construye viviendas dignas para quienes más las necesitan.

AVN

La Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) se inició formalmente en abril del año 2011; con este programa, el Gobierno venezolano pretende dignificar las condiciones de vida de los ciudadanos más pobres, quienes enfrentados a años de exclusión, se vieron obligados a construir ranchos en terrenos peligrosos ante la imposibilidad de habitar las buenas y céntricas zonas tomadas por terratenientes o negociantes inmobiliarios.

Esta misión, que hasta el mes de octubre de 2012 construyó más de 260.000 viviendas, formaliza el esfuerzo del Estado por atender esta necesidad básica, fundamental para la estabilidad del individuo y que tiene no sólo implicaciones personales, sino sociales.

La transformación estructural que vive Venezuela desde 1998, ha permeado en todos los ámbitos de la vida ciudadana; un país rico, dueño de las mayores reservas de petróleo de la Tierra llegó a tener en 1999, un índice de pobreza del 27%, una pobreza que generó caos social, inseguridad, hambre, miseria y condiciones de vida inhumanas para una gran parte de los ciudadanos.

Los barrios urbanos, los de las casas de cartón y techos de zinc que bien supiera retratar en sus canciones Alí Primera, fueron la expresión más visible de este drama que la Revolución Bolivariana ha intentado solucionar, y que, efectivamente se ha comenzado a hacer, con la participación del pueblo organizado, que hoy ve no sólo la posibilidad de cambiar y mejorar sus condiciones de vida, sino la realidad, con obras que se construyen a gran velocidad y con miles de familias, que pasan de oír la triste y temida lluvia en sus casas de cartón a verla caer en las ventanas de sus hogares, dignos y seguros.
Lo extraordinario se vuelve cotidiano

En países como España, donde ataca con dureza la crisis, los ciudadanos se enfrentan a la pérdida del estado de bienestar, que ha significado en el sector de la vivienda, que se hayan realizado 350.000 ejecuciones hipotecarias en los últimos cuatro años y que los llamados desahucios (desalojos) en el 2012, llegaran a los 18.668, un 13,4% más que en el segundo trimestre de 2011, según cifras oficiales publicadas por el diario El País.

Además, el 34% de los suicidios cometidos actualmente en la nación ibérica, según estadísticas oficiales, son a causa de los desalojos. Las personas, ante la imposibilidad de cancelar las deudas hipotecarias y a la pérdida de la vivienda, han optado por la extrema decisión de quitarse la vida.

En contraste, en Venezuela el Estado construyó entre abril de 2011 y septiembre de 2012, cuando se inició la Gran Misión Vivienda Venezuela, más de 260.000 viviendas en todo el territorio nacional, para atender principalmente a quienes perdieron sus casas producto de las lluvias que afectaron el país en el año 2010; y la meta de ejecución entre 2012 y 2013 es de 396.265 hogares.

Leukys Hernández, una varguense de 33 años de edad, es una de esas miles de personas que humanizan las cifras, y que son prueba viva de que el pueblo venezolano atraviesa un proceso extraordinario, que construye paso a paso una sociedad con un modelo diferente al del sistema imperante, que privilegia al capital sobre el ser humano.

“Mira, yo pasé un año en una carpa en un refugio del Círculo Militar de Mamo; yo vivía en la casa de mi mamá, en el sector Catamare de Catia la Mar, y como era de alto riesgo, nos llevaron al refugio”, explica.

Comentó que fue un período difícil, en el que debió afrontar muchas incomodidades, como tener a su hijo, que hoy tiene 9 años, viviendo en una carpa con calor, sol y la sensación de no tener un techo.

A Leukys, su esposo y su hijo, les fue entregada el viernes 26 de septiembre, un apartamento en el urbanismo Playa Grande, que construye el gobierno en asociación con la República de Turquía, construidas con materiales no tradicionales, de más rápida construcción.

“Recibí mi apartamento, muy lindo, muy lindo… yo nunca me imaginé poder tener una casa para mi esposo y mi bebé”, relata emocionada.

“Los apartamentos son bellísimos, hay apartamentos de tres habitaciones y de dos habitaciones, yo tengo uno de dos, porque mi núcleo familiar es pequeño. Yo estaba en la lista de un refugio, y recibí mi apartamento como refugiada”.

El caso de Erica Blanco, es distinto, ella no es refugiada, pero luego de que falleciera el dueño del departamento en el sector Las Delicias de la parroquia El Recreo, en Caracas, donde vivía alquilada con los otros cuatro miembros de su familia, y de que los herederos se presentaran a reclamar la vivienda, se quedó literalmente en la calle.

“Nos fuimos arrimados, que si con los vecinos, tu sabes”, nos comenta desde el local que le fue adjudicado en el Centro de la Economía Popular Manuelita Saénz, en Chacaíto, “ahorita estoy en un edificio que fue expropiado, frente al Hotel Savoy, ahí somos unas 300 familias, tenemos un consejo comunal y hasta nos aprobaron un proyecto de aguas blancas y servidas que están en ejecución, son recursos de la Alcaldía del Municipio Libertador”.

