Las milicias digitales de la ultraderecha argentina
Revista Crisis
La ultraderecha ensaya nuevas formas de violencia paraestatal, que comienzan como ataques virtuales en las redes pero derraman hacia los domicilios y familiares de sus objetivos. Esta investigación revela quiénes son los integrantes de uno de los grupos más despiadados y describe de manera pormenorizada su modo de operar. También avanza en cuáles son sus terminales con el Poder Ejecutivo. Conocer estos vericuetos es clave para poner en juego estrategias de autodefensa.
La guerra encabezada por el Gobierno nacional contra la población y sus instituciones representativas incluye hasta el momento acciones represivas cada vez más virulentas en las movilizaciones y concentraciones callejeras; encarcelamientos masivos que, a partir de una alianza con lo más rancio del sistema judicial, derivan en acusaciones descabelladas como la de “terroristas” que intentaron perpetrar un “golpe de Estado” contra quienes se animaron a resistir la Ley Bases, una cruzada judicial contra las organizaciones sociales, la retención de alimentos y el ajuste de partidas presupuestarias a costa del hambre de los más castigados.
Pero existe una práctica primigenia de la extrema derecha que vamos a reconstruir de manera minuciosa a raíz de nuevos alcances que ha adquirido desde que el 10 de diciembre La Libertad Avanza (LLA) cruzó un umbral histórico y se hizo de la botonera estatal: los ataques digitales contra opositores, o para dirimir internas del ahora oficialismo, que traspasan las pantallas y se convierten en persecuciones y agresiones físicas.
Las acciones violentas que ya protagonizaban sus variopintas organizaciones —como el atentado contra Cristina Fernández de Kirchner (CFK)— presentaban conexiones y terminales gubernamentales. La diferencia sustancial es que ahora la condición paraestatal de los ataques depende íntegramente de una fuerza que maneja los fierros del Estado nacional. O, dicho de otra manera, que desde hace seis meses ocupa los dos lados del mostrador.
A continuación, presentaremos los siguientes puntos: 1) el modo en que los tanques digitales atacan en manada; 2) la identidad de los máximos miembros de uno de los grupos que encabezan estas persecuciones y sus vínculos políticos; 3) los destinatarios de esta violencia impiadosa.
El arte de doxear
La cuenta @Antiponzista había conseguido instalarse masivamente en el universo twittero, incluso con interacciones al interior de los círculos de la derecha radical. Cuando asumió Javier Milei (JM) evaluó que el único modo de enfrentar al flamante Gobierno era golpearlo en su propio terruño: el digital. Rápidamente comenzó a publicar información sensible.
El parteaguas se produjo en febrero, cuando junto a otro usuario (@criminaalmambo) realizaron un pedido de Acceso a la Información Pública y se toparon con una data explosiva: la lista de ingresos a la Casa Rosada revelaba que una tropa de twitteros de la ultraderecha, reconocidos por su descarnada agresividad, eran asiduos concurrentes.
“En unos días, se les cae la máscara a varios twitteros, no fue por la libertad, fue por la guita”, advirtió desde su cuenta como prefacio de una andanada de posteos que pegaron en la línea de flotación del incipiente armado del todopoderoso asesor presidencial Santiago Caputo.
El primero que revelaron fue el caso de Juan Pablo Carreira (@jdoedoe101101), quien sorpresivamente figuraba en las planillas de ingresos como director de Comunicación Digital, un cargo que no se había difundido y que recién se oficializó cinco meses más tarde.
Otro personaje expuesto fue el influyente médico genetista Daniel Parisini, conocido como el Gordo Dan (@gordodan_), a quien desnudaron como un asiduo visitante de Balcarce 50 e incluso como quien autorizaba los ingresos de otros twitteros radicalizados.
Parisini acusó recibo a través de una inmediata respuesta que se convirtió en una confesión: “¿Esta era la boludez que tenías? Fui a ayudarlo a Juan [Pablo Carreira, alias Juan Doe] a armar su equipo porque el 19 de noviembre ganamos las elecciones. También fui como invitado el viernes al Congreso a escuchar el discurso de mi Presidente porque ganamos las elecciones, y vos quedaste con el culo ardido. (…) ¿Te dan los huevos para dar la cara o va a haber que doxearte?”.
