El Papa en Cuba. Socialismo y religiosidad

Pope Francis (R) watches Cuban President Raul Castro leaving after a private audience at the Vatican on May 10, 2015. Cuban President Raul Castro arrived at the Vatican on Sunday to thank Pope Francis for his role in brokering the rapprochement between Havana and Washington. The first South American pope played a key role in secret negotiations between the United States and Cuba that led to the surprise announcement in December that they would seek to restore diplomatic ties after more than 50 years of tensions. AFP PHOTO/POOL/GREGORIO BORGIA
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Salvador Capote – Miradas al Sur

Camino a Estados Unidos, el Papa visitará Cuba entre el 19 y el 22 de este mes, un país donde el precepto cristiano de amor al prójimo se traduce en igualdad, fraternidad, solidaridad e internacionalismo; donde la devoción a la Virgen de la Caridad del Cobre (Ochún en los cultos sincréticos) forma parte raigal de nuestra cultura; donde existe una amplia coincidencia entre el pensamiento cristiano y el pensamiento revolucionario. ¡Qué otra cosa ha sido el programa revolucionario cubano sino una “opción preferencial por los pobres”!

Pero téngase en cuenta que el “pobre” cubano no es igual al pobre de otras latitudes donde la pobreza no solamente es carencia de bienes materiales sino privación de servicios de salud, educación y asistencia social, donde la pobreza significa ignorancia, alienación, discriminación, opresión, desempleo, exclusión, violencia, enfermedad e injusta muerte prematura. El niño “pobre” cubano puede que no tenga juguetes electrónicos y quizás no posea más de un par de zapatos, pero tiene médico, maestro, alimentación y techo asegurado y, lo más importante, se cría en un entorno de protección y amor.

En la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Celam), que tuvo lugar en el Santuario de Aparecida, en Brasil, el entonces Cardenal Jorge Bergoglio fue elegido para presidir el comité encargado de redactar el documento final. Su elección, por supuesto, no fue accidental sino en reconocimiento de su relevante protagonismo en eventos similares anteriores que conformaron una tradición teológica y pastoral en América latina: “La opción preferencial por los pobres y los marginados”, que la Conferencia de Aparecida reafirmó y actualizó y en la cual se confirmó la decisión de dar la vida entera y llegar hasta el martirio en el ejercicio de este apostolado. Seguramente tampoco fue accidental que el encargado de revelar al público las palabras del futuro Papa durante su participación en la congregación general previa al cónclave fuese el cardenal cubano Jaime Ortega y Alamino. En ellas, Bergoglio argumentó que la misión de la Iglesia debía ser “salir de si misma e ir a la periferia, que no es sólo geográfica, sino también existencial: donde hay pecado, dolor, injusticia, ignorancia e indiferencia religiosa, donde hay miseria humana”.

Fidel Castro, antiguo alumno jesuita, reconoció la influencia de los maestros del colegio de Belén, rigurosos en organización, disciplina y valores –sacerdotes que sabían inculcar un gran sentido de la dignidad personal– en ciertos elementos de su formación. En 1985, el teólogo brasileño Leonardo Boff visitó Cuba por invitación de Fidel. Afirma Boff que en el contexto de las conversaciones que sostuvo con el líder de la revolución, éste confesó: “Cada vez me convenzo más de que ninguna revolución latinoamericana será verdadera, popular y triunfante si no incorpora el elemento religioso”. Su hermano, el actual presidente Raúl Castro, tras reunirse con Francisco en su visita a Italia en mayo, dijo: “El es un jesuita y yo de alguna manera también lo soy, siempre estuve en escuelas de jesuitas […]”.

Ahora se produce un reencuentro en Cuba con los jesuitas, pero esta vez con un papa latinoamericano que conoce, porque las ha vivido, las desigualdades extremas de la sociedad en el continente y que sueña con una iglesia pobre y de los pobres mientras denuncia proféticamente la injusticia de un sistema económico que pone el dinero por encima de la persona humana. No escapa a Fidel la base común que existe entre militantes religiosos y revolucionarios: “[…] Estoy seguro de que sobre los mismos pilares en que se pueda asentar hoy el sacrificio de un revolucionario, se asentó ayer el sacrificio de un mártir por su fe religiosa. En definitiva, la madera del mártir religioso, a mi juicio, estuvo hecha del hombre desinteresado y altruista, de la misma que está hecho el héroe revolucionario. Sin esas condiciones no existen, ni pueden existir, ni el héroe religioso ni el héroe político”. Esta base común es la que permite que Francisco pueda dialogar con el gobierno y el pueblo cubanos utilizando un mismo idioma ético compartido.

