American Curios: ¿La política como espectáculo o el espectáculo como política?
David Brooks – Cubadebate |
¿La política como espectáculo o el espectáculo como política? En la recta final de la contienda electoral en Estados Unidos, el espectáculo prevalece, pero no sólo como manipulación, sino en respuesta a una realidad: en este país, donde los políticos y las instituciones democráticas –desde el Congreso, la presidencia, los tribunales y hasta los medios– tienen pésimos índices de aprobación, los candidatos tienen que recurrir a figuras con mayor credibilidad que ellos.
En esos últimos días, la candidata demócrata, Kamala Harris, ha invitado a todo un elenco de superestrellas a sus actos de campaña, incluyendo algunas de las figuras más famosas del momento, empezando por Beyonce (quien la acompañó en Houston esta semana, y cuya canción Freedom es el himno oficial de la campaña de la demócrata) y en otro acto el sábado, El Jefe –no Barack Obama, quien también estaba ahí–, sino Bruce Springsteen. Otros que han acompañado a Harris en los últimos días son el legendario Willie Nelson y la próxima semana ya están anunciados Los Tigres del Norte y Maná en dos de los estados claves, Nevada y Arizona, donde el voto latino es determinante. Uno de los premios mayores para la campaña de Harris fue el endoso hace unas semanas de Taylor Swift, una fuerza mayor con sus millones de seguidores. En anuncios por redes sociales, en foros y otros eventos, se han sumado en apoyo de su candidatura Rubén Blades, Robert De Niro, Leonardo DiCaprio, Julia Roberts, Samuel Jackson, George Clooney y Bad Bunny. Otro tipo de estrellas también anunciaron su apoyo: 82premios Nobel en Ciencias y DEconomía (entre ellos Joseph Stiglitz).
En la Convención Demócrata hace un par de meses figuras del mundo del arte y del deporte fueron de los más ovacionados al prestar su celebridad y credibilidad al magno show político: Stevie Wonder, Oprah Winfrey, la actriz Kerry Washington, la cantante Pink, el superastro del basquetbol profesional Stephen Curry y el técnico del equipo de basquetbol olímpico Steve Kerr, entre otros.
En la campaña del republicano Donald Trump es notable el nivel y número inferior de actores, músicos y atletas que lo apoyan. El músico de country Lee Greenwood tocó anoche en el mitin realizado en el Madison Square Garden, el foro de espectáculos y deportes más famoso del país, donde Trump más deseaba presentar su show (mismo lugar en el cual se realizó otro megaespectáculo político que mezcló el patriotismo con el fascismo hace 85 años). En la convención republicana, las estrellas incluyeron a Kid Rock, y el veterano de lucha libre Hulk Hogan y algunos artistas de segunda.
Trump parece no gozar del amplio apoyo de las estrellas culturales del país, mientras insulta a los que no lo admiran. Odio a Taylor Swift, escribió en redes sociales al enterarse, después de mentir que ella lo respaldaba, de que ella extendió su apoyo a Harris. Tal vez la razón por la cual no hay un elenco de superestrellas en los eventos republicanos para competir con los demócratas no es sólo que Hollywood, Broadway y el mundo de la música es liberal y hasta progresista, sino que el candidato se considera la única superestrella. Vale recordar que su fama nacional proviene no de su carrera política, sino del mundo de los reality show de televisión, como el exitoso El Aprendiz.
Las estrellas son mucho más confiadas y respetadas por el público que los políticos. Y por eso, aunque en esta elección, como en casi todas, el tema central es el pan –o sea, la economía y empleo–, el circo es clave. Pero ya no sólo para entretener y distraer a las masas como antes, sino ahora porque el circo es más confiable y creíble que el show político.
De hecho, fue un músico, Frank Zappa, quien en los 80 advirtió que Estados Unidos, iniciando con Reagan, se está encaminando a ser una teocracia fascista. Tal vez, y con un poco de música y baile (de los músicos rebeldes y solidarios), la resistencia derrotará a ese pronóstico.