Las fuerzas de cielo se encontraron con algunos límites
Eduardo Aliverti
No tiene mayor sentido detenerse en los aspectos técnicos, o de cálculos transeros, acerca de lo sucedido en el Congreso. Sí lo tiene comprender que la presunta aplanadora de las Fuerzas del Cielo comenzó a encontrar algunos límites.
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Podrá acontecer que algunos favores presidenciales, a algunas provincias y aliados solícitos, alleguen votos para sostener vetos. Podrá ocurrir que nunca faltará un Kueider por acá, un símil por allá, dispuestos al qué pretende usted de mí. Podrán ofertar todas las Banelco de época que se quieran. Pero ya no habría retorno, nodal, de que al Gobierno empezaron a entrarle las balas (propias). A uno no le gusta esa figura, y sobre todo cuando las guerrillas digitales del neofascismo convocan a la violencia. Se acepta por razones de imagen expresiva.
Es impactante la sucesión de errores y horrores ejecutivos que cometieron los adolescentes de Casa Rosada, tal vez porque se acumularon en una misma semana.
Puede admitirse, cómo no, que el capital de Javier Milei es permanecer como un intransigente disruptivo a toda costa. Pero de ahí a carecer de todo rasgo de inteligencia política, siquiera para tener fusibles que lo amparen, hay mucha distancia.
Podría mantener al personaje y dejar que por abajo negocien lo que fuere, a fines de salvar las papas en instancias determinadas. Por ejemplo, para haber evitado una derrota parlamentaria que se transformó -él transformó- en crisis de alcances inciertos.
Hubiera bastado con que no se sometiera al papelón de refugiarse en la niebla, para justificar su ausencia en Tucumán. Juntaba dos, tres, cuatro gobernadores, con algún caramelito de liberar fondos básicos, y prácticamente listo.
Pero Milei no sabe. No quiere. No entiende nada, porque siente que le sobra con que todo es cuestión de ganar en las redes, de que su hermana se cargue a quien viniere y de que un coro de bufones corporativos lo aplauda sin percibir que da vergüenza ajena.
Sin embargo, eso podría llevar a la conclusión de que el Presidente está preso de sí mismo. No. Eso es una mirada psicologista, que antes de válida es insuficiente. Está preso de que lo que encarna no tiene ni pies ni cabeza como proyecto sustentable. Y como incumbe a la Argentina, con su cultura bimonetaria, le saltó la ficha desde las perspectivas con el dólar.
En su nota de Página/12 del domingo pasado, bajo la pregunta de si se puede sostener el modelo cambiario, Hernán Letcher describe el panorama de los próximos meses con precisión quirúrgica.
Comienza por la canchereada de Caputo Toto (“Si creés que está barato, agarrá los pesos y comprá dólares, campeón”). Fue apenas unos días antes de que el mismo Toto, con imagen desvencijada, apareciera de urgencia en uno de los programas de la televisión oficial.
Por la tarde de ese 9 de julio, el vocero Alejandro Fantino dijo lo que Milei le ordenó tras constatarse que el palazo en el Senado era irreversible. Toto fue usado como vector de un off grotesco, para señalar que habría pérdidas en uno de los “reactores nucleares” de la economía: el superávit fiscal. Lo atravesarían “los misiles” de Mandrilandia, con sus consecuencias en el riesgo-país y la trepada del dólar de modo que… “si, por ejemplo, ya contrataste un viaje a Buzios para tus vacaciones preparate, papito, porque se va a mover todo, y mucho”.
Fracasaron en su intento de desmentir a los dichos de Toto y al dólar Fantino. Tanto, que el mismo Milei no hizo más que ratificarlos en su discurso en la Bolsa de Comercio. Antes de protagonizar otro de sus divagues bíblicos, priorizó que vetaría cuanto votasen los degenerados fiscales porque, en efecto, llegado el caso judicializará la decisión parlamentaria frente al riesgo asqueroso que significa aumentarles 20 mil pesos a los jubilados. Ni hablar de los pérfidos con discapacidades, ni de la emergencia de los bahienses. Y si no, están el Éxodo, el Becerro de Oro, la Torá, sucedáneos. De última, ya vimos que cien mil pesos pueden transformarse en cien mil dólares por solo influjo celestial.
Justamente acerca de los peligros antes de las elecciones, el citado artículo de Letcher hace una pasada por los mecanismos que vienen permitiéndole al Gobierno esquivar, con dólares ajenos, las mermas tensionantes.