Vigencia de la Teología de la Liberación

La actualidad de una teología, como muy bien explica Gustavo Gutiérrez, “depende en gran parte de su capacidad para interpretar la forma como es vivida la fe en unas circunstancias y en una época determinadas”, es decir, de su contextualidad. La teología que comenzó a surgir en los tiempos del sacerdote Camilo Torres, protomártir colombiano de la Teología de la Liberación, el de la famosa frase: “Si Cristo estuviera vivo sería un guerrillero”, pertenece a una época en que la lucha armada era seguramente la única opción viable para los pueblos oprimidos. Las circunstancias han variado mucho desde entonces y Bergoglio discrepó en ocasiones de algunos aspectos de esta teología, pero es incuestionable que la pobreza, la injusticia y la desigualdad, factores que se sitúan en el origen de la misma, continúan, hoy más que nunca, como temas centrales de la reflexión teológica.

En el intervalo entre las Conferencias de Medellín (1968) y Puebla (1979), América latina se convirtió no sólo en el centro demográfico del catolicismo sino también en su centro teológico y, dentro de este ámbito latinoamericano, Cuba ocupa una posición de extraordinario interés para los teólogos porque –según el dominico brasileño Frei Betto– “desde el punto de vista evangélico la sociedad socialista, que crea las condiciones de vida para el pueblo, está realizando ella misma, inconscientemente, aquello que nosotros, hombres de fe, llamamos los proyectos de Dios en la historia”. No por casualidad Cuba, de extensión territorial y población pequeñas, tendrá próximamente el privilegio de haber recibido la visita de tres papas en un corto período.

Francisco en el Congreso de EE.UU.

Francisco partirá de Roma el 19 de septiembre por la mañana y arribará a La Habana alrededor de las 16 hora de la isla, para participar de una ceremonia de bienvenida en la capital cubana.

Al día siguiente dará misa en la Plaza de la Revolución y luego hará una “visita de cortesía” al presidente Raúl Castro en el Palacio de la Revolución, antes de participar de un encuentro con religiosos y saludar a jóvenes del Centro Cultural Padre Félix Varela.

El lunes 21 partirá hacia Holguín, donde ofrecerá misa, y luego seguirá para Santiago, para encontrarse con obispos en el Seminario San Basilio Magno y visitar la Basílica del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre.

Y después EE.UU.

El martes 22 dará misa en esa basílica y luego participará de un encuentro en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, antes de partir hacia Washington, a donde llegará a las 16 horas. Al día siguiente comenzará con la actividad con una ceremonia de bienvenida en la Casa Blanca, con visita de cortesía al presidente Barack Obama incluida.

Ese mismo día se encontrará con obispos en Washington y luego participará de una misa y de la canonización del beato Junipero Serra en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción.

Francisco será el primer Papa en tomar la palabra ante el Congreso de Estados Unidos el jueves 24 por la mañana, tras lo cual recorrerá un centro caritativo donde saludará a los sin techo. Ese mismo día viajará a Nueva York y por la tarde se encontrará con sacerdotes y religiosos en la catedral de San Patricio.

El viernes 25 será el turno del discurso ante el pleno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), seguido por un encuentro interreligioso en el memorial de la Zona Cero, donde se encontraban las Torres Gemelas antes de ser derribadas, y finalmente una misa en el Madison Square Garden.

“La ciudad de Nueva York estará ilusionada y encantada de acoger al papa Francisco durante su visita a Estados Unidos”, dijo en un comunicado el alcalde de esa ciudad, Bill de Blasio.

Los últimos días en Estados Unidos, 26 y 27, Francisco los dedicará a Filadelfia donde llegará por la mañana del sábado y celebrará una misa en la catedral. Por la noche encabezará una vigilia de oración y fiesta de las familias en el Benjamin Franklin Parkway.

Cerrará su gira reuniéndose con obispos, visitando a detenidos en el Instituto de Corrección Curran-Fromhold y celebrando la misa conclusiva del VIII Encuentro Mundial de las Familias. Por la noche emprenderá su regreso a Roma.