Punto de bifurcacion para la izquierda en América Latina, retos y desafios
América Latina, y por lo tanto las diferentes expresiones de izquierda que representan a sus clases populares y subalternas, se encuentra ante un punto de bifurcación que comienza a visibilizarse en el punto de inflexión que supone la muerte del Comandante Chávez.
Los últimos años del siglo XX y primeros del XXI se caracterizan por un recorrido ascendente conformado por explosiones sociales como el Caracazo o las guerras del Agua y del Gas, además de victorias electorales como la llegada al poder de Chávez, Evo o Correa, que lideraban un cambio de época continental al que también se han ido sumando los Kirchner, Lula, Dilma, Daniel o Sánchez Cerén, gobiernos que de la mano de los pueblos también obtenían avances políticos como la derrota del ALCA en 2005 o la creación del ALBA en 2006.
Esa línea ascendente asentada en proyectos nacional-populares y posneoliberales, llenos de matices y con diferentes niveles de avance y profundización, se rompe con la muerte hace un año del responsable de dejar atrás el fin de la historia y demostrar que una alternativa al neoliberalismo era posible.
Con la desaparición física de Chávez, pareciera que el imperialismo se rearma, y en la guerra de posiciones que vive América Latina, comienza una estrategia de asedio a los gobiernos posneoliberales del subcontinente, con una ofensiva de la Alianza del Pacifico como versión sofisticada del ALCA que se suma al incremento de bases militares o la injerencia continua del Departamento de Estado vía USAID, NED o DEA. A todo lo anterior podemos sumar los casos particulares (que no son sino experimentos de laboratorio antes de dotarlos de una escala mayor) de terrorismo político, económico y mediático contra Venezuela, contra una Argentina asediada por los fondos buitre, o una Bolivia a la que hace un año y poniendo de rodillas a varios países europeos, le secuestraron el avión del Presidente Evo en una clara señal de advertencia al resto de países del ALBA.
Foro de Sao Paulo
Es en este momento histórico que el Foro de Sao Paulo celebra en La Paz, Bolivia, entre el 25 y 29 de agosto, su XX Encuentro bajo la consigna “Derrotar la pobreza y la contraofensiva imperialista, conquistar el Vivir Bien, el Desarrollo y la Integración en Nuestra América”.
Los partidos políticos de izquierda en el continente también viven una situación muy diferente a la de cuando fue creado el Foro en 1990 y solo el PC cubano se encontraba en el poder. Hoy, son mayoría los partidos en tareas de gobierno en Cuba, Nicaragua, El Salvador, Brasil, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Uruguay o Bolivia, pero las condiciones de resistencia primero, y de gobierno después, han cambiado y la coyuntura es diferente.
De hecho la crisis global del capitalismo y la reconfiguración geopolítica, el tránsito a un mundo pluripolar y multicéntrico, han hecho que cuando la izquierda partidaria ya tenía muchas de las respuestas, en forma de proyecto político, cambien las preguntas. Ya no hay partidos de vanguardia en el continente e incluso la izquierda nacional-popular ya no tiene como referencia única la forma-partido, siendo el MAS de Bolivia o Alianza País de Ecuador ejemplos claros de ello.
Es en esta coyuntura importantísimo por tanto defender los avances conseguidos por los partidos en el poder, pero sin atrincherarse, con la obligación historia de seguir avanzando, profundizando y radicalizando los cambios. Que nadie piense que moderándose está a salvo de la arremetida imperialista. En ese sentido se antoja crucial en el corto plazo que el PT de Brasil, MAS de Bolivia y Frente Amplio de Uruguay ganen las elecciones presidenciales en sus países, elecciones que tendrán lugar el 5, 12 y 26 de octubre.
Retener los gobiernos que ya tiene la izquierda es fundamental para poder seguir profundizando en el proceso de integración latinoamericana; una integración que con base en los principios de solidaridad entre los pueblos, desarrollo con cooperación y complementariedad, justicia social, democracia y participación popular; una integración cruzada por el ALBA, Mercosur, UNASUR y CELAC en cuanto a mecanismos complementarios de integración política y económica; sin olvidar la integración energética que tiene en Petrocaribe una herramienta fundamental.
Pero además de los gobiernos de cambio, es importante una apuesta por reforzar a la izquierda en países como México, que vive un proceso de reformas y privatizaciones que está dejando su petróleo y sus telecomunicaciones en manos de las grandes transnacionales; un México que debe complementarse con el resto de procesos centroamericanos, tanto los más avanzados como Nicaragua o El Salvador, como los procesos donde la izquierda necesita seguir creciendo y asentarse, casos de Honduras y Costa Rica.
Esta izquierda continental, tanto en el gobierno como en la oposición, tiene en la Alianza del Pacifico un instrumento que busca erosionar la integración continental, desplegándose dentro del mismo marco que los tratados de libre comercio
En esta línea de confrontar el rearme y despliegue imperialista, la Agenda de la Patria Grande que debe construir el Foro de Sao Paulo en su XX edición pasa por dos desafíos inmediatos.
