Diez motivos para (no) creer en la palabra de Rajoy

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BORJA VENTURA | El presidente del Gobierno ha empeñado su palabra en defenderse de las acusaciones tras el estallido del caso Bárcenas. Algo similar ha hecho en un buen número de ocasiones anteriores, aunque acabara teniendo que rectificar.

rajoy-iva_EDIIMA20130205_0223_1Kaos en la Red

El presidente del Gobierno hizo el sábado una encendida defensa de su inocencia. Lo hizo poniéndose por delante del partido y anunciando, incluso, medidas a título personal (presentar su declaración de la Renta y de patrimonio). Aunque dichos documentos ya son públicos, el gesto responde a una estrategia para hacer que los focos se pongan en otros, en aquellos que no hagan públicos esos documentos. A las consabidas reticencias de Rajoy a afrontar de frente los problemas internos, se unió además una apelación personal.

Dijo que él como registrador de la propiedad hubiera ganado más, que no vino a la política para enriquecerse, que él era honrado. Era el mismo mantra que un día antes había inaugurado la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que aseguró que tras “doce años trabajando con Mariano Rajoy” no había visto sombra alguna en su forma de proceder.

La vicepresidenta ató su futuro al del presidente con aquellas palabras, algo lógico habida cuenta que Sáenz de Santamaría ha desarrollado toda su carrera política de la mano de Rajoy. Pero, tal y como una periodista de El Mundo le espetó a la vicepresidenta en la rueda de prensa, en otras ocasiones se han expresado “certezas personales” que han acabado siendo más que erróneas.

Con esos hilos, Rajoy ha cerrado su postura limitándose a decir que todo “ es falso” para, apenas dos días después, matizar que “todo lo que se ha publicado es falso, salvo alguna cosa”. De momento, es una matización. Queda por ver si en unos meses se convierte en la décima negación. Porque tras esta hay, al menos, otras nueve.

La inocencia de Bárcenas
Luis Bárcenas, primero gerente y luego tesorero del PP, nunca fue expulsado del partido, tampoco fue dado de baja. Fue él quien en 2010, y ante la imputación meses antes por el caso Gürtel, solicitó su baja. En todo el tiempo que duró el caso, hasta 2011 cuando fue archivado, Rajoy le mostró su apoyo más o menos explícito o, cuanto menos, no dudó públicamente de su honorabilidad.

De él y del eurodiputado Gerardo Galeote dijo en abril de 2009 estar convencido “de que nadie podrá probar que no son inocentes”, para añadir dos meses después que Bárcenas era “inocente hasta que se demuestre lo contrario” y que “cuando haya novedades, las habrá”. Junto a esas vaguedades, prefirió no actuar de frente y no suspender de militancia ni al extesorero ni a Jesús Merino.

El IVA
Si hay una contradicción evidente en la que Rajoy ha caído al dar su palabra sobre algo esa es la subida del IVA de la que abjuró cuando la hizo el Gobierno de Zapatero y corrió a poner en marcha en cuanto llegó a La Moncloa. “Subir el IVA es un disparate en tiempos de crisis”, dijo en 2009. “No más IVA”, coreó desde el atril dando un mitin en una campaña especial contra la subida del impuesto acompañado de Esperanza Aguirre, contraria a la subida de cualquier impuesto como mandan los cánones liberales.

 

Fue precisamente en aquella campaña cuando dijo la frase de que el Gobierno de Zapatero iba “a subir hasta el IVA de los chuches”

 

 

El rescate
La primera gran sombra que tuvo que conjurar Rajoy al llegar a la presidencia del Gobierno fue la del rescate. Una prima de riesgo disparada que llegó a ser un tercio mayor de la que se alcanzó en los últimos días del Gobierno de Zapatero y que motivó la primera comparecencia de Rajoy un sábado, justo antes de irse a Polonia a ver la Eurocopa, para negar el rescate y decir que sin reformas “hubieran intervenido el Reino de España”.

Desde entonces, casi cada rueda de prensa moría en la misma pregunta. “Cuando tenga una decisión al respecto se la comunicaré a los españoles”, dijo en septiembre. “Debemos saber con certeza que lo aprobarán todos”, dijo a principios de octubre respecto a sus socios europeos. Usó un tajante “ no” para descartar su petición para días después completar con que “ del rescate no hay nada de nada” y que “ hoy no”, por el pasado 15 de octubre, se necesitaba un rescate. “ Hemos tomado una decisión sobre el rescate: no pedirlo”, dijo a mediados de diciembre.

Pero la gran verdad es que ocho días antes España recibió el primer pago del llamado “rescate financiero”, que si bien no es un rescate global de la economía, sí supone una intervención de la ‘troika’ en las finanzas españolas, con vigilantes en las entidades bancarias incluidas. Un rescate en toda regla con hombres de negro incluidos.

El paro
Si hay una promesa con corto plazo de caducidad es una que se basa en números. Posando ante una oficina de empleo, con rostro grave, Rajoy prometió solemnemente “ Cuando gobierne bajará el paro”.

Tras un año en el Gobierno, los ERE por motivos económicos, los que protege la reforma laboral del Ejecutivo, se han duplicado, el paro está en 5.965.400 personas, según la EPA, con una tasa del 26,02% (cuando el último trimestre completo de Zapatero se cerró con 4.978.300 parados y una tasa del 21,52%) y el paro registrado marcaba este lunes un nuevo techo de 4.980.778 personas.