Erica resalta el trabajo con el Movimiento de Pobladores, con quienes mantienen reuniones periódicas, a fin de legalizar su situación inmobiliaria y dice que si bien ella no vive en uno de los edificios nuevos que construye la GMVV, aplaude que el gobierno se ocupe de construir casas.

“¡Ay, eso me parece buenísimo (que el Gobierno construya casas)! En otros países es más difícil la cosa. Aquí el Gobierno ha ayudado mucho en la cuestión de las viviendas, y no desde ahorita, desde hace tiempo, con el Presidente.”

Viviendas y Poder Popular, en construcción

Al igual que las viviendas, el poder popular está en proceso de construcción, de ensayo y error, pero sin dejar de moverse y de producir cambios, en un entramado complejo en el cual los logros van de la mano de una participación directa de los ciudadanos en la detección y solución de los problemas que les aquejan. Democracia participativa y protagónica.

Yana Coelli es facilitadora y promotora comunitaria en la parroquia El Recreo, en su rol de luchadora social, se encarga de organizar los procesos de formación y organización comunal. Uno de los problemas que atiende, junto a las casi 200 personas de los ocho consejos comunales que conforman la comuna en construcción del Eje 5 de la jurisdicción, es, precisamente el de la vivienda.

“Arrancamos el siete de junio (2012) con la orientación para formar las mesas técnicas de vivienda, en los dos primeros encuentros que hicimos, trabajamos la función de la mesa técnica de vivienda y el por qué se estaba creando, lo hicimos con una metodología en la que elaboramos el árbol del problema, las causas de por qué no tenemos vivienda, de que estemos arrimados, alquilados, en zona de riesgo”, explicó.

“El objetivo era que todos vieran que la necesidad no es solo de algunos, sino nacional, y empezamos a hablar de los 40 años, de las promesas (de los gobiernos de la Cuarta República) esa ley de Política Habitacional, de quienes se beneficiaban de esas políticas, del elefante blanco de Inavi (Instituto Nacional de la Vivienda), hubo muchísima participación de la gente y esto generó confianza”, relató.

Para Yana, la participación es fundamental, pero aún más la formación. Dijo que sólo los consejos comunales organizados, con sus censos de vivienda y sus propuestas de solución, elaboradas de manera colectiva, garantizan el acceso a una vivienda digna, tanto de las que se construyen a través de la GMVV, como de las que pueden hacerse con autoconstrucción y en trabajo con los comités de tierra urbanos o los movimientos de Pobladores, que se encargan de buscar terrenos y edificaciones ociosos, que pueden utilizarse como viviendas.

“Luego de las elecciones retomamos las reuniones de la mesa de vivienda, han participado casi en todas las reuniones 120 personas, mínimo 80, tengo constancia de asistencia. Todo esto se encamina es con la organización comunal pues con la organización es que se presentan los proyectos y se logran las cosas”.

Comentó que la parroquia El Recreo es, de Caracas, la que tiene mayor número de edificios asignados, mayoritariamente a personas provenientes de los refugios. “Los refugios han sido la prioridad, pero hay mucha gente con necesidad de vivienda, que debe organizarse para poder llevar a las instituciones gubernamentales la información fidedigna de lo que sucede en nuestras comunidades”.

“La Misión Vivienda apunta a la necesidad del pueblo, pero podría trabajar más directamente con los consejos comunales, que salga por televisión, así la gente va a ir corriendo a organizarse. La comunidad si no se organiza no tiene chance. Pero así es el proceso y estamos en una de ensayo y error”.
Una innegable realidad

Con más de 260.000 viviendas entregadas, y más de 300.000 proyectadas para entregar hasta el año 2013, el esfuerzo del Estado venezolano por atender la necesidad de vivienda, que alcanza los tres millones de hogares, puede calificarse de titánico.

De acuerdo al Censo poblacional del año 2011, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en Venezuela existen un total de 6.242.516 viviendas, de las cuales 190.366 se construyeron en ese año.

Francisco Sesto, responsable de la Oficina Presidencial de Planes y Proyectos Especiales (OPPPE), uno de los entes ejecutores de la Misión, declaró que, sólo en el Distrito Capital, con las 22 mil viviendas que se culminarán en el 2012 y unas 23 mil que están en ejecución para el 2013, se multiplican todas las construidas por los gobiernos de la democracia representativa, en 40 años. Un gobierno de ese período, nunca sobrepasó la cifra de las 80.000 viviendas.

“Es un enorme esfuerzo, superior al que sumarían décadas de la Cuarta República, cuando se abandonó la construcción de viviendas en el Distrito Capital (Caracas), salvo en las periferias, y nunca en zonas céntricas, como ahora”, precisó.

El Distrito Capital, donde más de 9.000 casas fueron entregadas desde que inició la GMVV, concentra la mayor parte de la población en zonas de riesgo o en condiciones inhóspitas.