Chávez de cine y vida

Earle Herrera|
Hugo Chávez, después de su muerte, sigue preocupando a la derecha internacional y a su brazo ideológico, el poder mediático planetario.

Hillary Clinton le dedica líneas de desprecio en sus memorias y la Sony Pictures arremete contra su figura en una película. Hugo Chávez, después de su muerte, sigue preocupando a la derecha internacional y a su brazo ideológico, el poder mediático planetario. El arañero de Sabaneta, un niño de imaginación desbordada, nunca pensó que la tela de sus arañas llegaría tan lejos.

Recuerdo que al poco tiempo de la ejecución del Che Guevara, Hollywood lanzó una película sobre el guerrillero heroico. El imperio quiso atajar el mito y sofocar la leyenda en sus cimientos. Solo lo adelantó y multiplicó. Con Chávez ocurre igual. El objetivo es difuminar su figura histórica y su incómoda simbología. No es casual que en víspera de los 200 años del natalicio de Ezequiel Zamora, el sheriff de Acción Democrática dispare una descarga de odio contra el general del pueblo soberano, como si este avanzara con sus campesinos descalzos sobre la casa nacional del partido en El Paraíso.

Dos siglos no son nada. Guillermo Morón llama “barragana” a Manuelita Sáenz, cuando como director de la Academia de la Historia le organizaba un homenaje a Blanca Ibáñez y Jaime Lusinchi que el Caracazo frustró. Antes, cuando la oligarquía caraqueña se enteró de la muerte del Libertador Simón Bolívar, ordenó retirarle sus títulos y quemarlos en la Plaza Mayor. Como Hollywood contra el Che ayer, como la Sony contra Chávez hoy, la godarria criolla intentaba impedir que la gloria del Padre de la Patria se extendiera “como crece la sombra cuando el sol declina”.

Si algo positivo tiene el pavor transnacional de la Sony Pictures a Chávez, es que provocó en toda América un debate sobre la figura del Comandante. Lo puso en la palestra, si es que alguna vez salió de allí. Desató una guerra de guerrilla comunicacional y cultural, única manera de enfrentar a la industria ideológica global.