5G, chalecos amarillos y migraciones: las tensiones y resistencias de lo nuevo

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Luis Bonilla-Molina|

El futuro no está predeterminado como quisieran los dueños del capital. Más allá de las intenciones de los capitalistas, las luchas nos han enseñado que la última palabra no está dicha y la suerte de los excluidos se juega día a día en las revueltas y distintas formas de resistencia.

Las luchas y las resistencias en todo el mundo, que en esta etapa están siendo protagonizadas por los sectores sociales explotados y marginados, especialmente la clase obrera fabril, los y las trabajadores, los y las estudiantes y docentes, los y las inmigrantes, los pobladores de la ciudad y el campo, los y las ciber rebeldes, constituyen la única posibilidad de frenar la versión alucinante y opresora que pretende implantar el capital trasnacional en el advenimiento de la cuarta revolución industrial. 

No se trata de desarrollar una nueva mentalidad “Ludista” contra el desarrollo tecnológico del presente, sino de apelar a todas las formas de pensamiento crítico con la intención de posibilitar el emerger de renovadas miradas que permitan pensar y usar la innovación científica-tecnológica del siglo XXI asociada a los proyectos de emancipación y liberación que se escenifican en el presente.

Ello implica actualizar nuestra epistemología del cambio y atrevernos a movilizar los paradigmas que han orientado a una parte importante de las izquierdas en las últimas décadas. Solo así podremos leer el presente con las claves teóricas y narrativas que expresen el vigor de la praxis revolucionaria actual.  Es un camino para conectar hechos y eventos que el complejo industrial cultural y mediático nos presenta fragmentados e inconexos.

De hecho, en las últimas semanas hemos presenciado sucesos que muestran tensiones en la hegemonía capitalista, que parecieran inconexos pero que a mi juicio forman parte de una dinámica común, que reflejan en alguna medida las tensiones y resistencias que comienzan a generarse en el camino al desembarco de la cuarta revolución industrial y su impacto en el modo de producción dominante.

Migraciones

El primero de ellos, las migraciones de trabajadores y trabajadoras. Los procesos migratorios no son nuevos, pero en los últimos años Europa y más recientemente EEUU y América del Sur se han convertido en epicentros de procesos migratorios de trabajadores desempleados que buscan un lugar donde poder obtener un puesto de trabajo temporal que les garantice la subsistencia propia y las de sus familias. Las aspiraciones a contratos laborales estables y de largo aliento parecen cada vez más difusos en el horizonte del mundo del trabajo del mundo globalizado.

Por el contrario la precarización laboral, el desempleo, los procesos inflacionarios y las dinámicas extractivitas que han impactado en la última década a la región han generado que cada día sean más nítidas las expresiones de movilización de contingentes humanos en busca de empleo.

Al especializarse y estratificarse el mundo del trabajo, dando cabida a novedosos puestos de empleo que demandan un nivel de desempeño laboral complejo, multidisciplinario y en buena medida contingente, asociado a la reestructuración del modo de producción capitalista, se están comenzando a desarrollar nuevas dinámicas migratorias que tienen como lugar de partida países considerados altamente industrializados, de los cuales parten hacia África y Asia, por ahora, pequeños contingentes de profesionales calificados en áreas consideradas hasta hace poco como emergentes.

A ello se suma la presión creciente al desempleo o la flexibilización laboral que se comienza a evidenciar sobre la clase media profesional en todos los lugares del planeta. La expansión de los sistemas escolares que se dio entre 1945 y 2010, en la mayoría de los casos fue soportada sobre un imaginario del empleo y el mundo del trabajo inherente a la primera y segunda revolución industrial. Eso hace que en la actualidad el embudo laboral comience a cerrarse y la obsolescencia de la formación profesional sea cada vez más evidente y creciente.

Estos profesionales egresados con los paradigmas de la primera y segunda revolución industrial, se habían situado en buena medida en el campo de la clase media, teniendo las expectativas de crecimiento y bienestar propias de este sector social. De pronto esta clase media profesional se ve lanzada a una especie de sub proletariado que debe reconfigurar rápidamente su saber si quiere conservar u obtener un empleo.

