Don Pablo González Casanova, cien años de luz
Cristóbal León Campos
Pilar del pensamiento en México y referente de la crítica profunda comprometida con la clase obrera y los sectores populares, don Pablo González Casanova nació el 11 de febrero de 1922 y ahora cumple cien años de vida, la luz de su intelecto ha iluminado a la ciencias sociales en nuestro país con amplia repercusión en el mundo.
Sus reflexiones sobre las relaciones capitalistas de explotación y su reproducción en las estructuras de poder, las formas del colonialismo interno, la opresión de los pueblos originarios y las luchas de emancipación, el combate por la democracia y la vigencia del socialismo, son entre otros los temas centrales que han ocupado su vasta producción intelectual, que ha dado como legado, obras fundamentales como “La democracia en México” (1965); “Sociología de la explotación” (1980); “La nueva metafísica y el socialismo” (1982); “Imperialismo y liberación en América Latina” (1983); y “Las nuevas ciencias y las humanidades: de la academia a la política” (2004), entre otras, y un sinfín de artículos, conferencias, ponencias, entrevistas y demás documentos, que dan muestra de su compromiso y su inquebrantable postura a favor de los oprimidos.
Vinculado al marxismo analiza la sociedad sin temor ni ortodoxias, reconoce en sus escritos las contradicciones naturales del capitalismo y las utiliza para explicar las formas de opresión entre naciones como el imperialismo y las maneras internas en los países que perpetúan las cadenas lacerantes de la injusticia, el colonialismo interno es uno de sus conceptos y legados que siguen vigentes para entender las desigualdades y la violencia estructural que sustenta la pirámide de la explotación.
Como sociólogo, reconoció las trampas discursivas de las ciencias sociales acomodadas al poder y su reproducciones, en sus palabras refirió en la obra “Las nuevas ciencias y las humanidades: de la academia a la política” (2004) sobre la necesidad de una renovación radical del pensamiento que: “Las nuevas ciencias formarán parte del nuevo proyecto alternativo emergente. Someterlas a una crítica rigurosa es necesario pero insuficiente. Se requiere dominar su lógica y su técnica para defenderse de ellas, o para utilizarlas y adaptarlas al proyecto liberador”.
La congruencia ética y moral forma parte de su praxis social y política, el decir y el hacer están íntimamente ligados en su ser y su pensamiento, don Pablo, como se le conoce en los territorios zapatistas donde fue nombrado miembro del Comité Clandestino Revolucionario Indígena- Comandancia General (CCRI-CG) del EZLN, es un intelectual militante sin pudor, no se acomplejó nunca por los llamados a la “pureza” academicista, por ello, sus análisis reconocen también las aportaciones a los procesos de liberación que ha realizado la Revolución cubana y el ya mencionado movimiento zapatista, dos vanguardias que en las últimas décadas han significado la esperanza y la utopía, conceptos vivos presentes en su obra.
Sus palabras cargadas de esperanza escritas en su ensayo “El socialismo como alternativa global: una perspectiva del Sur” (2001) nos recuerdan que: “la prioridad que en la nueva historia se plantea es la lucha por la democracia como poder y política, y desde ella, la de la liberación y el socialismo. Las tres constituyen […] la única alternativa para la sobrevivencia del mundo”. Don Pablo cumple cien años dando luz en la oscura noche que afrontamos, siempre luchando a favor de la humanidad.
Anexo
El rector más importante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en los recientes cien años, y el único de izquierda en la historia de la universidad más antigua del continente, duró en el cargo apenas dos años y siete meses, entre mayo de 1970 y el aciago diciembre de 1972. Pocos han durado menos; después de él se harían frecuentes las relecciones por ocho años. Pablo González Casanova comenzó un cambio profundo que pudo hacer de la universidad la vanguardia ética y académica de América Latina, pero
fuerzas internas y externas se lo impidieron. El acoso contra su rectorado fue política expresa del gobierno de Luis Echeverría Álvarez, quien logró deshacerse de él desde su segundo año de gobierno, y entregó la casa de estudios al grupo de científicos reaccionarios y burgueses encabezado por Guillermo Soberón Acevedo, mismo grupo que a la fecha, 50 años después, conserva el poder en la UNAM.