EEUU pretende construir una base en una isla estratégica de Brasil
Gustavo Veiga
Un sitio de Defensa brasileño denunció la nueva amenaza expansionista de Donald Trump. El archipiélago de Fernando de Noronha fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Estados Unidos continúa con su estrategia más explícita o velada de exteriorizar qué territorios soberanos quiere apropiarse, utilizar bajo la figura del arrendamiento o por presuntos derechos que devienen de su historia expansionista. Está demostrado desde la declaración de su propia independencia.
Sus pretensiones anexionistas las practicó bajo distintas fórmulas. Por medio de una adquisición (pasó con Alaska, la Florida, Luisiana), de una invasión (México), apoderándose totalmente o en parte de posesiones que eran españolas tras haber ganado una guerra a principios del siglo XX (Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico) o bajo el argumento de haber construido infraestructura en el pasado, como ahora argumenta Donald Trump.
A las bravatas del presidente contra Canadá, Groenlandia o el Canal de Panamá, proferidas durante lo que va del año, se acaba de agregar la idea de obtener el usufructo de una porción estratégica de Brasil: la paradisíaca isla de Fernando de Noronha. La noticia se conoció la última semana en un portal de noticias de Defensa que describió la idea como una iniciativa de «uso irrestricto» basada en un presunto «derecho histórico de retorno operativo» por las inversiones que hizo EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial en su aeropuerto que hoy aspira a recuperar.
La propuesta, según el sitio Defesa Net, involucra también al estratégico aeropuerto de Natal, la capital del estado de Río Grande del Norte. La información que no fue confirmada oficialmente menciona que «el gobierno de Estados Unidos, a través de diplomáticos vinculados al Partido Republicano, viene negociando informalmente con interlocutores brasileños» la cesión de la isla y la base aérea en aquel estado del nordeste.
¿En qué consistiría el nuevo proyecto de Trump?
La peregrina propuesta de EE.UU. se apoyaría en tres coordenadas, como señaló la página especializada en asuntos de Defensa. El primer argumento «es de carácter histórico-operacional, debido a los aportes financieros, suministro de equipos, obras de ingeniería y construcción de pistas aportados por los Estados Unidos».
El segundo, según Defesa Net, es el «derecho funcional de retorno», basado en que «los activos militares financiados por Estados Unidos en países socios -especialmente en contextos de amenaza global o competencia estratégica- podrían ser ‘reactivados’ sobre la base de acuerdos tácitos o del principio de reciprocidad hemisférica».
El medio agrega que un tercer elemento utilizado por Estados Unidos «se refiere a precedentes contractuales y legislativos. El ahora extinto Acuerdo de Asistencia Militar entre Brasil y Estados Unidos (1952), aunque formalmente rescindido, sigue siendo citado con frecuencia en documentos técnicos y análisis de la Corporación RAND, el CSIS y la Fundación Heritage como una referencia a la tradición de interoperabilidad hemisférica».
El antecedente de Panamá
Bajo una coartada semejante, Trump instaló la creencia de que el control técnico–operacional del Canal de Panamá debería volver a quedar en manos de Washington. Y para eso presionó al gobierno del presidente José Raúl Mulino, quien ya le respondió: «El Canal es y seguirá siendo de Panamá». El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, visitó el país en febrero y les advirtió a sus autoridades que «tomará las medidas necesarias» si no reducen de manera inmediata la supuesta influencia de China sobre el Canal. Ese es el tema que obsesiona al gobierno republicano.
Según otra publicación brasileña, ICL Noticias, que cita a Defesa Net, «representantes de la misión diplomática de Estados Unidos en Brasil discutieron, en reuniones privadas, la propuesta de reanudar las operaciones en las instalaciones de Fernando de Noronha y Natal, bajo la justificación del ‘derecho funcional a la reutilización estratégica’». Y agrega que la Cancillería brasileña, Itamaraty, «no se pronunció sobre el asunto».
La información señala además que en Noronha como en Natal, «las dos bases permitieron a Estados Unidos establecer un arco de contención atlántico que complementaría su red actual de bases y puntos de apoyo, como la isla Ascensión, la isla de Santo Tomé y las instalaciones en Dakar».
El análisis avanza en la vitalidad estratégica que tiene la región para EE.UU. en el control del Atlántico entre Brasil y África. Pone como ejemplo la diferente distancia que existe entre la base de Natal en el continente sudamericano y la isla declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001. Son 360 kilómetros contra los 1.540 que existen desde la Isla Ascensión hasta la costa del Golfo de Guinea. El gobierno de Trump se ahorraría muchos millones de dólares si se saliera con la suya.
El principal obstáculo
Pero la operatoria que ya difundieron Defesa Net e ICL Noticias tiene por ahora una dificultad muy difícil de sortear. La Constitución Federal de 1988 posterior a la finalización de la última dictadura brasileña, en su artículo 49, fracción I, prohíbe expresamente «la transferencia de instalaciones militares a fuerzas extranjeras sin autorización previa del Congreso Nacional y formalización en decreto legislativo».
Fernando de Noronha, situada en el estado de Pernambuco – el mismo donde nació el presidente Lula en la ciudad de Garanhuns – es un archipiélago volcánico de 26 kilómetros cuadrados integrado por 21 islas e islotes. Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1944 Brasil entregó la gestión del aeropuerto en esa porción de tierra a la Armada de los Estados Unidos. Pero cuando finalizó el conflicto lo recuperó.
Su ubicación es estratégica en términos de vigilancia oceánica donde pueden ubicarse «radares de superficie marítima y equipos ELINT/SIGINT, destinados al monitoreo de rutas navales y aéreas», según dice el sitio que publicó la iniciativa estadounidense. Además tiene capacidad para que operen desde ahí aeronaves de vigilancia marítima y UAVs, Vehículos Aéreos no Tripulados de media altitud y gran autonomía como como el MQ-9 Reaper o el SeaGuardian.
La base de Natal posee similares capacidades de uso militar. Ofrece condiciones ideales para el reabastecimiento de combustible en vuelo, de evacuación médica, movilización rápida de fuerzas de respuesta y el apoyo a misiones aéreas en la costa oeste de África, el Caribe o la costa norte de Sudamérica, señala ICL Noticias.
Todo indica que no se trata solamente de un asunto de seguridad hemisférica para Estados Unidos. Al gobierno de Trump podría moverlo el control de Fernando de Noronha por razones de espionaje en la región. La base del problema quedó sintetizada en un título del influyente semanario The Economist publicado el 4 de julio de 2024: «La presencia de China en América latina se ha expandido dramáticamente». El intercambio bilateral pasó de 18 mil millones de dólares en 2002 a 480 mil millones en 2023. China es hoy el mayor socio comercial de Sudamérica.
* Periodista argentino. Es docente por concurso de la carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la tecnicatura de Periodismo Deportivo en la Universidad de La Plata (UNLP). Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)