La clase media profesional está viviendo y vivirá en los próximos años, una creciente deslocalización laboral y una especie de darwinismo del empleo que los llevara a un peregrinar por distintos lugares del orbe. Mientras unos se adaptarán otros pueden verse de improvisto frente al abismo de la miseria,

El sistema capitalista comienza a reaccionar de manera normativa a esta realidad, intentando controlar y localizar los daños colaterales de estas dinámicas. Recientemente la llamada cumbre de Marrakech (diciembre, 2018), realizada bajo los auspicios de la ONU y con la presencia de dos tercios de los líderes de las naciones del mundo, aprobaron el llamado Pacto Mundial por la Migración (PMM), que aunque no es vinculante pretende “facilitar una migración segura, ordenada y regular”.

Mientras se han retirado de su dinámica Estados Unidos, Austria, Australia, Chile, República Checa, República Dominicana, Hungría, Letonia, Polonia y Eslovaquia, otros, como Bélgica, Bulgaria, Estonia, Israel, Italia, Eslovenia y Suiza consideran que su estatus es de observadores en proceso de consulta con los factores involucrados en sus países.

Esta cumbre fué fuertemente cuestionada por una parte de las izquierdas, especialmente por la coalición “Vía Democrática” de la nación Marroquí y la Izquierda Unida (IU) española, argumentando que este nuevo pacto significa “la externalización de las fronteras, las deportaciones masivas y los acuerdos entre estados para deportar a las personas”, así como la “creación de centros de detención donde encerrar a quienes no han cometido delito alguno” A ello se suma la decisión adoptada por los gobiernos de los países que suscriben el pacto, respecto a uniformar los mecanismos, normativas e institucionalidad que facilite crear los antecedentes migratorios que criminalicen los intentos no legalizados de entrar a los países.

Mientras el capitalismo conforma y organiza los mecanismos para afrontar las turbulencias que generará el desembarco de la cuarta revolución industrial, aún en las izquierdas se suele ver el fenómeno con los lentes de las crisis de la primera y segunda revolución industrial.

El debate sobre el paso del Acuerdo (PMM) a la Convención Global sobre Migraciones Seguras, cuyo debate se realizará en Nueva York (ONU) este 19 de diciembre de 2018 está siendo analizado de manera precaria por las izquierdas.  En tanto, las dinámicas migratorias y las políticas hegemónicas al respecto siguen su curso, convirtiendo a los Estados en muros de contención forzada de las migraciones por venir.

Por otra parte, la mass media mundial vende la idea de paraísos laborales que se mudan de un lugar geográfico a otra parte, según vuelan los capitales golondrinas de un lado a otro. Estos paraísos laborales efímeros asumidos como lugares a donde emigrar, están generando una movilidad demográfica sin presentes en la historia humana. Ello lleva al sistema a intentar normalizar estos procesos para hacerlos funcionales a su mutación y controlar el caos que genera una nueva forma de “excedente: la del capital humano”. Esta nueva realidad supera incluso las definiciones hechas por Marx respecto al proletariado de reserva, pues una parte importante de la población está siendo expulsada de manera permanente del mundo del empleo estructurado.

Y esto es sólo el resultado del impacto de las dos últimas olas de la tercera revolución industrial en el mundo del trabajo. Ahora, se nos anuncia el desembarco de la cuarta revolución industrial en el mundo de la producción, lo cual  amenaza con dejar fuera de sus puestos de trabajo a millones de obreros, trabajadores y clase media profesional en todo el mundo. Ante ello, los sistemas de formación profesional no están dando respuestas adecuadas para las alternativas humanas. Las izquierdas apenas si empiezan a recorrer las necesarias reflexiones para valorar las mutaciones de la oposición capital-trabajo en el siglo XXI.

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Los rasgos laborales distintivos de la cuarta revolución industrial serán el desempleo y el cierre de muchos de los puestos de trabajo que conocimos a partir de la primera y segunda revolución industrial. Este nuevo desempleo sin vuelta de hoja, generará oleadas migratorias epocales y coyunturales que serán parte de la nueva tragedia del mundo del trabajo, solo detenible si la clase obrera fabril, los y las trabajadores(as) y todos los neo excluidos se organizan a escala internacional para resistir el neo maltusianismo del empleo que está generando el capitalismo neoliberal del siglo XXI.

La globalización económica y la mundialización cultural, con sus premisas de disolución de los Estados Nacionales comenzó a promover las migraciones laborales, como una forma de optimizar el uso del talento humano en una economía cada vez más portátil y unos capitales golondrina, que hacen intermitente las ofertas de trabajo en los territorios. La Transfronterización del empleo comenzó a constituirse en alternativa ante bajos salarios, flexibilización laboral y amenaza permanente de desempleo en muchos territorios locales.

