Argentina de remate: oferta sus recursos naturales para profundizar el extractivismo.
Claudio della Croce
El ministro de Economía Sergio Massa busca en Estados Unidos consolidar las reservas del Banco Central que se encuentran en niveles críticos, negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) la continuidad del programa económico acordado con el organismo y atraer inversiones especialmente en «sectores estratégicos como servicios, agroindustria, minerales, cítricos e hidrocarburos». Argentina está de remate: oferta sus recursos naturales, señalan los analistas.
En Washington, Massa representa a un país revuelto por un intento de magnicidio, inflación imparable, polarización política y social y un gobierno partido, preocupado en llegar con vida a las presidenciales de 2023, donde más del 40 por ciento de la población vive por debajo del nivel de pobreza.
El intento frustrado de magnicidio contra la expresidenta y actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner distrajo la atención colectiva del ajuste económico y de salarios perpetrado casi en paralelo por el súper ministro de Economía Sergio Massa, quien viajó a Estados Unidos con el fin de oxigenar la endeble economía y la leve recuperación del empleo que no encuentra correlato alguno en el salario
En su desesperación por conseguir divisas para pagar la deuda fraudulenta e ilegal contraída por el gobierno neoliberal de Mauricio Macri, significa la confirmación de una agenda extractivista de reprimarización de la economía, basada en ofrecer condiciones a empresas multinacionales para la explotación de los recursos naturales del país. Un modelo de saqueo que deja a su paso atraso, dependencia y destrucción del ambiente.
Toda la política económica del actual ministerio de Economía apunta a disminuir el gasto público, para lograr la meta de un déficit fiscal del 2,5% del Producto Interno Bruto, que acarrea la reducción del Estado para que no pueda cumplir acabadamente con su rol de regulador y de control de la actividad económica. Y adelanta un ajuste fiscal para que sea el capital más concentrado (nacional o extranjero) quién ejerza el control de las industrias básicas, las finanzas y el comercio exterior.
Una economía cada vez más dualizada, donde se integra al mundo pero a costa de la desintegración interna, empujando a la marginalidad a amplios sectores de la población, define el economista Horacio Rovelli.
Achicar (más aún) el Estado
Durante la dictadura cívico-militar de 1976-1983 se acuñó una frase que simboliza el objetivo del gran capital que opera en el país, recuerda Horacio Verbitsky: “Achicar el Estado es agrandar la Nación”. Es lo que se viene haciendo desde 2016 en adelante. El presupuesto para el corriente año, es de 16 billones de pesos, ante un PIB que el Ministerio de Economía prevé de 76,5 billones, por lo que el gasto total anual pasa a ser del 20,9% del PIB, cuando fue del 24,43% en 2021 y del 25,96% en 2020.
Por ende, el objetivo de reducir el déficit fiscal –para que sea del 2,5% del PIB para el corriente año– se logra básicamente por la disminución de gasto público y con los créditos de 1.200 millones de dólares de dos programas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y unos 500 millones de dólares del Banco Mundial.
A esos ingresos de los organismos multilaterales debe sumarse la liquidación de parte de la soja retenida por los grandes productores y acopiadores, que será por unos 3.000 millones de dólares hasta el 30 de septiembre de 2022. Con los créditos de organismos multilaterales y la liquidación esperada del dólar soja, se alcanzará a 3.261 millones de dólares, cifra lejana a los 5.500 millones de dólares de aumento de las reservas para este año acordado con el FMI: debe fortalecer el ajuste comercial.
El gobierno propicia dos proyectos para incrementar las exportaciones. Uno del Consejo Agroindustrial Argentino para mantener por cinco años la actual estructura de los derechos de exportación (retenciones) del sector agropecuario, y otro para declarar industria estratégica al sector automotriz., que propicia que las terminales y autopartes sólo pagarán derechos de exportación con las alícuotas actuales hasta el monto facturado en 2020, y una vez superada esa fecha, tributarán el 0% para exportaciones.
Obviamente, sólo beneficia a dos sectores fuertemente extranjerizados y concentrados en pocas empresas, donde muchas de ellas tienen más patrimonio que el PIB anual argentino.
El vaciamiento parcial de los silobolsas repletas de soja por parte de las patronales del campo promete generar divisas que seguramente se destinarán al cumplimiento de los compromisos con el FMI y no a la mesa familiar de quienes sobreviven procurando comer al menos una vez al día.
Lo cierto es que el Gobierno le transfiere a los sojeros que especularon y presionaron en los últimos meses 200.000 millones de pesos (en caso de que se liquiden los 5.000 millones de dólares este mes) al campo con el nuevo dólar soja. Como referencia, el monto supera el recorte fiscal que hizo Massa por 128.000 millones de pesos en agosto.
Antes de partir, el ministro convocó a una conferencia de prensa en la que anunció un valor diferencial del dólar para los productores de soja (200 pesos, frente al oficial de 147 pesos y el del mercado negro a 275). La medida logró que ingresaran al tesoro nacional 1.075 millones de dólares en apenas tres días, con lo que se espera llegar a los 5 mil millones de dólares para fines de octubre, según anunció el propio Massa.
Vale recordar que hace unas semanas el superministro Massa avanzó con recortes presupuestarios en Educación, Salud, Vivienda, Obra Pública, entre otros, por 128 mil millones de pesos. El monto “extra” que ganaría el campo significa el equivalente a siete meses del bono de siete mil pesos que anunció Massa para los jubilados.