Según la página oficial argentina.gob.ar, doxear “consiste en recopilar y publicar información personal de alguien o de un grupo sin su consentimiento, con el objetivo de dañar su trayectoria pública y profesional”. Tiene su origen en la frase “exponer dox”, una contracción de “docs”, es decir, documentos. Parisini hablaba de lo que sabe: en junio de 2021, publicó en Twitter las direcciones postales de un grupo de periodistas que expuso vínculos entre agrupaciones e influencers de ultraderecha. Todos esos comunicadores fueron amenazados tras el doxeo.
Pero @Antiponzista y @criminaalmambo no retrocedieron frente a la amenaza y continuaron revelando la estatización de una manada de twitteros que hasta hace poco solían fustigar a la casta política. Tomás Jurado (@ElPelucaMilei) y Lucas Luna (@sagazluna) fueron los siguientes señalados como flamantes miembros del equipo de Comunicación Digital y Pública respectivamente. Se sumó la revelación de un encuentro entre el sobrino de Toto y su amigo Juan Neuss, integrante de una poderosa familia, dueña de un conglomerado empresario principalmente de la rama energética. Hoy los Neuss avanzan con negocios múltiples de la mano del asesor presidencial. También incluyeron los nombres reales de usuarios reconocidos por sus obsesivas persecuciones a opositores.
La gota que rebalsó el vaso fue la publicación de una declaración jurada con la firma de puño y letra del médico Parisini (Gordo Dan) confirmando su trabajo como residente en el Centro Nacional de Genética Médica del Instituto Malbrán entre junio de 2019 y septiembre de 2023, un mes después del triunfo de JM en las PASO.
Ahí se desató la cacería libertaria, desplegando un aceitado modus operandi. El 13 de marzo, una semana después de los posteos en su contra, el Gordo Dan publicó su nombre y apellido, el nombre de la cuenta (@Antiponzista), y agregó: “A partir de ahora tuitea con nombre, apellido y rostro”. El doxeo se complementaba con tres fotos en primer plano.
Días más tarde, un repartidor de Mercado Libre tocó el timbre de su casa y le entregó la típica bolsa amarilla de la compañía, en cuyo interior había un bol de plástico y tapa transparente con tierra y gusanos. Horas después le llegó un mensaje advirtiéndole que, en caso de seguirla, él también terminaría en la tierra. La jornada siguiente, un sujeto se mostró sacando fotos en el frente de su domicilio. A continuación publicaron imágenes, nombres, direcciones, patentes del auto y deudas bancarias de toda su familia, a quienes amenazaron.
Finalmente, en grupos de Facebook y de Marketplace, pusieron en marcha una modalidad denominada swatting, surgida en la cultura online estadounidense, que consiste en engañar a un servicio de emergencia dando un aviso de un falso incidente grave para que envíe una respuesta urgente.
La versión local implica la publicación de anuncios falsos (ofertas laborales, ventas, donaciones de muebles o electrodomésticos) para que las personas concurran con alguna expectativa de realizar un trabajo o, tal como ocurrió en el caso de @Antiponzista, para retirar una heladera y una cocina que supuestamente ofrecía de manera gratuita. Al llegar a su casa continuaron cebando a los ingenuos que se presentaron con un flete diciéndoles por mensaje que los estaban grabando porque se trataba de una joda. El objetivo era que se desquitaran con el dueño y su morada.
Kiosco, falopa y coquita
Cuando @Antiponzista reconoció que los ataques no se detendrían, decidió negociar la rendición. A través de una cuenta vinculada a los usuarios libertarios más repulsivos, consultó qué debía realizar para que cesaran las hostilidades. La respuesta se limitó al reenvío de una captura de pantalla: “Que se vaya de Twitter”. Una línea más abajo leyó: “¿Le fue gente a la casa por casualidad? Jaja”.
El usuario que mandó esos mensajes fue @BarraniBad (en el pasado: @barrani44 / @badbarrani). Pero antes de revelar su identidad y trayectoria detengámonos en el autor intelectual: se trata del traumatólogo del Hospital Alemán Alberto Muzzio (@soycarpintero11), un furioso adherente de la extrema derecha, de comprobados vínculos con su colega, el genetista Gordo Dan. Este último fue quien recibió la información y dio inicio a un doxeo que inmediatamente se viralizó.
