La política petrolera suicida de Capriles

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VÍCTOR ÁLVAREZ | A lo largo de casi un siglo, el desempeño de los gobiernos en el país ha estado inextricablemente ligado a la extracción de petróleo y al cobro de la renta petrolera.

De allí la importancia de que el Gobierno Bolivariano le otorga a mantener el sistema de cuotas y al fortalecimiento de la OPEP, en función de preservar el control de los volúmenes de producción para mantener una justa remuneración del petróleo, así como al incremento porcentual del cobro de regalías, todo lo cual ha permitido recuperar significativamente el ingreso fiscal petrolero.

Por lo tanto, la posibilidad real de financiar la inversión social y otorgar incentivos al aparato productivo depende más de la renta petrolera que de los impuestos que pagan los grupos económicos.

En abierta contraposición a la política petrolera del presidente Hugo Chávez, el candidato Henrique Capriles Radonski ha criticado el estancamiento de la producción de Pdvsa y ha prometido incrementar anualmente en 400 mil barriles, la producción diaria de petróleo de Venezuela.

Esto sería volver a la política anterior de Pdvsa, la cual se caracterizó por los incumplimientos de las cuotas que Venezuela tenía asignadas dentro de la OPEP, lo cual contribuyó al descalabro en los precios del petróleo, que llegaron a caer a 7−8 dólares el barril.

Se trata de una propuesta muy peligrosa que, en el supuesto negado, se revertiría contra su propio gobierno y haría retroceder al país a los alarmantes niveles de desempleo, pobreza y exclusión social que azotaban a la población venezolana en la IV República.

Con precios del crudo hacia la baja se reduciría drásticamente el ingreso fiscal petrolero que ha servido para financiar la inversión social y productiva. La política petrolera suicida de Capriles haría inviable su propio gobierno debido a la creciente conflictividad social que se desataría.