El ejemplo de Venezuela para el mundo

Mario Sanoja Obediente e Iraida Vargas Arenas|

La presente ofensiva mediática, económica y política que lanzada contra Venezuela indica que la derecha nacional e internacional, y particularmente la atrabiliaria burguesía comercial, están realmente preocupadas por la consolidación de los cambios sociopolíticos y culturales que ha generado y sigue generando la Revolución Bolivariana en Venezuela.

El chavismo es una ideología transformadora que busca crear un modo de vida comunal  basado en la socialización de los medios de producción y de las relaciones de producción. Uno de los objetivos esenciales del mismo es la creación de una sociedad organizada en redes transversales de acción y poder político, social y económico bajo la dirección del poder popular, es decir, el poder originario constituyente, que por mandato constitucional reside en el pueblo.

La definición anterior no es una propuesta teórica, es una realidad concreta que se ha puesto de manifiesto como consecuencia de  los perversos ataques que las bandas terroristas, financiadas por la llamada Mesa de la Unidad, dirigen hacia la sociedad venezolana, antichavistas incluidos. La profundidad de los cambios ocurridos en la sociedad venezolana refleja que ni siquiera una intervención militar externa, como es el caso de Siria e Irak. podría garantizarle a la derecha el disfrute de un triunfo fácil.

La intentona nihilista de la derecha terrorista, apoyada por la OEA,  intenta asaltar el poder mediante la destrucción sistemática de la estructura material del Estado revolucionario utilizando, al igual que los nazis, el fuego como principio esotérico purificador de la vida. La acción de quemar cosas, bibliotecas, hospitales, universidades, centros de salud, archivos, autobuses, automóviles, cisternas plenas de gasolina, la utilización de bombas molotov para quemar a policías y guardias nacionales, el linchamiento y el asesinato de aquellas personas que no piensan como los terroristas de la MUD, la utilización sistemática de la mentira mediática como arma de propaganda, nos recuerdan crudamente  el surgimiento del nazi-fascismo en Alemania en 1933.

De manera similar, la utilización de bandas de “malandros” y de paramilitares colombianos pagados por la derecha venezolana para actuar como tropas de choque, nos recuerdan las bandas de vulgares asesinos y bravucones que el nazismo organizó como tropas de choque o “sturm abtailung”, las SA, para aporrear y atemorizar a los enemigos del fascismo. Una vez que Hitler se apoderó del poder en Alemania, tuvo que liquidar físicamente a las bandas de SA que se habían tornado un peligro mortal para la vida del Estado fascista, utilizando para tal fin  las nacientes SS (Shutz Staffel), tropas de asalto fuertemente disciplinadas e ideologizadas bajo el control militar de la Wermacht, el ejército nazi.

Aunque existen focos de terror fascista dispersos en otras partes del país, el foco principal y más virulento del terrorismo de derecha se encuentra en los barrios de clase media alta del este de Caracas,  foco de terror fascista confinado mayormente en un territorio de aproximadamente 12 kilómetros cuadrados, el Municipio Chacao, especie de gran plateau mediático, bajo la protección del sturmfuhrer Ramón Muchacho, alcalde del municipio.

Para elaborar las mentiras mediáticas, el terrorismo utiliza las calles del municipio como un gran escenario para construir su historia virtual sobre un supuesto movimiento de protesta pacífica, apoyado en decenas de camarógrafos y fotógrafos que construyen la versión mediática de aquella para exportación internacional. Un video mostrado en la televisión pública, tomado quizás por un camarógrafo infiltrado, muestra a la inefable esposa de Leopoldo López, Lilian Tintori con el rostro cubierto con una máscara antigás  sosteniendo en sus brazos a un joven, supuestamente asfixiado por el gas lacrimógeno, utilizado por la fuerza pública. Tomada la escena como evidencia de la represión del Estado, la señora Tintori se despoja de su máscara y la coloca sobre la del joven a quien dirige miradas de ternura. Al oirse la voz de ¡corten!, finaliza la escena, el joven se levanta y la Tintori abandona la escena.