Nuestras investigaciones revelan que el titular de @BarraniBad es Federico Javier Gorga. Esta persona lidera desde Madrid a un grupo de agitadores del ultra libertarianismo vernáculo, autónomo del Gobierno, denominado KFC (Kiosco, Falopa y Coquita), un siniestro anagrama de CFK.
Hasta 2021 compartían spaces y actividades con quienes hoy integran el elenco oficial de LLA, en los que se hablaba de “banalidades”, según cuenta hoy su fundadora, la periodista Tabatha Barrera Carlini. A raíz del entusiasmo que suscitaban en los usuarios, ella y otros creyeron que KFC podría convertirse en un actor influyente. Uno de ellos fue Marcos Urtubey, hijo del exgobernador salteño, quien integró la mesa chica de la campaña de JM en las legislativas de 2021 junto a Santiago Caputo. Al año siguiente, sin embargo, fue eyectado.
Allí se sumó a KFC con la pretensión de capitalizarlo para la estrategia digital de su frente peronista –ultraliberal- Salta Avanza. Su participación en el grupo, afirman cerca de él, duró tan solo algunos meses. Barrera Carlini lo abandonó en 2022 y desde entonces sostiene una acérrima militancia libertaria con un sello llamado Club de la Libertad. Suele publicar fotos de encuentros con los más encumbrados twitteros oficialistas.
KFC, ya bajo el liderazgo exclusivo de Gorga, devino en un grupo a la caza de usuarios o espacios de discusión virtual (spaces de Twitter) protagonizados por opositores, sean peronistas, radicales o de izquierda. Mientras los usuarios hablan, ellos publican sus datos en los comentarios con la intención de romper las discusiones. Los ataques tienen razones políticas propias, con la misoginia en primer plano, aunque también actúan como mano de obra disponible, tal como ocurrió en el caso de la persecución a @Antiponzista.
Publican un blog con información e imágenes de algunas de las personas que padecen sus operaciones y se adjudican las agresiones como trofeos. Allí suelen hacer públicos desde informes pagos de empresas (mayormente de infoexperto.com) hasta fotos privadas de índole sexual.
Una figura que merece particular atención es la de los oscuros intermediarios entre la tropa estatal y estos grupos radicalizados. En el caso de KFC surge una joven del PRO, con fuerte llegada a altos funcionarios nacionales, apodada Croata (@itscroa). En un space reciente, Gorga la señaló como quien le advierte lo siguiente: “Recién estaba leyendo lo que mandó Croata. Dijo que alguien groso del gobierno le dijo que se iban a meter con nosotros, los del KFC”. La activista también suele encargarles doxeos.
En los envíos realizados a través de Mercado Libre (de tierra con gusanos o una bandera de Israel, como le ocurrió al usuario @BadEmpanada) y en otras acciones que incluyeron intermediarios, como la colocación de pasacalles amenazantes, o la contratación de volquetes que se estacionan en la puerta de los agredidos, constatamos un mismo remitente: Asociación Civil de los Consumidores por la Libertad (ACCPL).
Luego de meses de rastreos infructuosos descubrimos a sus máximos integrantes a través de la Inspección General de Justicia (IGJ): en primer lugar figura Federico Javier Gorga, lo que confirma —formalmente— su responsabilidad en una multiplicidad de ataques (no solo contra @Antiponzista). Los otros socios son Melinda Noemí Barberis (pareja de Gorga), Mirna Zulma Morillo Gómez, Nicolás Ezequiel Jaúregui Lorda y Pablo Antonio Mazzitelli.
Federico Gorga se define a sí mismo como “un psicópata” que solo quiere “reventar y destruir gente”. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, donde fue consejero de la Junta Departamental en 2010. Fueron tiempos de un breve izquierdismo. Según sus varios perfiles en plataformas laborales, hoy se dedica a la redacción ghostwriting y a la edición de publicaciones.
