Díaz Rangel: Perspectivas del diálogo/ Britto: Fracasa el juicio político/ Stelling: El diálogo, ¿un comodín?

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ven-dialogo16-mesaEleazar Díaz Rangel-Últimas Noticias|

Perspectivas del diálogo 
Ocho días se cumplen hoy de la mesa de diálogo que reunió a Gobierno y oposición, un encuentro desde hace mucho tiempo buscado, y esperado por la mayoría de los venezolanos. Quien podía creerlo. ¿Y qué no se ha dicho en estos días? Desde las advertencias del vencimiento de un supuesto ultimátum que vence el próximo sábado, hasta el fantasioso retiro del Vaticano.

La verdad, en estos días se han estado reuniendo tres de las cuatro comisiones de trabajo designadas el domingo, coordinadas por tres ex presidentes y un enviado del Papa; precisamente esta última se instaló ayer porque el representante de Venezuela, la canciller Delcy Rodríguez, estaba en Ginebra. (Creo que fue un error que cada sector estuviese representado por una sola persona). El caso es que se trata de una labor exigente, cuidadosa, de dar y recibir, como en todo diálogo, nada fácil de armonizar. El sábado, cada una de ellas presentará su respectivo informe a la Mesa de Diálogo, seguramente para seguir avanzando.

Nada fácil mantener un ritmo de avances con tantos obstáculos y contratiempos, posiciones adversas y contradictorias, algunas irreconciliables. Con razón el ejecutivo de Unasur, Ernesto Samper, dijo que están “construyendo espacios de confianza para avanzar en temas fundamentales”. Se trata de un proceso difícil, espinoso, frágil, quebradizo, pero de una trascendencia que en ocasiones parecen olvidar algunos.

Todo difícil, pero en situaciones parecidas, o mucho mas complejas, como las negociaciones en Colombia, El Salvador y Guatemala, donde hubo guerras con miles de muertos, han sido posible los acuerdos finales, después de mucho tiempo, con inagotable paciencia, y el convencimiento de que para recibir hay que dar, hacer covaticano-claudio-maria-cellincesiones. También ley fundamental de este diálogo. Y fue así, paso a paso, y pese a las presiones recibidas, como fueron posibles aquellos entendimientos que sus pueblos agradecen.

El éxito de estas negociaciones (tercera acepción del Drae) dependerá, en lo fundamental, de sus partes, de su discreción, naturalmente, de su voluntad de encontrar puntos comunes, y del uso del lenguaje. En la misma sesión preliminar del domingo convinieron en llamar la atención sobre esta peliaguda cuestión, y adquirieron el compromiso de disminuir el tono “de agresividad del lenguaje utilizado en el debate público”, que llevó a este diario a titular: “El Gobierno y la MUD acordaron bajarle dos”.

Sin embargo, algunas veces uno lee o escucha expresiones de uno y otro lado, que desbordan los límites que ellos mismos se impusieron. Tales frecuentes desviaciones en el discurso, en el fondo, no contribuyen al normal y esperado desarrollo de este tan importante proceso. Como si no tuvieran conciencia de lo que significaría para el país y para los venezolanos el fracaso de este esfuerzo, donde ambas partes están tan comprometidas.

Anexo 1

ven-maduro-y-zapateroFracasa el juicio político al Presidente 

Luis Britto García|El Congreso oligarca intenta un juicio político contra el Presidente electo, se coloca bajo la protección de un general, crea una milicia paramilitar que dispara contra los ciudadanos.

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El adiposo congresista a veces conservador y a veces liberal Juan Vicente González saca un papel manchado de grasa donde el general José Antonio Páez los insta a resistir como romanos. El pueblo indignado irrumpe en la Asamblea, y se traba en riña con los diputados que secuestran al ministro Sanabria. El diputado Palacios huye, y cuando González lo insta a que los defienda, Palacios grita: “-¡No joda! ¡Yo no soy romano sino llanero del Mijagual, y no peleo enchiquerado!”. Un diputado oligarca pide la absolución a un cura, y éste le contesta: “¡Ego te absolvo, pero corre, pendejo!”. El pueblo va a apalear a González, un diputado liberal lo salva: “-¡A Tragalibros no! ¡A Tragalibros no le hagan nada, que él me educa los muchachos!”. Silverio Galarraga esgrime un trabuco y lo pone en el pecho del doctor Francisco Díaz, mientras le grita: “-¡Tú me sentenciaste a muerte! ¿Recuerdas? Ahora, prepárate a morir.” Esto sucede el 24 de enero de 1848. Entra en la sala el presidente constitucional de la República, José Tadeo Monagas. El tumulto se apacigua como por arte de magia.

