Tabaré se pinta de blanco

Emiliano Guido – Miradas al Sur

Tabaré Vázquez comenzó su segunda gestión presidencial con gestos políticos significativos a nivel doméstico y regional. A través de sus ministros de mayor confianza, el ex vicepresidente y actual canciller Rodolfo Rin Novoa y el titular de la cartera de Economía, Danilo Astori, el oncólogo más famoso de Montevideo se mostró prescindente en el último conflicto diplomático desatado entre Caracas y Washington, criticó al bloque regional Mercosur como un mecanismo de integración devaluado y, por último, lanzó un decreto presidencial para esmerilar un Fondo estatal de apoyo a proyectos cooperativistas y de autogestión –el Fondes, impulsado en la anterior gestión, fue ponderado por el ex presidente José Mujica como “una velita al socialismo”–, con criterios de eficiencia técnica y pro mercado.

Los tres hechos políticos mencionados y la crítica reacción del Movimiento de Participación Popular (corriente del Frente Amplio donde confluye el mujiquismo) –el MPP encabezó esta semana una movilización solidaria con Venezuela; en paralelo, la bancada de diputados que responde a Mujica tildó el decreto que reformula el Fondes como una medida pensada para las “pequeñas empresas”– le dan la razón al vaticinio hecho meses atrás por el periodista uruguayo Raúl Zibechi del semanario montevideano Brecha: “El jefe de la oposición en el gobierno de Tabaré será Mujica”. Vázquez y el ex guerrillero tupamaro nunca fueron grandes amigos, mucho menos compañeros de ruta en la ancha avenida del medio que implica el heterogéneo Frente Amplio. Sin embargo, las discrepancias de ambos en la promoción de derechos civiles –Tabaré llegó a vetar la despenalización del aborto y hoy se muestra reacio a profundizar la legalización del uso de la marihuana– y en el perfil de la política exterior a desarrollar –Vázquez adscribe a la idea de firmar un TLC con Washington, mientras Mujica llegó a ser homenajeado en la última cumbre de la Celac por su apoyo al proceso de integración regional– se habían desarrollado sin levantar demasiada polvareda interna. En cambio, hoy, el choque de posiciones entre Vázquez y Mujica es tan fuerte que desdibuja el rol de los partidos tradicionales Nacional y Colorado. “La idea de retirarse del Mercosur, romper filas con Venezuela o sepultar el cooperativismo, eran las banderas de los blancos (apodo del Partido Nacional). Vázquez ganó con los votos del Frente, pero puso en marcha el programa de la oposición”, se lamenta un ex cuadro tupamaro en su blog personal.

El actual vicepresidente, Raúl Sendic –ex director de la petrolera Ancap e hijo del mítico dirigente sindical cañero–, se muestra contradictorio en su visión política sobre la Patria Grande. Dos semanas atrás, Sendic enterró todos los manuales de historia del siglo XX y advirtió que no tenía “pruebas” del injerencismo estadounidense en el Palacio Miraflores. Sin embargo, el lunes pasado, el número dos del Ejecutivo uruguayo le puso el cuerpo a la cabeza de una movilización frenteamplista donde al final del recorrido, la marcha comenzó en la Universidad de la República y finalizó en Plaza Libertad (Cagancha), la actriz Margarita Musto le puso voz al descontento interno oficialista contra la actitud fría de Tabaré hacia el presidente venezolano Nicolás Maduro cuando leyó un documento político donde “se exigió al gobierno de Estados Unidos el levantamiento de las sanciones aplicadas a Venezuela”. Raúl Sendic, usualmente mencionado en la prensa uruguaya como uno de los referentes de la nueva generación política del Frente, tiene actitudes vacilantes y contradictorias. Sendic junior parece un hijo tironeado por sus dos padrinos políticos: Tabaré Vázquez y José Mujica. Indudablemente, el GPS de la política exterior uruguaya apunta en simultáneo en direcciones contrarias: mientras Vázquez y el canciller Rin Novoa no parecen diferenciarse demasiado de la línea editorial manifestada por el diario El País –el matutino más influyente de Montevideo cargó esta semana contra “la vergonzosa marcha en apoyo al dictador bolivariano”–, Mujica aprovecha su programa semanal radial para recordar que: “La autodeterminación y la no incidencia en asuntos de otras sociedades sigue siendo un principio que hoy se ha transformado en un papel pintado en un mundo globalizado a tal punto que prácticamente las injerencias brutas o solapadas son moneda corriente en el mundo en que nos toca vivir”.

En paralelo a la colisión interna desatada por el caso venezolano, el Frente Amplio comenzó a debatir una cuestión que ya fue impulsada durante la primera gestión presidencial de Tabaré Vázquez: la pertenencia de Uruguay al Mercosur. Arropado con demandas difíciles de rebatir para el eje fuerte del bloque –Brasil y Argentina– como las asimetrías entre los países grandes y chicos, el desacople monetario entre los socios o el estancamiento a la hora de profundizar la integración de las cadenas productivas comunes, el aperturista Danilo Astori plantea pasar del resfrío a la gripe regional. En una reciente exposición en el World Trade Center, organizada por la Cámara de Comercio e Industria Uruguayo-Alemana a mediados de marzo, el ministro de Economía y referente de la corriente moderada frenteamplista Asamblea Uruguay fustigó una vez más el Mercosur y su funcionamiento: “Está pasando un muy mal momento, el peor desde que se creó” y abogó para que se aceleren las negociaciones abiertas con la Unión Europea para firmar un Tratado de libre Comercio con Bruselas. “El papel de Uruguay en la región puede ser uno de los cambios más notables en los próximos años. Si se alineara nuevamente con Estados Unidos, en esta ocasión con la Alianza del Pacífico, estaría dando un golpe mortal al Mercosur y a la integración regional. La situación geopolítica actual es mucho más compleja que la de cinco años atrás. Estados Unidos está jugando pesado en todo el mundo y también en la región. El lugar que la potencia asigna a Uruguay está en consonancia con su papel histórico, un Estado tapón entre Argentina y Brasil para abrir espacios a las políticas imperiales”, alerta Zibechi en un artículo titulado “¿Uruguay en la Alianza del Pacífico?”.

Por último, la disputa Tabaré-Mujica tiene un novedoso capítulo en el pago chico. El líder de la corriente MPP había estructurado en el presupuesto del Estado una caja económica para solventar proyectos de fábricas recuperadas por sus trabajadores o planes cooperativistas. Para José Mujica, el mencionado Fondes era una “velita al socialismo” porque, de acuerdo a su visión, fortalecía iniciativas colectivas donde la voz de mando pasaba por la clase trabajadora. Sin embargo, argumentando criterios de eficiencia y racionalidad presupuestaria, el presidente Tabaré Vázquez emitió esta semana un decreto que reconfigura el horizonte autogestionario del Fondes. “En su nueva redacción, se establece que para recibir el apoyo del Fondes los impulsores de los proyectos deberán aportar toda la información que se necesite para demostrar que son sostenibles económicamente, innovadores y ambientalmente sustentables”, detalla un artículo del portal uruguayo La Diaria. Si Mujica había logrado prender una tenue lumbre bolchevique, es indudable que Vázquez está haciendo lo posible para que esa velita se apague con el mínimo suspiro.