Pablo Beltrán (ELN): En el gobierno hay quienes apuestan por la paz y otros que no

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Carlos Aznárez|

El jefe de la delegación de paz del Ejército de Liberación Nacional (ELN) colombiano, comandante Pablo Beltrán fue entrevistado en La Habana, tras su reunuón con la comandancia de las FARC y el presidente cubano Raúl Castro.

-¿Cómo marchan las conversaciones que el ELN viene realizando en Quito con la delegación gubernamental?. De lo visto hasta ahora queda la incertidumbre de qué es concretamente lo que se va a poder lograr en los próximos meses.

-En la mesa de Quito están enfrentadas dos visiones de paz, la del régimen colombiano que es una visión de pacificación y la nuestra que es una visión de paz con cambios y justicia social. Entonces esa colición de visiones, hacen entrar con frecuencia la mesa en crisis; pese a eso hemos logrado establecer una agenda común de conversaciones y la comenzamos a desarrollar en Quito. Ya llevamos una primera ronda que duró dos meses, la semana entrante comienza la segunda, y la mesa se ha subdividido en dos submesas: una destinada a hacer el diseño de la participación de la sociedad  en todo este proceso de paz, y otra destinada a producir unos primero acuerdos humanitarios que favorezcan al conjunto de la población colombiana. Como una muestra de que queremos crear un clima de paz, una especie de cese bilateral progresivo que acompañe las conversaciones desde el principio.

Entonces ese es el trabajo que está haciendo la mesa. Hay obstáculos, por supuesto, uno de estos es que el gobierno persiste en hacer exigencias unilaterales: “hagan tal cosa, si no, no avanza la mesa”. Nosotros le hemos dicho que el mandato de esta delegación es venir a negociar y si Uds. van a hacer exigencias unilaterales pues nos evitamos traer esta delegación aquí y les dejamos una casilla en internet para que nos las manden y miramos cuando se les responde. Cuando se negocia, cada uno dice sus ideas, hay aproximaciones y de ahí nacen los acuerdos sobre esfuerzos bilaterales, no sobre exigencias unilaterales. Pero como decía, con frecuencia afloran problemas en la mesa y entra en crisis. Aspiramos a que en esta ronda que vamos iniciar la semana entrante podamos avanzar en meterle gente al diseño de la participación, de cómo van a participar todos los sectores de Colombia en esto y también a que avancemos en los primeros acuerdos de carácter humanitarios inmediatos

-¿Hay voluntad por parte del gobierno de involucrar más gente, más actores, en la mesa?

-Primero, eso es andar en contravía, porque tal propuesta ellos nunca la han querido. Ya han aceptado, por ejemplo, el diseño donde tenemos previsto preguntarles a 24 sectores de Colombia cómo cree que debe ser el organigrama de la participación y qué experiencias tienen, en ese sentido, para aportar, pero para eso hubo que sudar mucho primero. Pero además, la pelea ahora está en que se va a oír a esa gente, pero lo que diga la gente el gobierno dice que no es vinculante. Y nosotros decimos que sí. Que eso no puede ser un saludo a la bandera. Nuestro esfuerzo en la mesa es que de verdad lo que diga la gente se tenga en cuenta. Y nosotros en el movimiento social y político de Colombia manejamos durante mucho tiempo una consigna que cuando el pueblo habla el pueblo manda. Entonces ahí está la siguiente pelea que nos toca realizar.

-A la luz de los incumplimientos que se observan en lo acordado entre gobierno y FARC, ¿al ELN se le prenden luces rojas? Por ejemplo, amnistía  para los presos y presas que no se cumple, paramilitarismo que sigue actuando y matando con total impunidad.

– Y además van en alza, en vez de matizarse. Nosotros tenemos un problema con el interlocutor: hay una parte del régimen que comparte que en la mesa de diálogo se logren acuerdos de paz y otra parte no lo desea. Ese es el primer gran problema. O sea, el interlocutor está dividido. Y la segunda es, que el gobierno con el que estamos haciendo estas conversaciones cada vez está más debilitado; quiere decir que tenemos un interlocutor que cada vez gobierna menos y una coalición de gobierno que se está deshaciendo. Por supuesto sabemos el tipo de interlocutor que tenemos  y de ahí se desprende que su voluntad política sea muy escasa y su gobernabilidad también, pero aun así nosotros hemos dicho: “no nos vamos a levantar de la mesa, vamos a hacer el esfuerzo hasta donde sea posible para que hasta agosto del 2018 se pueda dejar lo más avanzado el acuerdo para que el siguiente, sea de derecha, extrema derecha, o el que sea, esté presionado y obligado a dar continuidad a la elaboración de esos acuerdos. Ese es el propósito político.

-Supongamos que los acuerdos  finalmente concluyan, como ha ocurrido con las FARC. ¿También se ven a futuro formando un partido, y recurriendo a la vía electoral para hacer política?

