Israel prepara el golpe final a Gaza y la ocupación permanente de la Franja
Netanyahu acelera su ofensiva en Gaza y moviliza miles de soldados para arrinconar a los palestinos en el sur y ocupar el resto de la Franja de cara a su anexión final.
Bendecido por el presidente estadounidense, Donald Trump, quien cumplió la semana pasada cien días de mandato con la apuesta concreta de erradicar a los palestinos de Gaza, el Gobierno israelí ha aprobado la expansión de sus acciones bélicas en la Franja, que incluyen la erradicación de los palestinos de la mayor parte del territorio y su ocupación militar permanente para una futura anexión.
En la noche del domingo y madrugada de este lunes, el Gabinete de Seguridad del Gobierno israelí, presidido por Benjamin Netanyahu, aprobó la ampliación de las operaciones militares en Gaza y el propio primer ministro dejó claro que ya no hay marcha atrás en el proceso de control y ocupación de ese territorio palestino.
Netanyahu: permaneceremos en Gaza
«Estamos pasando del método de incursiones al de ocupar territorios y permanecer en ellos», reconoció, ya sin medias tintas, Netanyahu en el curso de la reunión. Las tropas israelíes «no entrarán y luego se retirarán. Ese no es el objetivo», agregó Netanyahu este lunes en la cuenta de X.
No es la primera vez que miembros del Gobierno israelí hablen de anexionar Gaza, pero esta vez es el primer ministro y sí es una novedad que el Ejecutivo dirigido por Netanyahu dé ya las órdenes efectivas para cumplir un plan que cuenta con el beneplácito del principal aliado del primer ministro de Israel, Donald Trump. Tras asumir su cargo, en enero pasado, Trump anunció que, no solo apoyaría a Israel para vaciar Gaza de palestinos, sino que Estados Unidos estaba dispuesto a respaldar la conversión de la Franja en un paraíso turístico del Mediterráneo Oriental.
Este golpe de timón en la guerra de exterminio lanzada por Tel Aviv contra Gaza tras los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, que asesinaron a 1.200 personas en Israel, pone de manifiesto que la prioridad israelí es anexionarse, si no toda la Franja, al menos buena parte de ella.
En estos momentos y con 52.200 palestinos asesinados por las bombas israelíes, la mayor parte mujeres y niños, sin agua corriente y sin electricidad, con los hospitales destruidos y la población muriendo ya literalmente de hambre, con la asistencia humanitaria bloqueada por Israel, Gaza se parece más al infierno que a ese paraíso de descanso para israelíes y estadounidenses prometido por Trump.
Asolar Gaza para ocuparla
El plan aprobado por Netanyahu y el Gabinete integrado por extremistas y ultranacionalistas judíos tardará meses en completarse, pero seguirá una hoja de ruta definida: los territorios en los que entrará de nuevo el Ejército israelí, tras ser limpiados de toda presencia palestina, serán ocupados. Además, en esas áreas ocupadas, se destruirá todo tipo de infraestructuras civiles, desde viviendas a hospitales o escuelas.
El portavoz del Ejército de Israel, general de brigada Effie Defrin, lo subrayó este lunes: habrá «un ataque a gran escala y el desplazamiento de la mayoría de la población palestina a una zona libre de Hamás».
Se empezará por el norte y centro de la Franja y la población gazatí será empujada hacia el sur del territorio, donde, por otra parte, el ejército ocupante ya controla amplias zonas en torno a la ciudad de Rafah, la más meridional de Gaza. También en el sur, los soldados israelíes controlan la zona de Mawasi, que primero habían convertido en una zona «segura» para el establecimiento de campamentos de desplazados y ahora es objetivo de las bombas israelíes.
La ONU calcula que los gazatíes solo pueden moverse actualmente por una tercera parte de Gaza, que ya antes de este desastre tenía una elevadísima densidad de población. Además, ya un 30% de Gaza ha sido anexionada a Israel como «zonas de seguridad».
Israel apresta su ejército para la invasión total
Como elemento clave de esta expansión de las operaciones israelíes en Gaza, Netanyahu dio luz verde también al plan presentado este fin de semana por el ejército israelí para movilizar a decenas de miles de reservistas. El jefe del Estado Mayor israelí, el teniente general Eyal Zamir, informó el domingo de que el ejército ya había comenzado a despachar decenas de miles de órdenes para la incorporación a filas de los reservistas con el objetivo de «expandir» la campaña de Gaza.
Si bien estos reservistas no entrarán en principio en el territorio palestino ocupado, su incorporación al ejército invasor permitirá desplegar sobre el terreno a unidades más veteranas que ya han participado desde octubre de 2023 en los ataques e incursiones en la Franja, pero que habían sido retiradas en parte durante la tregua firmada entre Israel y Hamás el pasado 19 de enero.
También permitirá este Ejército israelí hinchado de soldados y con más armas compradas a Estados Unidos afrontar la amenaza de los hutíes proiraníes en Yemen y amenazar al nuevo régimen formado por islamistas en Siria, donde es raro el día en que Israel no lance sus ataques de advertencia.