La reunión con el Banco Mundial le reportó la promesa de un desembolso en favor de Argentina de 500 millones de dólares en los próximos cuatro meses. La entrevista con Mauricio Claver-Carone, estadounidense titular del BID, le granjeó el compromiso de tres mil millones de dólares antes de fin de año. Lo cierto es que el gobierno argentino había eliminado un problema al remover al secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, quien había sido precandidato al mismo cargo que el estadounidense.
Con las elecciones en la mira
La gira estadounidense es clave para el ministro: es la oportunidad de demostrar que están dando frutos las facultades extraordinarias que pidió y le fueron concedidas al frente del ministerio de Economía. Mientras la inflación permanece fuera de control, Massa logró una tregua con los empresarios rurales y los industriales, a los que ha hecho promesas de créditos blandos y dólar diferencial, frenando por ahora la sangría de dólares del Banco Central.
Aunque parezca contradictorio en este país nuevamente al borde del colpaso, el capital político del ministro se acumula en proporción inversa al del presidente Alberto Fernández, hoy apenas una sombra de quien asumiera el gobierno en diciembre de 2019.
En Washington no sólo está el gobierno de EEUU, sino que la ciudad es sede de los organismos que mandan en la economía mundial capitalista: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Lo que busca Massa es el consentimiento del poder mundial a su oferta de los recursos naturales argentinos para profundizar el perverso modelo extractivista que sigue imperando en el país.
Al final del siglo pasado la receta del llamado Consenso de Washington era la “liberalización y apertura” de la economía a la libre circulación de los capitales, pero ahora la receta es la de asegurar los mecanismos de incentivo a la iniciativa privada y la transnacionalización.
No es que Argentina se haya sumado a ese proceso, pero el acuerdo con el FMI en marzo pasado, renegociando el préstamo del 2018, ratifica y profundiza el rumbo dependiente del capitalismo local y trasnacional.
Previo al viaje de Massa, el gobierno implementó un tipo de cambio diferenciado para la exportación de soja, una medida cercana a la eliminación de las retenciones, pedido central de los sectores concentrados del agronegocio. El trasfondo de la medida es garantiza más dólares para el FMI, nuevas concesiones al modelo extractivo y garantizar el apoyo de EEUU al gobierno argentino.
Desde el poder económico argentino se espera que este dólar especial para la soja se oriente a otras producciones más allá del agro, caso de la minería, consolidando ese modelo primario exportador de concentración del poder económico local con grandes corporaciones trasnacionales, en este caso, de la soja con trasnacionales de la alimentación y la biotecnología, que significa el carácter subordinado de la política local a la lógica transnacional del capital dominante, local y global.
Massa se reunió en Washington con representantes de más de 30 empresas estadounidenses que forman parte de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, para analizar juntos “la hoja de ruta en materia económica que trazó la Argentina para los próximos años y las medidas anunciadas para estabilizar la macroeconomía”.
Entre las empresas que participaron de la reunión se encuentran Akin Gump Strauss Hauer & Feld, Bayer, Bristol Myers Squibb, Cargill, Chevron, Citi, DHL, Dow Chemical, Excelerate Energy, General Motors, Gilead Sciences, HSBC, John Deere, Merck, Metlife, Pfizer, Google, Procter & Gamble y Spotify.
Los créditos obtenidos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial se dieron tras el acuerdo de explotación de los recursos naturales argentinos al capital extranjero, con las empresas Rio Tinto y Livent en la explotación del litio y minerales raros en el norte argentino.
El mismo tenor tienen los acuerdos con las petroleras que incluye la construcción de un oleoducto entre el yacimiento sureño de Vaca Muerta y el puerto Punta Colorada de Sierra Grande, en la provincia de Río Negro, en forma conjunta con la paraestatal YPF SA, con una inversión total estimada en 1.260 millones de dólares.
De acuerdo con versiones de prensa, con las empresas se habló de un marco regulatorio para las petroleras para ampliar el desarrollo de Vaca Muerta a cambio una mayor disponibilidad de divisas para girar utilidades al exterior, lo que no pueden hacer hoy.
El Presidente de YPF, Pablo González, habló de la necesidad de una planta de GNL para la industrialización del gas y poder aprovechar todo el potencial de recursos de Vaca Muerta, proyecto que se está planificando con la petrolera malaya Petronas. Cuando la planta produzca a todo su potencial tendrá una capacidad de abastecer 460 barcos de GNL por año, cuando el país hoy importa 35 barcos.
Tanto la explotación del litio y los minerales raros de la Puna, como la extracción de petróleo y gas, nos remite a las obras de infraestructura, de los ferrocarriles y del puerto de Buenos Aires que realizaron los ingleses a fines del siglo XIX para el país de las vacas y trigo, que le proveía de alimentos baratos a los trabajadores de sus industrias.
Asimismo, Massa se reunió con Juan Fernández, subsecretario para el Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente de EEUU, y –por mediación del embajador estadounidense en Argentina Marc Stanley, quien fue encargado de sumar aportes de la comunidad judía de EEUU a la campaña de Joe Biden- con la directora del American Jewish Committee, Dina Siegel Vann, y ejecutivos del banco de inversión Goldman Sachs.
*Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)