Sus actividades declaradas en la AFIP contemplan actividad editorial y de asesoramiento, dirección y gestión empresarial. Desde 2020 registra misteriosas empresas en Argentina y en Estados Unidos junto a su novia Melinda Barberis y Pablo Mazzitelli: ADS SEA LLC (Denver, EE.UU.); Editorial Redactar SRL; AWS GROUP LLC (Nevada, EE.UU.); Editorial KFC SRL; AWS GROUP SRL; Editorial Redactar SRL LLC (Nevada, EE.UU.); Editorial Sea LLC (Nevada, EE.UU.), a nombre de Mazzitelli; Apertura KFC LLC (New Mexico, EE.UU.); Gorra and Co LLC (New Mexico, EE.UU.); Melinda Noemí Barberis LLC (Nevada, EE.UU.).
La astróloga
Ayelén Romano es astróloga y escritora con 64 mil seguidores en Instagram y 140 mil en X (@_venusandmars). Romano suele organizar spaces en los que cualquiera puede participar. Y allí aparecieron ellos. A veces entraba uno, a veces dos, a veces tres. Troleaban, molestaban, atacaban. Eran libertarios, supo decir, pero se comportaban como nazis. Ella, feminista y peronista, se hartó y los bloqueó. En ese momento, KFC comenzó su represalia.
El grupo la apodó “la lechoncita” y subió a su sitio web un informe crediticio que incluía su dirección. También filtraron su número de teléfono, una foto de la puerta de la casa y datos de sus cuentas bancarias.
El ensañamiento trascendió los límites virtuales, incluso los que el grupo ya había roto con @Antiponzista. A principios de abril, un hombre muy grandote con pinta de patovica se apersonó en la entrada de su casa. La madre estaba barriendo la vereda. El tipo la puso contra la pared y la amenazó: le dijo que si “la puta de su hija” no se callaba la boca los iba “a matar a todos”. Mencionó el nombre de su padre, del hermano y del sobrino.
Cuando la situación parecía amainar, KFC volvió a enviar gente a su casa, esta vez a través del método swatting: anunciaron, a través de Marketplace, que se regalaba una heladera en su domicilio, por lo que acudieron varias personas. También se pelearon adrede con gentes en las redes sociales, a quienes le pasaron la dirección de su domicilio diciéndoles “vengan a buscarme acá, cagón”. Una persona terminó tirándole piedras a la puerta y a las cámaras de seguridad que instaló luego del primer incidente.
El 8 de abril organizaron un space titulado “paja grupal escuchando la voz de Aye”. Luego le enviaron el video de un hombre masturbándose mientras sonaba la voz de ella. El número de teléfono desde donde se realizó el envío, según constatamos, está a nombre de Federico Javier Gorga.
A inicios de mayo mandaron a colgar un pasacalles en la esquina de su casa: “Nos encanta tu voz”. Tenía la firma impune de KFC. El ensañamiento no se detuvo ahí. Varios spaces del grupo estuvieron dedicados a ella de forma casi exclusiva. Por ejemplo, a lo largo de mayo, falsificaron fotos suyas desnuda con inteligencia artificial y las difundieron en redes sociales.
El 13 de mayo, KFC le mandó tres camiones a descargarle material de construcción en la puerta de la casa. El servicio fue contratado a través de la ya nombrada Asociación Civil de los Consumidores por la Libertad.
Pero hubo un nuevo operativo que revela la elaboración del grupo a la hora de perpetrar los ataques. El 17 de mayo, en un space llamado “Gauchito Gil”, planificaron instalar una estatua del santo popular en la entrada de su casa con el objetivo de llenar la puerta “de villeros” que peregrinaran hacia allí. Finalmente, contrataron a alguien que la colocara, tal como lo registran las cámaras de seguridad, pero no tuvo el efecto social esperado.
En sus spaces, los miembros de KFC reivindican públicamente el uso de armas, el nazismo y el maltrato animal. Un tema obsesivo es el sexual, también un flanco de ataque contra Ayelén. En múltiples discusiones en la red planificaban enviarle cientos de “juguetes sexuales”.
Genética libertaria
Otro objetivo del grupo fue nuevamente marcado por el Gordo Dan. Javier Smaldone, alias @mis2centavos, experto en seguridad informática, suele postear sobre los vínculos del genetista con KFC y permanentes críticas e informaciones que provocan la furia de figuras del gobierno como Santiago Caputo (en X escribió: “Smaldone debe ser el tipo más mogólico de Twitter Argentina”).
