Celso Amorim: “La política de Bolsonaro es una sumisión total a la política de Trump”
Pedro Brieger, NODAL
El 8 de enero de 2020 se celebró la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en México de la que no participó Brasil. Para comprender la ausencia del gobierno de Jair Bolsonaro, la importancia de la CELAC y los organismos multilaterales de la región, NODAL entrevistó a Celso Amorim, excanciller durante el gobierno de Lula da Silva.
-El canciller Araujo anunció que Brasil dejará de participar de la CELAC. ¿Cómo analiza esta decisión del gobierno de Jair Bolsonaro?
-En uno de sus primeros pronunciamientos sobre política exterior Bolsonaro ha dicho que su misión era destruir todo. Creo que eso se está dando de manera sistemática. Primero fue la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), ahora CELAC. También pasó lo mismo con otros asuntos multilaterales, como con la votación sobre el embargo a Cuba, que no es sólo una votación sobre Cuba sino sobre el derecho internacional.
El gobierno de Bolsonaro con la ayuda del canciller Araujo está destruyendo un patrimonio que ha sido creado no solamente en los gobiernos de Lula y Dilma, sino también en los últimos 30 o 40 años; por lo menos desde el inicio de la democracia, incluso un poco antes, porque en Brasil pasó esa situación distinta que ya en el gobierno militar se empezaron a dar pasos positivos, sobre todo en términos de política exterior.
Diría también que hay un elemento de sumisión total no solamente a EEUU pero a Trump, porque hay actitudes muy distintas de varios gobernantes norteamericanos. Por ejemplo, Obama pidió un encuentro con UNASUR en la Cumbre de las Américas en 2009, porque era lo suficientemente inteligente para percibir que en un diálogo con UNASUR implicaba con Venezuela de Chávez, con Bolivia de Evo Morales, sin aparentar que lo estaba haciendo para los círculos más conservadores.
En el caso específico de la política de Bolsonaro es una sumisión total a la política de Trump, a una política que es xenófoba, que tiene connotaciones ideológicas muy fuertes, en la cual “América First” predomina de una manera muy radical que deja de lado todas las otras consideraciones, sobre todo el respeto al multilateralismo, como se vio ahora con relación a Irán.
Creo que a EEUU de Trump le molesta la CELAC, no solamente porque es la única organización de toda la región en donde no están EEUU ni Canadá, sino también porque su programa incluye diálogo con China, Rusia y otros países de distintas visiones. Pero eso no le interesa a Trump, a él le interesan solo las lealtades absolutas y es eso lo que Bolsonaro y Araujo quieren demostrar.
-Usted fue canciller de Brasil durante varios años y fue partícipe de la consolidación de los diversos organismos regionales. ¿Cómo fueron estos procesos?
-El gobierno de Lula tenía una visión muy clara sobre la importancia de la integración de la región, principalmente con Mercosur y UNASUR. Pensábamos que, desde el punto de vista de una unión aduanera y áreas de libre comercio, era más viable trabajar en América del Sur que en toda América Latina.
Ha sido un gran avance que hizo posible inicialmente la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones que se lanzó en Cuzco, en 2004, después se consolidó con otras connotaciones, incluso una secretaría ejecutiva y también proyectos más específicos como el importante Consejo de Defensa en la UNASUR. Pero ahora todo eso se está dejando de lado.
Teníamos la visión de la integración de América del Sur, que era obviamente más viable en el corto plazo porque México ya tenía sus lazos con EEUU con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) y los países centroamericanos tenían una situación similar. Sin embargo estábamos convencidos de que era necesaria una integración inclusiva y por eso tratamos también de pensar otras fórmulas.
Inicialmente había pensado en un mecanismo de coordinación de todos los organismos de integración existentes en América Latina y el Caribe. Era la manera en la que me parecía más viable tener la presencia de Cuba, que hace parte de una de las organizaciones, no de la Comunidad del Caribe. Creía que ese podría ser el camino, pero después las cosas se aceleraron, la aceptación de Cuba por parte de todos los países de la región fue muy grande y hicimos la Cumbre de América Latina y el Caribe en Sauípe, Brasil.
Con eso se preparó el camino para que en la reunión de México, poco más de un año y medio después, se pudiera tener ya la creación de la CELAC. Por lo tanto es una muestra que nuestra visión de América del Sur no era excluyente de ninguna manera a una integración de toda América Latina y Caribe.
-¿Por qué se creó la CELAC y cuál fue el rol de Brasil en dicho proceso?
-En un momento de crisis económica mundial incluso el gobierno de México, que era un gobierno de centro derecha, percibió la necesidad de acercarse más a América del Sur. El presidente Calderón me dijo varias veces en reuniones privadas que tuvimos, pero seguramente ha dicho al presidente Lula, que México estaba atado a un elefante y el elefante estaba moribundo.
Por eso quería una aproximación más grande con América del Sur Y también por razones políticas, culturales, que tienen que ver con la propia historia de México. Obviamente, Cuba tenía la misma preocupación de integrarse a la región sin necesariamente pasar por la Organización de Estados Americanos (OEA) y los países de América Central se sentían más fuertes en esa época en las negociaciones sobre posibles acuerdos Mercosur – SICA (Sistema de la Integración Centroamericana).