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En la calle yacen tres ciudadanos muertos por los paramilitares, en el recinto tres congresistas muertos por el pueblo. Monagas desecha los consejos de asumir la dictadura; convoca de nuevo a sesiones, y el Congreso se reúne, presidido por Juan Vicente González, quien no puede resistir una cachapa con queso ni un cargo. El general José Antonio Páez, que había movido los hilos de la conspiración, se alza solo para ser derrotado ignominiosamente, y pasar de León de Payara a Rey de los Araguatos. Recibe su rendición un joven oficial que ha comandado insurrecciones agrarias, Ezequiel Zamora.

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El ansia de poder de los oligarcas los llevará todavía a aupar dos dictaduras que serán consecutivamente derrotadas, la de Julián Castro y la de José Antonio Páez. Ambas son apoyadas por la Embajada de Estados Unidos en defensa de las transnacionales que explotan el guano. La intransigencia de la oligarquía causa la Guerra Federal y su derrota en ella. “Termino mi autobiografía donde debí concluir mi carrera política”, escribe desencantado el viejo centauro al clausurar sus memorias con la Batalla de Carabobo. Al servicio de la oligarquía ha perdido a su amada Barbarita Nieves, a quien siempre despreciaron los godos, y una parte de la gloria que le ganaron sus lanceros. La oligarquía perderá para siempre los poderes absolutos, que intenta recuperar cada vez que se olvida de la Historia.

Anexo 2ven-dialogo

El diálogo, ¿un comodín?

Maryclen Stelling |De la sorpresa y complacencia inicial, el diálogo, apadrinado por el Vaticano, se convierte en una suerte de comodín que toma distintos valores y cumple diversas funciones según convenga políticamente.

La debilidad estructural y coyuntural con la que el diálogo comienza, afecta los acuerdos y concesiones iniciales, que se desdibujan con la reactivación del sistema de amenazas de parte y parte. Rápidamente afloran las vulnerabilidades y, desde algunos sectores, se impone la apuesta al fracaso del diálogo en detrimento de la consolidación de procesos de negociación y construcción de consensos perdurables.

Tanto la paz como la violencia son procesos complejos y dinámicos. Ni la una se instaura automáticamente en las primeras reuniones, ni la otra se acaba por decreto. En el país se han consolidado diversos frentes de batalla que no se pueden desmontar de un día para otro. El electoral, suspendido hasta nuevo aviso; el poderoso transmediático; el conflicto de poderes con una Asamblea declarada en “desacato”, y las acciones de calle que visibilizan numéricamente el poder de cada sector. Frentes que indudablemente fomentan la pérdida -real y simbólica- de espacios de reconocimiento.

Para la oposición, el 11-N deviene en fecha decisiva en torno al éxito o fracaso del diálogo. En tal sentido aseveran que “no son momentos para ceder”, “no están dadas las condiciones” y el “que se haya abierto este diálogo no quiere decir ni de lejos que se va a paralizar la lucha”. Afirmaciones que se confrontan con la posición oficial cuando riposta que “no se puede pretender darle un ultimátum a las conversaciones, a los diálogos y a la paz” y “no se aceptan “amenazas” ni “condicionamientos”.

Una primera evaluación del proceso arroja un diálogo obligado y descomprometido con el presente y futuro del país. En el saco del olvido quedan la cultura del diálogo, la tolerancia y el respeto mutuo.

De fracasar el diálogo, los pronósticos no son halagüeños, por cuanto la confrontación podría transformarse en formas más complejas y peligrosas, evadidas hasta el momento por la propia dinámica del país.

De allí la obligación política, ética e histórica que tienen tanto el Gobierno como las fuerzas de oposición de afrontar la situación actual y evitar salidas realmente violentas.