La cumbre de la Celac, Petro y la CIDH

Leopoldo Puchi

La próxima cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) pudiera ser la ocasión para dar un paso inicial en la creación un sistema de protección de los derechos humanos de los países que integran la región, que sea de carácter autónomo y sin la tutela de otros Estados externos.

A su vez, esta iniciativa pudiera responder a la inquietud expuesta por el presidente colombiano, Gustavo Petro, al proponerle a Venezuela la reincorporación al Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
Petro
Claro está, Petro realizó este planteamiento en el marco del restablecimiento de los lazos diplomáticos y luego de haber sostenido las primeras reuniones con funcionarios estadounidenses. Para ese momento, un reporte del diario El País indicaba que la aceptación de la propuesta podía ser considerada como “un gesto hacia Estados Unidos, que observa con algunos recelos el acercamiento entre los países vecinos”.
Sin embargo, la iniciativa de Petro no puede entenderse solo como un movimiento de piezas en el tablero de la geopolítica, sino que obedece al mismo tiempo a una auténtica convicción sobre la importancia de proteger los derechos humanos. De modo que, de impulsar en la Celac la creación de su propio sistema de defensa de los derechos humanos, Venezuela estaría dando una respuesta positiva al presidente de Colombia.
Pacto de San José
La primera objeción que pudiera hacerse a la creación de un sistema propio de la Celac es que ya existe un Sistema Interamericano de Derechos Humanos, en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA), que cuenta con órganos destinados a velar por su observancia: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El Sistema se basa en la Convención Americana de Derechos Humanos, conocida como Pacto de San José. Ahora bien, el punto está en que esa Convención solo la firma un grupo de países que pertenecen, precisamente, a la Celac mientras que Estados Unidos y Canadá no la firman.
Los países signatarios son: Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,Costa Rica, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Surinam y Uruguay.
Venezuela fue uno de los países firmantes desde el inicio, pero en 2013 se oficializó su retiro. Venezuela fue el tercer Estado en denunciar la Convención, antes lo habían hecho Trinidad y Tobago y Perú.
“Las  Américas”
Como puede verse, la totalidad de los países firmantes son de una región específica, la de América Latina y del Caribe, y no de “las Américas” en general, ya que ni Estados Unidos ni Canadá, que forman parte de otro ámbito regional o subregional, suscriben la Convención Americana de Derechos Humanos. No hay en la actualidad un sistema “Inter” americano, sino un sistema para Latinoamerica y el Caribe.
De manera que lo razonable sería proceder a la reformulación de la Convención conservando sus principios, pero adscrita a la instancia que reúne a los países signatarios, es decir, la Celac.
La CIDH
El ámbito de competencia de la actual Corte Interamericana de Derechos Humanos no es el de los países de “las Américas”, sino los países latinoamericanos y del Caribe, que son los países signatarios. Ni en Estados Unidos ni en Canadá la Corte tiene competencias.
Pero la Corte Interamericana reporta ante la Asamblea General de la OEA y los miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos son electos por todos los países que conforman la OEA, incluyendo a Estados Unidos y Canadá, es decir, estos Estados votan, seleccionan y supervisan a los integrantes de la CIDH, pero no pueden ser procesados. Solo cumplen una función de tutela. Allí reside el fallo de la Convención Americana, no en sus principios, maravillosos, sino en su institucionalidad, contraria a los mismos principios políticos que se invocan.
CELAC
La Celac fue creada como mecanismo de concertación de los Estados que comparten un espacio regional y tienen un acervo histórico común, en la búsqueda de la integración en diversos ámbitos: político, económico, social, cultural.
Y, precisamente, la creación de un Sistema Latinoamericano y del Caribe de Derechos Humanos, a partir de los mismos signatarios actuales del Pacto de San José, es la oportunidad para que la Celac se ponga los pantalones largos, deje de ser un simple foro de encuentros y se convierta en una organización con instituciones efectivas