Siguiendo la estela dejada por II Cumbre de la CELAC en La Habana que declara América Latina como zona de paz, se debe reforzar el apoyo al proceso de paz en Colombia, una paz que solo puede venir acompañada de justicia social y la participación política de la insurgencia.
Al mismo tiempo, es vital la defensa irrestricta de Venezuela, la revolución bolivariana, chavista y su Presidente obrero Nicolás Maduro; una Venezuela que hace de dique de contención ante la agresión imperialista al continente permitiendo la estabilidad política y económica de otros procesos; una Venezuela donde se están probando mecanismos de una Guerra de IV Generación que amenaza al continente y al mundo.
Además de la agenda inmediata, en el largo plazo la izquierda continental debe ir más allá de la defensa de la soberanía sobre los recursos naturales, la recuperación del Estado y la redistribución de la riqueza, bases de una agenda posneoliberal. El proyecto político colectivo merece un debate honesto sobre el modelo de desarrollo de nuestros procesos, debate crucial a la hora de conjugar el derecho al desarrollo de nuestros pueblos con los derechos de la Madre Tierra, al mismo tiempo que se encara el desafío de la creación de una nueva Arquitectura Financiera Internacional.
El desafío de la participación popular y la unidad
Pero si hay un desafío crucial que enfrenta la izquierda continental, ese es el de la adaptación a la nueva época que vive América Latina, con sus avances y retrocesos, transformaciones y contradicciones.
Por un lado la izquierda debe abrirse a la participación popular, a las nuevas formas de lucha y resistencia que también construyen proyecto político. La forma-partido debe ser complementada por la forma-movimiento y la incorporación de nuevos actores que conforman el nuevo sujeto revolucionario, los pueblos indígenas, las mujeres, los jóvenes, campesinos, trabajadores… ¡basta ya de reuniones de la vieja izquierda llenas de hombres blancos mayores de 50 años! El sujeto, mirándonos en el espejo de Bolivia, debe conjugar clase e identidad, y eso nos va a fortalecer como proyecto político.
Por otro lado, debemos dejar atrás dogmatismos para, sin hacer demasiadas concesiones al proyecto original, buscar la unidad de las fuerzas de izquierda en cada país y en el continente. Esa unidad debe pasar por una articulación de partidos políticos, movimientos sociales, sindicatos e intelectuales comprometidos, y en ese sentido es importante la convocatoria por parte de Nicolás Maduro a un encuentro de fuerzas de izquierda en diciembre en Caracas, retomando la idea de Chávez de una V Internacional.
Y si hablamos de unidad, es vital la defensa de nuestros procesos y lo que Marta Harnecker, reciente ganadora del Premio Libertador al Pensamiento Crítico que entrega la Red En Defensa de la Humanidad, llama “Pedagogía de los límites de nuestros procesos” que no solo tienen que hacer los gobiernos de cambio, sino las fuerzas políticas, sociales, sindicales y los intelectuales comprometidos que apoyan estos procesos.
Es necesario explicar al pueblo y las fuerzas sociales que apoyan a los gobiernos de cambio porque no se avanza con toda la rapidez e intensidad que desearíamos, donde están los limites, las tensiones, las contradicciones, etc.; y sobre todo, que más importante que el ritmo, es la dirección del proceso revolucionario que debe ir acompañado de esa unidad de las fuerzas de izquierda.
Recordemos las palabras del propio Chávez en la clausura del XVII Foro de Sao Paulo en Caracas en 2012: “Nosotros hemos asumido y cada día lo vamos a sumir más en serio el reto enorme, gigantesco de construir un modelo, diría István Mészáros, alternativamente radical al salvaje modelo del capitalismo y eso se llama el socialismo y contribuir por supuesto con la batalla que es internacional y que no puede ser en un solo país, es imposible que un solo país avance en un proceso de cambio como este, de ahí nuestra articulación con los gobiernos revolucionarios, de ahí el ALBA, de ahí la UNASUR respetando los ritmos de cada quién, las particularidades, los enfoques, la visión de cada líder, de cada lideresa, de cada partido en el gobierno, de cada coalición de partido en el gobierno de tal o cual país, pero avanzar en conjunto es vital, no podemos para nada aislarnos de este mundo que además hoy más que nunca antes jamás hay condiciones para la ofensiva internacional socialista, la ofensiva de los pueblos de este continente y del mundo.”
Atilio Boron citaba en su balance del Foro de Caracas a Walter Benjamín: “La revolución no es un tren fuera de control sino la aplicación de los frenos de emergencia”. Y ese tren fuera de control es el capitalismo al que hay que ponerle unos frenos en forma de proyecto político alternativo al que no hay que titubear en llamarle socialismo.
En definitiva, y para enfrentar la guerra de posiciones en la que estamos inmersos y la defensa de nuestros procesos, necesitamos unidad, unidad y más unidad, como bien nos enseñó el Comandante Chávez; enseñanza que debemos complementar con el legado de Bolívar, San Martin, Artigas, Morazán, Mariátegui, Martí, Zapata, Sandino, el Che y Fidel, para profundizar la construcción de un proyecto político continental que haga frente al imperialismo, colonialismo y capitalismo bajo un horizonte llamado socialismo.