Conflictos sin violencia / 2016: Lucha cruda por el poder

Eleazar Díaz Rangel – Últimas Noticias

Contra casi todos los pronósticos y a la incertidumbre que existió durante varios días sobre la posibilidad de que se produjeran hechos de violencia en el acto de instalación de la Asamblea Nacional electa el domingo 6, los acontecimientos se desarrollaron con enorme tranquilidad en las inmediaciones del Capitolio.

Muchos temían, con razón, que la presencia de numerosos grupos de partidarios de uno y otro sector que acompañaban a sus diputados, haría inevitable una confrontación que generaría en hechos violentos.

Como hemos visto, no fue así. Con la retirada de la fracción parlamentaria del GPP en protesta por lo que denunciaran como violación del Reglamento Interno y de Debates de la Asamblea al permitir la intervención de Julio Borges, y el comedido discurso de Ramos Allup, estrenándose como Presidente, terminó la sesión, como para registrarle en acta.

Por supuesto, ese final feliz no significa que no hubiese habido choques, pero todos fueron verbales, en el seno del hemiciclo, ante diversas materias controversiales y previsibles.

Fue mucho mejor para el ambiente político, y en general, en armonía con lo que son los deseos de la mayoría de los venezolanos, que quieren un poco de paz, de mayor tranquilidad que tal conflicto ocurriera en ese escenario para el debate, y no en la calle, donde habrían sido impronosticables los resultados

2016: Lucha cruda por el poder

Leopoldo Puchi

CAR01. CARACAS (VENEZUELA), 07/12/2015.- Miembros de la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) celebran la victoria hoy, lunes 7 de diciembre de 2015, en la ciudad de Caracas (Venezuela). La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, Tibisay Lucena, anunció hoy que la alianza opositora MUD ganó las elecciones legislativas con un total de 99 diputados frente a 46 del chavismo. EFE/MIGUEL GUTIERREZ

La disputa por el control de las palancas del Estado marcará la contienda política en 2016 y no la discusión sobre agendas legislativas programáticas dirigidas a dar respuestas a la diversidad de problemas que tiene la sociedad venezolana y que requieren de regulaciones y marcos jurídicos que permitan el desarrollo nacional, lo que pudiera dar lugar a un debate fructífero, discusiones sobre el futuro del
país, y también a la búsqueda de acuerdos y compromisos sobre diferentes materias. No serán estos aspectos los que definirán el año que se inicia, sino la lucha cruda por el poder.

En esta perspectiva, la oposición se ha trazado como objetivo prioritario la conquista de la rama ejecutiva y judicial de los poderes públicos, para lo que utilizará la colina ya alcanzada de la Asamblea Nacional. Por su parte, el Gobierno tendrá como objetivo preservar los poderes que están en sus manos y reconquistar el legislativo.

Se trata de objetivos naturales en el tablero de la lucha por el poder. Sin embargo, habría que interrogarse sobre las estrategias que utilizarán los diferentes grupos políticos y sociales para alcanzar sus metas, puesto que planes y métodos muy extremos y agresivos pueden afectar fuertemente las condiciones de vida de la población y echar abajo el marco institucional del país.

Del lado de la oposición se debaten básicamente dos opciones. De una parte, hay quienes son partidarios de la sustitución rápida, en el primer semestre, del presidente Nicolás Maduro, estrategia que de ser adoptada iría acompañada de confrontaciones de calle, de la aprobación de leyes que pudieran generar choques con el Ejecutivo y de iniciativas dirigidas a controlar del Tribunal Supremo de
Justicia para enjuiciar al Presidente. La otra opción que se ha propuesto en la oposición es el recorrido institucional progresivo que tendría como próxima estación la elección de gobernadores en diciembre de 2016.

Por su parte, el Gobierno tiene ante sí diferentes caminos. Uno de ellos es el choque de poderes por medio de un bloqueo excesivo del legislativo, la prioridad a la calle y la creación de condiciones para un desenlace abrupto. La otra opción es el relanzamiento y recuperación de su base social y electoral, lo que significaría corregir la gestión,  hablar con claridad sobre la situación económica, formular un plan macroeconómico y de producción y crear mecanismos de diálogo.

En 2016 la lucha por el poder continuará, pero puede ser o violenta o darse en el marco de una convivencia que transcurra por los rieles del calendario electoral.