Las elecciones del egoísmo
UN GRANO DE MÁIZ | En las elecciones burguesas aparece muy clara la separación del individuo con la sociedad. Estos eventos son diseñados para estimular el egoísmo, elevarlo a niveles de locura prestigiando las soluciones individuales e ignorando la conciencia social. Se confina el pensamiento al entorno y a lo inmediato, el voto se transforma en una acción individual, egoísta, sin connotación social.
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En estas elecciones que hoy confrontamos vemos la estrategia del candidato-burgués, elevar la deslealtad y el egoísmo. No podía ser de otra manera: el capitalismo se basa en la fragmentación de la sociedad y del humano, al que le aplastan cualquier sentimiento, cualquier pensamiento espiritual, de solidaridad o amor. Lo transforman en una máquina de producir y consumir, su valor se mide por la cantidad de objetos que acumula.
Los oligarcas intentan construir una victoria sobre el envilecimiento del pueblo, sobre la traición a sus líderes y al futuro de la sociedad de la que están extrañados.
La estrategia ya la han usado antes: al separar las acciones individuales de sus consecuencias sociales desarraigan al individuo de la sociedad, lo transforman en un ser manipulable, víctima del miedo irracional. Vive en la angustia del despojo de lo que tiene y de lo que no tiene, subyugado por las apetencias y deseos artificiales, absurdos.
Como símbolo de la patología capitalista, como emblema del hombre extrañado de la sociedad y, por tanto, de él mismo, está aquel muchacho que vendió su riñón para comprar el aparato de moda. Ya sabemos, su novedad duró sólo meses, rápidamente fue sustituido por otro aparato que generó igual desespero por adquirirlo.
Cuando la disociación de lo individual de sus consecuencias sociales, del destino de la sociedad, se hace política, los pueblos son esclavizados, las oligarquías los manipulan con facilidad. Podemos decir que mientras los individuos estén divorciados de su visión de sociedad, ésta no existe, es en realidad un sarcasmo.
Sólo se puede dominar a pueblos fragmentados en millones de individualidades. Los pueblos con alto sentido de sociedad, donde sus miembros se saben parte del presente y responsables del futuro, miembros de su generación y de las generaciones venideras, esos pueblos son invencibles.
Se comprende que la campaña electoral de la burguesía se base en el egoísmo, en la traición, en llamados a la cobardía, a no correr riesgos, a evitar el mínimo sacrificio. En resumen: nos convocan a ser un pueblo mediocre, a ser nuestro propio verdugo.
El triunfo estratégico de la Revolución se basa en unir el bien individual con el bien social. Sólo con esta conexión podremos construir un mundo donde todos vivamos como hermanos, en Socialismo. Esa conexión es la clave para no retroceder, para que los pueblos no sean abusados en su credulidad, para que San Pedro Alejandrino y el Gólgota no se repitan.
Sólo así podremos derrotar a la oligarquía en estas elecciones y en cualquier terreno donde presente la batalla.
¡Con Chávez!