Esa tregua, que sirvió para liberar cautivos israelíes de Hamás y a prisioneros palestinos de cárceles de Israel, fue dinamitada el 18 de marzo por el Gobierno de Netanyahu, aunque desde el 2 de marzo, el Ejército judío ya había bloqueado de nuevo la entrada de cualquier tipo de ayuda humanitaria a la Franja.
En estos momentos quedan en poder de Hamás 59 de los 251 rehenes tomados por el grupo palestino el 7 de octubre de 2023. De ellos, según Tel Aviv, solo 24 están vivos. El resto de cautivos fueron liberados progresivamente, o entregados sus cuerpos, en la decena de intercambios realizados en esta última tregua y en la acordada en noviembre de 2023 y que duró solo una semana.
La prioridad es la victoria total, no los rehenes
La semana pasada, Netanyahu indicó que, aunque la liberación de los rehenes era muy importante, la prioridad es la «victoria total» sobre Hamás. Tal victoria, apuntalada por todos estos meses de matanzas y crímenes de guerra, y proclamada ya oficialmente en la reunión de la noche del domingo, significa la erradicación de los palestinos y la ocupación israelí de Gaza, con la aniquilación de toda resistencia armada, aunque ello implique seguir con el genocidio de la población.
La asistencia humanitaria como chantaje
En esa reunión de la pasada noche se anunció también un programa de acción para reanudar el abastecimiento de ayuda humanitaria a Gaza, suspendido totalmente desde el 2 de marzo. Este plan supedita toda la distribución de la asistencia al ejército israelí y en zonas controladas por los militares, a donde deberán desplazarse los civiles para recoger sus raciones de comida y bienes básicos, con el consiguiente peligro para sus vidas. Las personas más vulnerables podrían verse así desprovistas de la asistencia, si no pueden alcanzar esos centros de control.
Ese esquema ya ha sido rechazado en un comunicado por Naciones Unidas y por las principales agencias internacionales de ayuda humanitaria, pues deja a estas ONG fuera de juego en la distribución de esa asistencia y el Ejército israelí añade a la violencia empleada en la invasión una nueva coerción sobre la población civil.
El secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados, Jan Egeland, denunció en la red social X que Israel estaba exigiendo así a la ONU y a las ONG que trabajan con los desplazados palestinos a cerrar su distribución de ayuda.
«Quieren manipular y militarizar toda la ayuda a la población civil, obligándonos a entregar suministros a través de centros diseñados por el Ejército israelí, una vez que el Gobierno acceda a reabrir los cruces. El Consejo Noruego para los Refugiados se mantendrá fiel a sus principios humanitarios y, junto con todos sus homólogos, se negará a participar en este nuevo plan», afirmó Egeland.
En su comunicado, las ONG denunciaron el altísimo riesgo que implica el plan israelí para la población y para las organizaciones internacionales que asisten a los desplazados. «Es peligroso, ya que obliga a los civiles a acudir a zonas militarizadas para recoger raciones y pone en peligro su vida y la de los trabajadores humanitarios, a la vez que afianza aún más el desplazamiento forzoso», de la población gazatí, según la denuncia.
Bombardear la comida antes de que llegue a destino
Este plan de acción humanitaria tuvo también críticas en el propio Gabinete de Seguridad, aunque por razones muy diferentes a las expresadas por las ONG y la ONU. Algunos de los ministros manifestaron su rechazo a la entrada de alimentos, medicinas y bienes de primera necesidad para aliviar la desastrosa situación en la Franja, empeorada en los últimos dos meses hasta extremos inhumanos a fin de obligar al desplazamiento forzoso hacia las zonas donde se están hacinando los poco más de dos millones de palestinos de Gaza.
«Los suministros de electricidad y comida deberían ser bombardeados», y «no hay necesidad alguna de introducir ayuda» en Gaza, afirmó el ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, uno de los políticos más extremistas del Gobierno de Netanyahu.
el jefe del Estado Mayor fue más benevolente que ese político, representante de los colonos judíos más radicales, ocupantes ilegales de Cisjordania, el otro territorio palestino. «No se puede dejar morir de hambre a la Franja», afirmó el militar.
Pero ya está muriendo gente de hambre en Gaza, con muchos niños sufriendo desnutrición y su salud destrozada para siempre. Y quien no muere de hambre y de infecciones por las carencias con el agua potable y las medicinas, o por la falta de combustible que permita funcionar a los centros médicos que no han sido destruidos, puede perecer en el siguiente ataque israelí.
El plan ahora revelado por Netanyahu y sus acólitos muestra las orejas del chacal. El ataque a Gaza no solo fue una venganza por la matanza de Hamás, sino que escondía un propósito mucho más oscuro. Se trataba de expulsar a la población y acabar con su espíritu, de aplastar toda su capacidad de resistencia y hacer del terror el mejor de los instrumentos para conseguir el doble objetivo de la anexión de Gaza y la anulación del derecho a un estado palestino.
*Periodista y analista para Público en temas internacionales.