Estamos en guerra

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Oscar Schémel-Hinterlaces

Venezuela está en guerra. Una guerra, por ahora sin fusiles, que se desarrolla en diversos territorios y dimensiones. Hay una guerra económica, una guerra neurótica o psicosocial, una guerra informativa y una guerra diplomática y política contra nuestro país. El objetivo de esta guerra híbrida y multidimensional es el derrocamiento violento y traumático del presidente Nicolás Maduro, pero también la destrucción del Estado-Nación.

La estrategia contempla el cerco económico y financiero, la neurotización de la sociedad, la liquidación del chavismo y de sus símbolos de todo espacio de poder e influencia cultural, el debilitamiento de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, la balcanización del territorio, el exterminio de la esperanza emancipadora y la reconfiguración de la identidad cultural nacional.

En definitiva se trata de un proceso ya en marcha de recolonización de la nación venezolana, en correspondencia con los intereses geopolíticos del imperio norteamericano.

Esta estrategia de asedio y hostigamiento permanente también va a servir, según sus laboratorios, para disuadir y neutralizar a los gobiernos progresistas de la región y despojarlos de una agenda propia de soberanía y justicia social.

Pretenden someternos, mediante el hambre y la enfermedad, con la aplicación de un bloqueo económico total que incremente el sufrimiento de los venezolanos.

Pero también, a través de acciones psicológicas, pretenden afectar la conducta social, vulnerar el espíritu nacional y lograr el control emocional de la población.

Continuarán las presiones para dividir a las instituciones fundamentales del Estado y se acentuarán las campañas de descrédito internacional contra los líderes del Gobierno del presidente Maduro.

Esta estrategia también incluye una fase militar o violenta. Intentarán un nuevo “calentamiento de calle”, focos de violencia paramilitar y ataques terroristas y sabotajes, así como intensificarán las operaciones destinadas a la incitación al odio y la intolerancia social, entre otras acciones.

Hay que avanzar decididamente hacia el diálogo y los acuerdos para evitar que sobrevenga una confrontación de consecuencias irreparables, incluso antes de pactar una agenda electoral. A ningún venezolano le conviene la caotización de la sociedad venezolana ni la desintegración nacional.

Venezuela quiere paz, estabilidad y bienestar. Vamos a aprovechar esta crisis para transformar el conflicto en un espacio de oportunidades que nos permita construir un futuro mejor para todos.