En síntesis, desde la devaluación de diciembre de 2023 ya se fumaron los efectos de esa medida y de los dólares del blanqueo. Al cabo, llegó otro préstamo del FMI por USD 12 mil millones que también están consumiéndose. Y acaban de pedir 2 mil millones agregados. Les queda privatizar lo no mucho que sigue en manos públicas, ventas de activos, concesiones. Rogar que en algún momento dé resultado la inversión extranjera, RIGI mediante. No estaría sucediendo.
O sea: menemismo pero sin dólares y sin la más mínima muñeca política. Hasta Domingo Cavallo les dijo que esto no se sostiene.
La recorrida para estimar si alcanzan los dólares indica que se necesitan otros 12 mil millones entre agosto y octubre. Surge de los rubros del Balance Cambiario del Banco Central. No hay misterio. Bienes, Importaciones, Balanza Turística, Intereses de Deuda, Formación de Activos Externos y saldo a financiar. La única “solución” sería más endeudamiento, a través del Fondo Monetario, de organismos multilaterales y de emisión de bonos.
Como concluye el economista, debieran revisar sus proyecciones aquellos desprevenidos capaces de imaginar que el apoyo del FMI, la empatía del mercado con Milei y la motosierra fiscal habían resuelto el frente cambiario.
Quizás quepa pronosticar que el apoyo político de Washington permitirá no llegar a septiembre y octubre con la soga al cuello, si se entiende por tal cosa la sola especulación electoral.
¿Qué cree el Gobierno? ¿Que ganando las elecciones, lo cual es probable a valores de hoy, zafará del drama de las divisas como si se tratara de que convertirse en La Libertad Arrasa, en términos mileístas, basta para seguir adelante cual si nada?
Es veraz que el oficialismo cuenta con la ventaja de no apreciarse, aún, una alternativa opositora sólida. Lo que avanzó el peronismo, gracias a su mera unión bonaerense, debe demostrar volumen propositivo. Pero es un aviso para los libertaristas, al igual que la aparición en escena de la “liga” de los gobernadores. Confiar en éstos es una aventura osada, lo cual no quita que trazaron una raya o, si se prefiere, poder de fuego.
Resumiendo, algo está moviéndose. Y así fuere que no alcanzara para revertir el escenario electoral favorable al Gobierno, éste podrá derretirse como helado al sol. Mauricio Macri estaría en condiciones de brindar cátedra al respecto.
Los signos económicos se precipitan.
Casi no hay semana en la que alguna multinacional no anuncie que deja el país. Cierran comercios. Quiebran empresas industriales y agropecuarias. Cualquier encuesta revela que el desempleo y la falta de trabajo retornaron como preocupación principal de los argentinos.
Si es correcto afirmar que eso no resulta aprovechado, todavía, por alguna opción opositora, también lo es que Milei ya no dispone de entusiastas, sino de resignados que se van a la indiferencia completa por cuanto implicase “la política”.
El jueves, tras la paliza en el Senado, el festival de ironía y solvencia reglamentaria que brindó José Mayans, la guerra desatada entre la Generala Villarruel y la Comandante Pato, las otras que comprenden al Mago del Kremlin contra La Hermanísima y los Menem… todo lo que pudieron exhibir fue el Gordon Dan y otros adefesios llamando a los tanques en la calle.
Vaya con la muestra de impotencia, que además de inmundicia porta detalles deliciosos.
Cuando cabía intuir que estaban festejando por haber humillado al PRO, rindiéndolo al violeta en la integración de las listas, los memes destacaban -entre decenas de alegorías por el estilo, con centenares de miles de visualizaciones- que Pucho Ritondo tenía una sola propiedad, guardó la escritura en una caja de seguridad y, cuando la fue a buscar, tenía 385. Otro milagro del Señor.
No es una frivolidad.
Es la muestra de que se acentúa un espacio vacío difícilmente ocupable, a esta altura, por los cantos de dolarización, bombas en el Banco Central, serruchos eléctricos contra la casta, jubilados que en dólares ganan mucho mejor y Argentina admirada en el mundo porque ya estamos entre una treintena de potencias mundiales. Los tres primeros asertos son de la campaña que entronizó a Jamoncito. Pero los dos últimos corresponden a declaraciones de Toto y Milei esta semana.
Ahora, siempre para variar, resta saber si ese vacío de entusiasmo podrá ser llenado por un nuevo Nosotros.