Un caso atípico de este fenómeno es el de la migración venezolana del periodo 2016-2018. La patria de Bolívar y Chávez ha sido sometida durante los últimos cinco años a novedosas formas de ataque económico y una brutal ofensiva mediática contra la permanencia de la Revolución Bolivariana, campaña implementada desde la administración norteamericana y el llamado Grupo de Lima.

Este proceso continuado de desestabilización se ha sumado a problemas estructurales de la economía rentista petrolera venezolana y otros coyunturales derivados de una economía mono dependiente en medio de una crisis capitalista global. Es innegable que a ello se le adicionan errores y problemas de eficacia en la gestión económica que no han sido analizados críticamente y de manera suficiente desde el compromiso militante con la revolución. Ciertamente hay una guerra económica, pero es innegable que a ello se suman inconsistencias en la gestión económica. 

Por otra parte emergen los problemas derivados de los mecanicismos teóricos inherentes a premisas de la izquierda, las cuales no fueron debidamente contextualizadas a la realidad nacional. Esta dinámica en la cual convergen múltiples factores, algunos de los cuales acabo de enunciar, han afectado especialmente al mundo del trabajo y las condiciones de vida del sector social que más había crecido en los últimos quince años en Venezuela: la clase media profesional; pero también a trabajadores de la ciudad y el campo. A pesar del titánico esfuerzo por ampliar la cobertura de programas sociales y la creación de novedosas formas de apoyo a los más débiles, como el carnet de la patria o las bolsas de comida, es innegable que un sector de la población ha optado por la migración.

Sin cultura colectiva de migraciones por parte de la población venezolana, la forma anárquica y desordenada como muchas veces se ha producido la partida a otros territorios, ha sido profundamente manipulado por la derecha mediática y la alianza de gobiernos pro norteamericanos de la región, para generar la matriz mediática de país en caos.

A pesar que la migración venezolana hacia otros territorios es en la actualidad menor al 50% de lo que representó la diáspora colombiana a para este país que fue receptor de casi seis millones de naturales neo granadinos, hoy se pretende hablar de una crisis humanitaria en Venezuela, cuando en el pasado reciente quienes hoy critican a Venezuela, guardaron total silencio contra procesos de mayor impacto demográfico regional.

Este nuevo fenómeno de la sociedad venezolana ha sido aprovechado por la derecha política y mediática para atacar e intentar desestabilizar la gobernabilidad del proceso Bolivariano. Sin embargo, desde mi punto de vista, si no se supera rápidamente el modelo rentista mono productivo y extractivista de la economía venezolana y se logra eficacia en la gestión de la economía, el desembarco de la cuarta revolución industrial podría generar otras complicaciones no solo migratorias para el país.

Los chalecos amarillos

El segundo suceso convergente ha sido la revuelta francesa por el aumento de la gasolina, contra la precarización laboral y el despido de empleados en cadenas trasnacionales como Carrefour. El detonante lo fue el aumento del combustible anunciado por Emmanuel Macron, pero el ambiente laboral estaba enrarecido con las iniciativas gubernamentales continuadas orientadas a flexibilizar el mundo del trabajo, como se evidenció en el caso de la empresa fabricante de automóviles PSA. Las reformas neoliberales al mundo del trabajo introducidas por la Ley El Khomri” fueron profundizadas por las llamadas reformas de otoño de Macron, iniciativas todas estas que no solo precarizan el trabajo, sino que van colocando en el paro indefinido a miles de trabajadores de los distintos sectores productivos de ese país.

En enero de 2018 Alexandre Bompard, presidente de Carrefour anunció que disminuiría 2.400 puestos de trabajo en Francia durante el año. Es decir, el 23% de los 10.500 empleos que había mantenido en ese país, con el propósito de ahorrar de cara al 2020 unos 2.000 millones de euros anuales que formaban parte de la contabilidad en el rubro nómina. Sin embargo, Carrefour anunció en ese momento –lo cual se ha venido concretando- que iba a concentrarse en el comercio electrónico en la perspectiva de convertirse en el gigante de transformación y venta de alimentos en el mundo.

