Venezuela en Navidad habilitante

342

MARCOS SALGADO | Llegó noviembre, llegaron las adelantadas navidades en Venezuela. Mientras espera que la Asamblea Nacional lo habilite para legislar en forma directa contra la corrupción y la guerra económica, el presidente Maduro y su gobierno aseguran que las navidades, con su contradictoria tradición de hiperconsumo, están aseguradas.

013_MA_1866_WEn el primer día de noviembre el presidente Maduro se aprestaba a participar en dos actividades vinculadas al inicio de la temporada navideña: una, el encendido de un pesebre en la Academia Militar; la otra, la apertura de una feria navideña en un parque caraqueño. Se recorta claramente la intención de transmitir tranquilidad y normalidad.

Pero noviembre comienza en rigor dentro del mismo paréntesis en el que cierra octubre, un mes donde primó la respiración contenida por las medidas que el gobierno esbozó pero no tomó aún para enfrentar la guerra económica, que sigue desembozada e impune.

La fundamentación del proyecto de ley habilitante que el presidente Maduro desarrolló en la Asamblea Nacional puso en orden la casa luego de semanas donde desde el mismo gobierno se enviaron señales contradictorias, por decir lo menos.

A la salida de la recién nombrada presidenta del Banco Central de Venezuela poco después de denunciar que empresas de maletín se robaron 20 mil millones de dólares otorgados por el Estado durante 2012, se sumaron las declaraciones del ministro de Finanzas, quien aseguró que el Comandante Chávez había dejado “problemas económicos”, como si él mismo no hubiera formado parte de la administración económica del líder de la Revolución Bolivariana.

Pero una mañana de octubre, sin que nadie lo anunciara, la Gaceta Oficial informó la designación de Rafael Ramírez como vicepresidente del área económica. Lo primero que hizo Ramírez fue dejar claro que el Estado provee los dólares necesarios para que la economía funcione, también aseguró que Venezuela no abandonará el control de cambios y que no está en carpeta una nueva devaluación.

Los gurues económicos de la derecha pusieron el grito en el cielo. La ansiada victoria económica sobre la Revolución Bolivariana se les esfumó -otra vez- de entre las manos.

Luego, el presidente Maduro fue más allá en su discurso ante la Asamblea Nacional. El mensaje fue entendido por el chavismo puro y duro, que percibió sintonía con el “Golpe De Timón” del Comandante Chávez. El último Consejo de Ministros del líder, sus últimas instrucciones de coyuntura antes de la batalla definitiva contra el cáncer, la única batalla que no ganó.

Allí Chávez habló de la lucha contra la corrupción y alertó sobre la guerra económica en ciernes. En la misma línea, el presidente Maduro fundamentó el pedido de poderes legislativos especiales. En los pasillos del chavismo se percibía euforia en dirigentes que llevaban semanas en silencio.

Se abrió entonces ese compás de espera que aún no cierra. Un lapso en el que el Presidente redobló la advertencias a empresarios y políticos que -a su vez- redoblaron la guerra: el desabastecimiento endémico, las medidas psicológicas para generar malhumor social están a la orden del día, mientras el gobierno muestra que sabe dónde presionar, pero no muestra el músculo suficiente para hacer daño.

¿La luz al final del túnel está entonces en los poderes legislativos que el presidente Maduro obtendrá tras la sanción de la Habilitante? Todo indica que esa es la apuesta oficial. Hay que hacer entonces política con el calendario en la mano: la primera discusión de la habilitante será la semana que viene, la segunda, una semana después, casi en mitad de noviembre.

El Presidente podrá golpear entonces con un primer paquete de leyes cuando falte menos de un mes para las elecciones municipales del ocho de diciembre. Comicios que la oposición plantea sin disimulo como un referéndum destituyente, estrategia en la que la inflación, el alocado dólar paralelo y un aceitado e incansable sistema de medios privados pesan más que sus escuálidos candidatos.

Noviembre habilitante donde se decidirá, en buena medida, si esta vez la contrarrevolución logrará -tal como lo amenazó hace una década con el paro petrolero- arrebatarle la Navidad a los venezolanos o, por el contrario, sea el gobierno de Nicolás Maduro el que, firme en el timón, logre sortear la tormenta perfecta. Que así sea.