A principios de mayo, el grupo arremetió: publicó la dirección de su hija en la web y en Marketplace aparecieron abundantes publicaciones con su celular y ubicación diciendo que regalaba una heladera y un televisor. La joven recibió no menos de cien mensajes, llamadas telefónicas, además de múltiples visitas a su domicilio.
Días después, Croata (@itscroa), intermediaria entre KFC y el Gobierno, la arrobó acusando a su padre de “pedófilo y acosador”. Acto seguido, el Gordo Dan ordenó que se viralizara. El último Día del Padre, le comentaron un posteo con una captura de pantalla de la situación crediticia de Smaldone.
El siguiente ataque de KFC lo padeció Edgardo Alessio, quien hace catorce años tiene un negocio de repuestos de motocicletas en Lanús. Después de levantar su perfil en spaces por sus críticas al gobierno, comenzó a recibir los embates, particularmente de su miembro @PorPeronia. Utilizaron varios métodos, entre ellos el review bombing contra su local. Mediante este método se publican en tropel reseñas negativas en la página de Google. Su negocio pasó de una puntuación de 5 estrellas a 1. En las críticas le imputaban vender autos robados, golpear mujeres y ser pedófilo. Alessio debió cambiarle el nombre al comercio y darlo de baja en Google. Además de hacerle amenazas constantes, también subieron su dirección y datos, y fotos de su hijo menor de edad.
Esto último provocó el estallido del comerciante: a través de un twittero libertario consiguió el nombre y la dirección de uno de sus hostigadores y lo fue a buscar. “Lo llamé desde la puerta de la casa, le dije ‘estoy afuera, borrá todo porque entro a las patadas’. Y borró todo”, cuenta satisfecho, pero admite que todos los días le escriben para bardearlo.
Fuego amigo
Hay ataques coordinados que no llevan el sello de KFC pero repiten sus metodologías y la conexión directa con los mismos integrantes del Gobierno nacional.
Constanza Moragues comandó el desembarco libertario en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires cuando en 2022 rompió con el bloque de José Luis Espert para formar uno propio de LLA. Su relación con JM era directa, sin intermediarios. En 2023 revalidó su banca con otros catorce legisladores en la cámara baja. Pero ya para entonces las cosas habían cambiado. El armador bonaerense era Sebastián Pareja y les pidió pleitesía a todos. Moragues y otros ocho no aceptaron esa conducción.
La interna se volvió feroz. El 2 de noviembre, dos semanas después de las elecciones, un usuario (@daniel.placido.3192) comentó en un posteo de Moragues un recuento detallado de lo que ella había hecho ese mismo día: ir al dentista, cortarse el pelo, comprarse una remera.
El 5 de diciembre, el día que se oficializó la ruptura del bloque, el Gordo Dan posteó la lista de quienes habían saltado el barco (incluyendo a Moragues), acusándolos de “venderse por PLATA” al gobernador Axel Kicillof. A ella le dedicó una publicación especial: “Jugaste y apostaste al perdedor, Moragues. Nosotros metimos un presidente y el tipo [Sergio Massa] que te compró está huyendo a Estados Unidos. Ahora recordá una cosa: el pueblo que te votó no olvida. Te vamos a meter presa apenas manotees la primera coima que te ofrezcan. Saludos”. Ella le respondió: “¿Quién te creés que sos para hablar así de mí sin conocerme?”. Dan ametralló: “El tipo que te hizo diputada, pelotuda”.
“No pasa nada si todos los traidores se van con Massa”, tuiteó su ex compañero de bloque, el flamante diputado Agustín Romo, otra pieza jerárquica de los lenguaraces tanques digitales que responden a Santiago Caputo. Acto seguido, acusaron a los díscolos de votar positivamente el endeudamiento solicitado por Kicillof, algo que nunca ocurrió.
Mientras se daba esa discusión, otro usuario (@ExponiendoVagos) respondió al post del Gordo Dan con la dirección de Moragues. “Ya tenemos la dirección de tu casa, esta noche no dormís”, la amenazaron. El celular oficial de la diputada comenzó a recibir mensajes con videos de torturas, amenazas de muerte e insultos. En su declaración testimonial en la Justicia reveló que estaban siguiendo a su madre y tocándole el timbre para insultarla.
