Venezuela: Verificación y misterios de Barbados

Leopoldo Puchi | 

Luego de la firma de los acuerdos de Barbados, diversas circunstancias han generado la necesidad de verificación del proceso. Estos eventos incluyen la reimposición de sanciones a Minerven, el retraso en la aprobación del calendario electoral y en la invitación a los observadores internacionales, la persistente obstrucción del desembolso de los fondos que serían manejados por la ONU, la revelación de una conspiración militar y la detención de militares y civiles señalados de participar en esos hechos.

Cabe destacar que el punto de las inhabilitaciones ha seguido los procedimientos acordados, que implicaban someter las apelaciones al Tribunal Supremo de Justicia.

Por lo general, la verificación de acuerdos es difícil, porque no se realiza en aguas cristalinas. No solo depende de la letra del acuerdo, sino también de los objetivos subyacentes, las expectativas y las interpretaciones que los actores atribuyen a cada palabra. La claridad en la formulación de ideas y la precisión en la redacción del texto también juegan un papel decisivo en este proceso.

Misterios

En este caso de los llamados acuerdos de Barbados, la tarea de verificación se complica debido a la participación de más de dos actores, la celebración de negociaciones paralelas y la existencia de distintos acuerdos agrupados bajo una misma denominación: Barbados.

Según la información difundida por los medios de comunicación, el núcleo central de los entendimientos se gestó en conversaciones entre el gobierno venezolano y el estadounidense en Doha, Qatar. El texto de Barbados es una especie de anexo al acuerdo central establecido en Doha, que aborda temas como las sanciones, los suministros petroleros y la cuestión migratoria.

Como no existe un documento público sobre lo tratado en Doha, el asunto se complica y se convierte en un
misterio que hace difícil a los observadores realizar un seguimiento de ese eje central.

La clave para comprender cualquier acuerdo no se encuentra únicamente en el texto suscrito, sino en los objetivos subyacentes compartidos por los actores involucrados. Muchas veces, esas coincidencias no se pueden expresar públicamente, y en otros casos, simplemente no existen. Por lo tanto, no hay un auténtico pacto, sino movimientos estratégicos como en la esgrima: avances y retrocesos, estocadas y saludos respetuosos.

Consenso

Las conversaciones de Doha representarían un entendimiento de fondo si las partes hubieran llegado a establecer un acuerdo de mediano plazo para crear las condiciones de alternancia y convivencia entre los factores internos, así como para establecer la coexistencia y relaciones de respeto entre Venezuela y Estados Unidos. Sin embargo, no hay certeza sobre la existencia de dicho acuerdo.

Es importante destacar que la construcción de estas condiciones no se da manera instantánea. Por ejemplo, en lo que se refiere a “elecciones libres”, estas no pueden tener lugar con interferencias y sanciones ni bajo el peso abrumador del control estatal. Es un proceso que demanda tiempo y compromisos.

Daniel Erikson

En el actual contexto, la sustitución de Juan González, quien lideraba las negociaciones con Venezuela como asesor para el hemisferio occidental en el Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, ha dado lugar a interrogantes acerca de posibles cambios en las políticas. No obstante, el sucesor, Daniel Erikson, comparte la misma perspectiva de González y anteriormente colaboró durante la administración Obama en la apertura hacia Cuba y mostró una posición crítica hacia la estrategia de sanciones.

Si esta posición se mantiene, la política de Washington mantendrá la línea de reducir gradualmente el bloqueo a cambio de concesiones, pero también seguirá el cuestionamiento de la legitimidad del gobierno venezolano y el objetivo estratégico de un cambio hacia un gobierno completamente alineado con los intereses estadounidenses.

Objetivos comunes

A pesar de la flexibilidad que ha mostrado la administración Biden, la persistencia de objetivos estratégicos contradictorios con los intereses de Venezuela obstaculiza la creación de un acuerdo con bases sólidas.

Para construir un consenso efectivo en la relación bilateral, es necesario que Estados Unidos revise no solo su enfoque en el uso de sanciones, sino también sus objetivos estratégicos, lo que permitiría construir una relación normal entre ambos países, con beneficios económicos mutuos y sin interferencias en la política interna de Venezuela.