Pensiones
En el único debate electoral que Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy celebraron en la campaña de las últimas elecciones generales, el ahora presidente del Gobierno fue tajante: “Yo no voy a congelar las pensiones a los pensionistas. Yo cumpliré la ley. No voy a engañar a los pensionistas”
Al poco de tomar posesión como nuevo presidente, no evitó que perdieran poder adquisitivo con la subida del IPC. Quizá le faltara tiempo para actuar, en apenas unos días. Un año después, ya con el equipo de gobierno rodado y margen de maniobra, las pensiones volvieron a bajar en lo que a poder adquisitivo se refiere porque, aunque se subieron, fue tan mínima la subida que perdieron 430 euros al año por la inflación. Y eso que meses atrás había dicho “ yo creo que subiremos las pensiones”.

Esta segunda bajada de pensiones de facto se materializó apenas unos días después de que el presidente asegurara primero que no habría reforma de las pensiones y después que iba a abrir un debate al respecto. Para redondear la ecuación, Rajoy volvió a empeñar su palabra, esta vez sin marco temporal: “ En cuanto sea posible”.

La sanidad y la educación “intocables”
A principios de noviembre de 2011, con la campaña electoral a punto de dar comienzo, Rajoy anunció solemnemente lo que pensaba hacer en materia de recortes en el Gobierno: “ Le voy a meter tijera a todo, salvo a pensiones, sanidad y educación”. Lo primero, visto el apartado anterior, no lo cumplió. Lo segundo, tampoco, y lo hizo sacrificando su promesa en el altar de la creación de empleo: “ La educación y la sanidad se subvencionan creando empleo”, dijo días después. Aún en campaña, y por tercera vez como en la Biblia, Rajoy negó: no iba a privatizar sanidad ni recortar en desempleo.

La promesa no duró ni una semana. Antes de ser elegido dijo en una entrevista que iba a “quitar de todas las partidas, aunque, como ya he dicho, quiero mantener el poder adquisitivo de las pensiones”. De sanidad, nada. El día de las elecciones había aún publicaciones gremiales que confiaban en que no habría recortes y que, además, Rajoy apoyaría la dependencia.

Apenas unos meses en el Gobierno para pasar de lo “intocable” a lo “ insostenible”, un sistema del que había que recortar, junto a Educación, 10.000 millones de euros de presupuesto. Lo manifestó, en lo referente a educación, en un foro académico y hablando de “ un pequeño esfuerzo” que difícilmente es compatible con que le pareza “ ciertamente lamentable” la situación de la educación en España, una situación “mejorable” a todas luces.

Tras los recortes, la reforma educativa, las protestas de todo el sector sanitario (huelga incluida), de todo el sector educativo (desde alumnos a rectores) Rajoy seguía afirmando que “ la sanidad y la educación siguen siendo universales y gratuitas”… salvo en lugares como Madrid, donde el proceso de privatización tiene ya hasta cobertura legal.

La inocencia de Camps
Cuando Mariano Rajoy perdió las elecciones de 2008 y algunos dentro y fuera del partido empezaron a moverle la silla, sólo uno de sus grandes barones emergentes le apoyó, Francisco Camps, justamente frente a la otra figura rutilante de aquellos días, Esperanza Aguirre. En pago por aquel apoyo Rajoy decidió que el Congreso en el que acabaría volviendo a salir elegido se celebrara en Valencia. Pero también hizo suya la defensa numantina de la honorabilidad de Francisco Camps, ya por entonces salpicado por la trama Gürtel.

Lo hizo en junio de 2009 diciéndole al entonces presidente de la Generalitat que siempre estaría “detrás de ti, o delante, o a un lado”. Un par de años más tarde, y poco antes del estallido final del caso, Rajoy insistía: “Camps es candidato porque es honrado”, alguien que además “ha hecho una muy buena labor como presidente de la Generalitat”.

Después llegó la dimisión y, en el juicio, su exoneración. Por aquellos días, y ante la posibilidad de un retorno que jamás se ha producido, Rajoy dijo que Camps tenía futuro “en la vida pública, en la vida privada, donde quiera”. Hace ahora un año volvió a insistir: “Camps cuenta en el PP como cualquier otro dirigente del partido”.

Pero no, nunca volvió a la primera línea política.

ETA y el 11M
El 13 de marzo de 2004, dos días después de los atentados islamistas que costaron la vida a 192 personas en Madrid, y semanas antes de que los autores supervivientes se inmolaran en un piso de Leganés, el entonces candidato por primera vez a la presidencia del Gobierno aseguró presentir que tras lo sucedido estaba ETA.

En una entrevista concedida al diario El Mundo, que nueve años después sigue sembrando la duda sobre los auténticos responsables del atentado, Rajoy fue tajante: “Tengo la convicción moral de que fue ETA”

El Prestige
Una de las frases que ha acompañado a Rajoy en su carrera política fue la que pronunció ante una de las grandes crisis que precipitaron el desgaste del Ejecutivo de José María Aznar. El buque petrolero Prestige había empezado a partirse en alta mar frente a las costas gallegas y ni los responsables autonómicos ni el ministro del ramo reaccionaron con la diligencia que la situación requería.

Sería Rajoy, entonces vicepresidente del Gobierno y gallego de nacimiento, el que tomaría las riendas de las primeras intervenciones públicas del Ejecutivo frente a un conflicto que se intentó minimizar. “Del Prestige salen unos pequeños hilitos, como de plastilina”, dijo.

Esa plastilina fueron unas 63.000 toneladas de fuel, si se tiene en cuenta que el buque cargaba con 77.000 y se pudo extraer o controlar unas 15.000 toneladas. El impacto ambiental a una zona natural, además del daño a la industria pesquera, son aún hoy día incalculables.