Nelson Mandela, un cumpleaños para el mundo

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FAUSTO TRIANA | Madiba tiene ya hoy 95 años y el mundo busca las mil maneras de agradecer su ejemplo, entereza y consagración a la justa causa de la libertad en Sudáfrica: Nelson Mandela, todavía.

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Tal vez por el símbolo y también en virtud de su resistencia a las infrahumanas condiciones carcelarias durante casi tres décadas, Mandela es más que nunca venerado mientras permanece ingresado en un hospital de Pretoria desde el pasado 8 de junio.

Los detalles en el tributo enorme que se le rinde en Sudáfrica son de altos valores. Una comunidad cercana a Ciudad del Cabo por fin inauguró viajes en bote a través del río que separaba a los niños de su escuela. Antes debían hacerlo a nado.

El presidente sudafricano, Jacob Zuma, conmemora el cumpleaños de Madiba, como llaman cariñosamente al líder antiapartheid, con la supervisión de viviendas donadas a las familias pobres en la zona de Pretoria.

Los coros de la inmensa mayoría de las escuelas de la Nación Arco Iris cantaron a las ocho de la mañana el “Happy Birthday Mandela” y en murales habilitados pintaron su rostro y consignas alegóricas a su vida.

El reverendo Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz, subrayó que el legado de Madiba no es sólo una bendición para los sudafricanos, sino un camino que reclama la continuidad y el desarrollo. Recemos por él como guía y esperanza, acotó.

Ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás, reflexionaba Mandela en una de sus frases más famosas.

Numerosas asociaciones sociales convocaron a la labora voluntaria de la gente en obras comunitarias durante 67 minutos, para honrar los 67 años dedicados por Mandela al servicio de la humanidad.

Una Asamblea General de la ONU será dedicada al primer presidente negro de Sudáfrica (1994-1999), Nobel de la Paz y con más de 250 lauros internacionales. En Nueva York se reunirán Harry Belafonte, Bill Clinton y otras personalidades para felicitarlo.

Sin embargo, tampoco la jornada se antoja un mar de rosas. Por un lado su ingreso de más de 30 días y la incertidumbre de su estado real de salud -grave pero estable, lo más socorrido- , enrarecieron el ambiente.

Disputas familiares respecto al lugar de su sepultura, críticas a la prensa por capitalizar la situación y opiniones divergentes acerca del futuro de una eventual Sudáfrica sin Mandela, abrieron interrogantes.

Con alrededor de 50 millones de habitantes y cuantiosos recursos naturales, la nación sudafricana se resiente bastante de las disparidades sociales y la mala distribución de la riqueza, pese a lograr notables avances en su desarrollo.

El desempleo, que afecta a casi un tercio de la población activa, y el impacto del SIDA (12 por ciento) son dos de los flagelos que atentan contra el desenvolvimiento del país.

Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, razonó sobre el particular en varios sentidos. El homenaje de este año llega en un momento difícil para Mandela y su familia, hay que honrarlo con buenos actos, anotó.

Nacido en Mvezo, El Cabo, el 18 de julio de 1918, estudió Derecho en la Universidad de Witwatersrand, y se graduó en 1942 como abogado. La gran cruzada de su vida fue acabar con la discriminación racial y las asimetrías sociales de su Patria.

Sus 27 años de cárcel lo obligaron a cambiar los tiempos de su vida y las celebraciones de los 70, 80 y 90 aniversarios marcaron distintas etapas.

Hoy Madiba o Tata, Invictus, una vez más.