También hubo una cumbre entre Brasil y Caricom ya que Brasil tiene mucha relación cultural y mucha similitud étnica con los países del Caribe anglófono. Entonces nos pareció muy importante que hubiera una manera de hacer que todos se acercaran. Por eso hicimos esa Cumbre en Bahía y ahí se crearon las bases para que se pudiera fundar la CELAC.
-Usted tuvo una activa participación en la creación de la CELAC. ¿Hubo dificultades? ¿Hubo conflictos entre los diferentes gobiernos por sus posturas ideológicas y por la inclusión de Cuba?
-Si hubiera pensado en un foro como la CELAC en el inicio del gobierno de Lula, para mí eso no hubiera funcionado, no tenía ninguna posibilidad de ocurrir. Sin embargo, el crecimiento por el que pasó la propia integración sudamericana con la UNASUR más la crisis económico-financiera demostraron la importancia de una cooperación más grande de América Latina y el Caribe para enfrentar los problemas mundiales.
Había dudas, algún escepticismo, pero no sentí dificultades específicas. Hubo algunas rivalidades como siempre hay. Ocurrió un momento de mucha tensión en una cena entre Uribe y Chávez y es muy curioso que, en ese momento, la persona que buscó pacificar la relación fuera Raúl Castro. Entonces la presencia de Cuba ha sido, desde el inicio, un hecho positivo.
Yo no vi ninguna dificultad para la creación. En ese momento la presencia de Cuba era algo muy importante, había muchos gobiernos progresistas en esa época, incluso en América Central, pero hasta los que no eran tan progresistas tampoco levantaron dificultades.
Tan importante era eso que el presidente Obama lo persiguió y en pocos años tuvo una actitud distinta en relación a Cuba y en su justificativo en el discurso público para la aproximación con Cuba dijo que EEUU no podía aislarse de toda la región porque todos los demás países – y en ese caso también Canadá – habían ya reconocido a Cuba.
Todos los países de América Latina y del Caribe participaron con gran interés de la CELAC, de la misma manera en la que, en América del Sur, se había obtenido la participación en UNASUR. En UNASUR había mucha más profundidad en algunos temas como el de Defensa, por ejemplo, que es algo que en CELAC jamás se discutió. Tenemos que llegar a eso en un mundo que es multipolar.
En nuestra región por más grandes que sean los países, (siendo Brasil el quinto país del mundo en términos de población, territorio y una de las diez más grandes economías), ninguno de ellos es lo suficientemente grande como para enfrentar las crisis en un mundo en el que China y EEUU son un bloque en sí mismos, la Unión Europea es un bloque. Los gobiernos de derecha están derribando la cooperación multilateral entre América Latina y el Caribe, pero estoy seguro que el “eje del bien”, sobre todo entre México y Argentina, puede volver a impulsar esos progresos por los que luchamos tanto.
-¿Cómo ve el futuro de la integración regional de América latina y el Caribe?
-Sí tenemos que pensar en el futuro y una cuestión importante que tenemos que hacer con la integración Sudamericana y Latinoamericana es aproximarla más a los pueblos, porque esto de una manera ha sido acción de los gobiernos progresistas, pero no penetró profundamente en los pueblos.
¿Cómo hacerlo? No sé, no tengo una repuesta única. Es necesario avanzar en cuestiones de comercio, cooperación económica, pero también intercambio en el área militar, de seguridad, y sobre todo también en área cultural. Es muy importante que estemos juntos, que podamos tener una compresión conjunta del mundo, para eso acciones de grupos, de intelectuales, de líderes políticos como el Grupo de Puebla es extremamente importante.
No podemos disminuir eso. Creo que el Grupo de Puebla tiene que hacer un esfuerzo también para abarcar el Caribe, sobre todo el que no habla español ni portugués. Más allá de las barreras de lengua, esos países también son hermanos nuestros, que buscan una relación más profunda con el conjunto de la región. Creo que ese es un aspecto.
Tenemos muchas cosas que discutir en el Grupo de Puebla: la democracia, el lawfare, cómo combatirla, cómo fortalecer la cooperación directa de los pueblos el intercambio de experiencias, por ejemplo, en términos de reforma agraria, de pequeña agricultura, de programas de combate al hambre, educación. Todo eso tiene que ser objeto de mucha cooperación entre todos nuestros pueblos para que podamos enfrentar lo que va a ser siempre la vocación de la potencia hegemónica a debilitar nuestros esfuerzos.
Ahora con un gobierno como el de Trump eso se hace sentir de manera extremada, con gestos totalmente absurdos como la construcción del muro con México y el trato de los migrantes. En otros momentos la dominación se pasa de maneras más sutiles. Pero siempre habrá ese impulso. Y tenemos que entender que esto es así, tenemos que luchar por nuestros derechos y con nuestros intereses.
Creo que para fortalecer nuestra democracia, nuestra independencia y nuestra soberanía tenemos que estar juntos. Vuelvo a decir que tanto CELAC como UNASUR, como en su momento Mercosur, son instrumentos de ejercicio de la propia soberanía nacional de cada uno de nuestros países, Porque la soberanía solamente puede ejercitarse plenamente con una efectiva cooperación entre países similares como son los nuestros.
*Sociólogo, analista internacional argentino, director del portal nodal.am