Pero eso no fue todo. Días después entraron a su casa. Cuando ella volvió encontró un caos y un detalle perturbador: un frasco de mermelada, que estaba en la heladera, apoyado sobre la mesada. Preventivamente tiró todos los alimentos.
Hoy, por recomendación de la fiscalía, Moragues y su madre tienen custodia. En una entrevista a Radio 10 afirmó lo siguiente: “Yo lo sé, todos lo sabemos. Tengo las capturas y las tuve que adjuntar en la denuncia de usuarios que pertenecen a LLA. No me consta que JM avale esto, pero tampoco que él pida que la corten”.
Las bandas del cielo
El Salón de los Próceres tiene características de mito urbano, incluso para quienes frecuentan la Casa Rosada. Sus vidrios están tapiados con diarios y las autoridades no permiten que los periodistas acreditados circulen por allí. De hecho, a uno de ellos, que osó grabar el exterior de la sala, le quitaron su acreditación. El Gordo Dan, quien niega tener un cargo formal pero no se le conoce otro empleo, y Juan Pablo Carreira, el mencionado director nacional de Comunicación Digital, entran y salen de la oficina de su jefe, Santiago Caputo, responsable de la narrativa oficialista y ahora de mucho más.
Desde el inicio de la gestión libertaria, el sobrino de Toto y Nicky trajinó con absoluta libertad los pasillos de la Rosada. Es una espada presidencial clave. Pero la salida de Nicolás Posse, quien concentraba con recelo las atribuciones de la jefatura de Gabinete, le terminó de abrir las puertas del cielo para monitorear cada uno de los movimientos gubernamentales. Su desembarco principal, con gente propia, fue en la AFI, luego del despido de Silvestre Sívori, hombre de Posse. Aparte de información sensible pasó a manejar los opacos fondos reservados de los espías. De esa suculenta caja negra saldría el financiamiento de las redes paraestatales ultraderechistas.
La relación entre grupos como KFC y el Salón de los Próceres quedó demostrada en el caso de @Antiponzista. El origen de los hostigamientos fue la temprana revelación de sus principales miembros (Parisini, Carreira, Jurado, Luna) y de otros integrantes inorgánicos que reportan al tatuado asesor presidencial.
Sin embargo, un encumbrado estratega comunicacional de LLA, experto en redes digitales, niega cualquier vinculación con KFC: “En realidad son los excluidos del partido. Gente demasiado demente que no tuvo lugar”. Pero confirma el punto de partida: en 2021 aquellos supuestos dementes formaban parte del mismo “mundo Twitter” ultralibertario que fue creciendo como una hiedra incontrolable. “Antes era todo lo mismo. Después hicieron ese KFC y le dimos salida”.
Tres años más tarde podemos reconocer diferentes etapas del enjambre ultraderechista. Una primera camada se sumó a la construcción de una herramienta partidaria en 2021, cuando se logró el ingreso como diputados de Milei y Victoria Villarruel. En una segunda etapa, la tropa se engrosó al calor del crecimiento público de su máximo líder, hasta convertirse en una pieza clave durante la campaña —mayormente digital— que derivó en el batacazo presidencial. La tercera fase es la que encabeza Caputo desde que empezó a construir, ya con los fierros estatales, incluidos los de la AFI, la armada del oficialismo.
Ahora bien, existen grupos radicalizados como KFC, cuyos antecedentes inmediatos fueron Los Copitos, Revolución Federal y Equipo Republicano, que están por fuera de los organigramas porque se los considera como “un circo de esquizofrénicos” (sic) y porque sus integrantes rechazan transformarse en una figura que hostigan y les repugna: el funcionariado.
Sin embargo, operan como mano de obra disponible y como una feroz manada autónoma dispuesta a destruir objetivos en el actual escenario bélico. La opción de descalificarlos como patrullas perdidas, tal como ya ocurrió, quedó absolutamente desacreditada cuando un supuesto grupo marginal como Los Copitos, a través de un complejo entramado, estuvo a punto de asesinar a CFK.
Los ataques paraestatales requieren de una respuesta urgente por parte de un Poder Judicial que se muestra pasivo. Pero también de afinar nuestra capacidad de investigación como parte de un repertorio de indispensables estrategias de autodefensa frente a la cacería de los topos de la guerra.
*Equipo de Investigación Política, Colectivo Editorial Crisis