Para ello, planea invertir 2.800 millones de euros anuales en la transformación digital de la empresa (una web única por cada país), es decir fundamentalmente con los fondos obtenidos por la disminución de su nómina en Francia. La falta de compromiso social de la empresa trasnacional con sus trabajadores y la sociedad francesa va en contraste con su aspiración de absorber en 2019 el 20% del mercado nacional galo de alimentos.  Resultado de imagen para carrefour

Además, Carrefour construye una alianza estratégica con la empresa más importante de internet en China, como un proceso de integración de capitales en la conformación del imperio tricéfalo sobre el cuál escribiremos en otro momento.  En América Latina y el Caribe Carrefour en esta etapa está priorizando al mercado brasileño. Los despidos de la trasnacional del alimento constituyen parte de la ruta para el desembarco de la cuarta revolución industrial en esta área de servicios.

El aumento del precio de la gasolina, que las manifestaciones de los chalecos amarillos obligaron a Macron a dejar sin efecto, se sumaba a las preocupaciones de la clase trabajadora y los obreros fabriles que ya con salarios precarizados tienen dificultades para que su poder adquisitivo real pueda llegar a fin de mes. Sin embargo el anuncio de aumento de 100 euros en el salario mínimo francés no calmó a los manifestantes. El temor al paro en cualquier momento y al desempleo como la peor forma de exclusión ha hecho que por instinto de supervivencia y de clase, durante semanas los manifestantes se hayan lanzado a las calles de Paris.

Por las implicaciones conexas a varias agendas, la revuelta de los chalecos amarillos pareciera ser una de las primeras formas, aún inconscientes, de resistencia al intento de poner en marcha el modelo más oscuro de la cuarta revolución industrial, de la cual las fábricas 4.0 son solo una expresión.  Muchos de los manifestantes ya han estado en el paro o son inmigrantes que en sus países conocieron el impacto y los efectos terribles del desempleo. La clase obrera fabril y los trabajadores franceses mostraron en la calle un camino que requiere ser acompañado con reflexión y debate sobre las implicaciones de la innovación científica y tecnológica en el mundo del trabajo en sociedades capitalistas.

Mundo 5G

El tercer suceso que se cruza en los tejidos del desembarco de la cuarta revolución industrial, lo constituye la detención de la directora financiera de la empresa china Huawei, la Sra. Sabrina Meng Wanzhou. Con operaciones en más de 170 países y con una nómina de 180.000 empleados, este gigante de la informática acaba de hacer algo inconcebible.

Buena parte de la puesta en marcha de la cuarta revolución industrial, especialmente las fábricas 4.0, dependen de nuevas y más ágiles formas de conectividad, fundamentalmente para el procesamiento de los macrodatos y la capacidad de operar de manera simultánea variadas operaciones robóticas en trabajos que hasta ahora hacen miles de trabajadoras y trabajadores.

Además, la Big Data, con mayores niveles y capacidad de procesamiento de información es una fuente de inteligencia empresarial, pero también de carácter militar estratégico. Campos como la balística inter continental o el monitoreo satelital serán impactados por lo que se prevé como una nueva generación de conectividad.

Pues Huawei acaba de poner en marcha, aún en limitados territorios, la conectividad 5.0 que es por lo menos 10 veces más veloz y con capacidad de procesamiento de data de hasta 20 revoluciones más rápido de lo conocido hasta ahora.

Huawei sorprende a la inteligencia norteamericana quien ha quedado en abierta desventaja en la primera ola de conectividad asociada a la cuarta revolución industrial. La detención de la Sra. Meng Wanzhou es solo la punta del iceberg de una pugna sin precedentes que lejos de disminuir irá en ascenso en el proceso, no de profundizar las contradicciones inter capitalistas sino de construcción de consensos capitalistas para la creación del primer Estado transmiritimo de la humanidad y el Imperio Tricéfalo del siglo XXI, en el marco de un nuevo ciclo de las revoluciones industriales.

Estamos tan acostumbrados a leer la información de manera fragmentada e inconexa que a muchas veces se nos escapan la visualización de los hilos de fenómenos abiertamente convergentes.  En el marco de repensar el socialismo en el siglo XXI, estas dinámicas deben ser valoradas, estudiadas, analizadas y vinculadas a los problemas de las luchas y la organización de los revolucionarios en el siglo XI.

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Coordinador Internacional de la Red Global Glocal por la Calidad Educativa. Miembro fundador e integrante de la Directiva de la Sociedad Iberoamericana de Educación Comparada (SIBEC). Investigador miembro del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Primer venezolano en integrar el International Task Force on Teachers for Education for All de Unesco y es presidente del Consejo del IESALC (UNESCO).