-Esa es la apuesta política en el punto cinco de la agenda que estamos negociando, que dice: “vamos a sacar la violencia de la política”. Pero somos dos. Nosotros, que hasta la actualidad queremos el poder por vía armada y ellos, que defienden el poder con las armas. Entonces ese acuerdo es para que lo firmemos dos y lo cumplamos dos. ¿Qué muestra la realidad? Que mientras se cacarea que vamos a sacar la violencia de la política, la lucha por el poder sigue, pero sin violencia las clases dominantes en Colombia intensifican el paramilitarismo. El año pasado mataban tres líderes cada semana ahora están matando dos. Están cayendo compañeros y compañeras de las fuerzas alternativas, no de la derecha.

Es un genocidio político en alza como el de hace 30 años con la Unión Patriótica. Quiere decir que mientras que en las mesas se dice una cosa en la vida real, en el territorio, se dice otra. Nosotros somos revolucionarios acostumbrados a creer más a los hechos que a las palabras. Entonces, todo eso interroga la voluntad de las clases dominantes, pero aun así nosotros vamos a seguir persistiendo hasta que lleguemos a ese punto que en Colombia hagamos la lucha por el poder haciendo a un lado la violencia. Ah, pero si nosotros queremos, y ellos no quieren, pues tendremos que dejar constancia que son ellos los que no quieren, no nosotros.

– ¿Cómo ve el marco regional en este momento, donde la derecha y el imperialismo están en plena contraofensiva?

-Lo peor que le ha pasado al mundo y al continente es que llegue el señor Trump a la presidencia de Estados Unidos. En Colombia tenemos un dicho que “es como un loco con escopeta”. Son los últimos recursos de ellos -como imperio declinante- de colocar supuestamente a alguien en contra del establecimiento, pero para fortalecer el establecimiento. Pero el imperio no cae ni se debilita, mira lo que hizo en Siria, con operaciones de bandera falsa, o lo que están haciendo en Venezuela y otros países. Cierto.

Ellos conspiran, en la campana del señor Trump dijeron que no iban a derrocar más gobiernos y lo que están haciendo con Venezuela es intentar derrocar el gobierno revolucionario. ¿Qué hay de por medio? La mayor reserva petrolera del mundo, 300 mil millones barriles de petróleo, eso es mucho, ellos lo robaron durante 100 años, esa es la viudez que tienen. Entonces, todo el dinero que le invierten a la oposición en Venezuela es para volver a tener el poder y cobrárselo, para tener las botas petroleras como tenían antes de Chávez.

Los inicios del ELN

¿Ese es el problema? No, es mayor aún. El escenario es de guerra, no solamente derrocar el gobierno legítimo de Venezuela sino “pacificar” a Colombia para agredir mejor. En ese sentido vemos nosotros los intentos de “pacificación”. Además, lamentamos muchísimo y lo hemos dicho, que Colombia sea usada como punta de lanza en todo este plan imperialista y lamentamos aún mucho más ver a Colombia en unos acuerdos secretos debajo de la mesa amarrada al carro de la OTAN que hace años dejó de ser una alianza defensiva. Trump buscando derrotar los gobiernos que toman distancia de ellos y en Colombia pacificando para poder mejorar el plan imperialista de guerra. En ese aspecto el entorno no es muy bueno.

-¿Sigue en pie los principio de pelear por el socialismo en Colombia y también como solución para la Patria Grande?

-Por supuesto, yo creo que el ejemplo que han dado los gobiernos que han tomado distancia de las trasnacionales y el imperialismo en América: manejo soberano de los recursos, poner la economía en función de las mayorías nacionales, eso es democracia. Entonces ¿a quién le toca hacer la democracia en América Latina? A los revolucionarios. Ellos no la van a hacer, ellos están cómodos así. Entonces todos estos acuerdos que discutimos en Colombia tienen un fin de la democratización, pero eso no es el puerto de ultima llegada.

El capitalismo está cada vez más dañino con la humanidad y el planeta; hay que cambiarlo, hay que tener otra cosa, ese es el post capitalismo que hay que buscar. ¿Cuál? Amable con la naturaleza, en función de las mayorías nacionales, respetuosos con los procesos políticos de cada pueblo, que cada pueblo elija. Por eso es que luchamos. Y claro, aquí hay una Patria Grande, somos un solo pueblo tenemos una historia común, un enemigo en común, unos comportamientos culturales comunes. Entonces en ese sentido el sueño de Bolívar, nuestroamericano, está vigente y aspiramos a que todas las instituciones que se han ido constituyendo en la región no se debiliten. El plan del imperialismo es acabarlas. El plan de los pueblos y los gobiernos progresistas y democráticos es mantenerlas. Pelear contra el imperialismo uno por uno, es condenarse uno a perecer, entonces pelear en grupo o como Patria Grande por la soberanía, por la segunda independencia, ese es el futuro inmediato

*Publicado por Resumen latinoamericano