Todo lo anterior nos recuerda el tema de la extraordinaria película Wag the Dog,  dirigida por Barry Levinson. Para ocultar  el hecho que un Presidente de los Estados Unidos había tenido relaciones sexuales ilícitas con una jóven en la Casa Blanca, la CIA contrató a un cineasta para que realizara un cortometraje  donde se inventaba una falsa guerra transmitida por TV que tenía lugar en Albania, remoto país que nadie conocía en EEUU, con la participación de falsos “marines” que finalmente ganaban dicha guerra. Esta mentira mediática tuvo éxito en ocultar el desafuero cometido por el Presidente poco antes de las elecciones presidenciales. Posteriormente, la CIA asesina al productor de la falsa noticia para evitar que éste pueda vanagloriarse de su éxito mediático y desvelar el carácter falso de la supuesta guerra.  En el caso real de Venezuela, los terroristas mediáticos han logrado también la complicidad de personas como la Fiscal General de la República, de un famoso director de la Sinfónica Juvenil y de una manada de falsos chavistas que diaria y consuetudinariamente aporrean la verdad y la honestidad del pueblo venezolano.

Toda esa milmilonaria (en dólares) ofensiva  mediática trata igualmente de tender una cortina de humo sobre la realidad democrática y de justicia social que la Revolución Bolivariana está construyendo en Venezuela, a  pesar de la guerra abierta que hace el “gobierno profundo” de los Estados Unidos. La respuesta revolucionaria a esa guerra de quinto nivel ha puesto de relieve el grado de organización popular social, político y económico que ha  logrado crear la Revolución, defendido y consolidado gracias a la existencia del sistema cívico-militar apuntalado por la Fuerza Armada Bolivariana y las Milicias Populares. Por ahora, la fuerza de esa organización popular solo ha mostrado sus colmillos. La derecha terrorista la teme porque sabe que sin un apoyo militar efectivo, su conspiración mediática y su violencia callejera no tienen vida. Cada día que pasa sin lograr nada concreto les va restando el apoyo de las y los venezolanos de derecha, particularmente los de la mafia de comerciantes que ya ha invertido alrededor de 100.000 millones de bolívares para financiar un movimiento subversivo que -piensan- los llevará de nuevo a capturar el poder y al control de la renta petrolera venezolana.

Países como Colombia, México, Argentina y Brasil, inclusive Estados Unidos, España, Francia e Inglaterra, entre otros, que enfrentan graves problemas sociales y políticos a su interior, quisieran ver desaparecer el mal  ejemplo  de la Revolución Bolivariana.

Por estas razones apoyamos la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela. Después de aprobada por el pueblo la Constitución de 1999, la Revolución Bolivariana ha desarrollado en lo concreto los fundamentos  sociopolíticos, culturales y económicos del cambio histórico que Venezuela, y esta humanidad, necesitan para poder sobrevivir: Socialismo y Justicia Social. Esos fundamentos revolucionarios tienen necesariamente que ser constitucionalizados para plasmar en nuestra Carta Magna no solo el proyecto de una sociedad nueva, que ya existe desde 1999, sino su concreción que se ha ido elaborando durante 19 años.

La mafia de comerciantes está aterrorizada de ver que un nuevo sistema socialista de distribución y cambio de bienes y servicios, incluso de producción de alimentos, los CLAP,  pueda desterrar sus monopolios de distribución  y cambio de mercancías que le han servido para humillar y controlar políticamente  al pueblo venezolano, y sea convertido en constitucional por la nueva Asamblea Constituyente, es decir, que no podría ser rechazado ni destruido, salvo por un hipotético golpe de estado militar.

Lo que está en juego en Venezuela y en la Asamblea Constituyente no es solo fundamental para nuestro pueblo, sino que es crucial para toda América Latina:  Venezuela es un pueblo que hace realidad un modo de vida socialista donde es él,  no el Estado, la verdadera vanguardia que lidera el proceso de cambio histórico hacia una sociedad nueva, socialista, democrática, protagónica y participativa.