Siria y los devaneos de la izquierda

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JUAN FRANCISCO COLOANE | A raíz de su reciente estancia en Siria, el escritor y periodista chileno Juan Francisco Coloane aborda la actitud que observa una parte de la llamada «izquierda internacional», y en específico la dirigencia de la Internacional Socialista, en relación con el tema sirio.

Red Voltaire

Desde su investidura como presidente de Francia, el 15 de mayo de 2012, el socialista Francois Hollande se ha convertido en uno de los más exaltados partidarios y padrinos de la intervención extranjera en Siria.

Los últimos atentados terroristas en Siria, particularmente los perpetrados en Damasco, contribuyen a desmitificar el carácter de esta guerra irregular y fabricada para derrocar un gobierno, Este es un hecho claro que no aceptan los cuarteles generales que la diseñaron que diseñaron esa guerra.

El protagonismo del terrorismo en la crisis siria también permite desentrañar el «misterio» del por qué cierta izquierda forma parte de una insólita y nueva alianza para derribar el gobierno sirio. Lo que sorprende más todavía es la amplitud de esa alianza y el reducido número de s naciones que realmente cumplen con el requisito de respeto a los derechos humanos, que es precisamente el motivo invocado para derrocar al gobierno sirio, a pesar de tratarse de un gobierno legalmente constituido en un país soberano.

La cofradía contra Siria, incluye a los gobiernos más reaccionarios del planeta, como son las de las monarquías del Golfo Pérsico, Israel y las potencias de la OTAN. A estos se les debe agregar una serie de países que tienen gobiernos llamados de izquierda o progresistas, como es el caso de Argentina, Brasil, Ecuador y Uruguay, en la región de América Latina.

Argentina, Brasil y Uruguay utilizaron su voto a favor de la resolución de la Asamblea General de la ONU, aprobada el 19 de julio y titulada The Situation in Syria (document A/66/L.57). Ecuador se abstuvo. Esa resolución es una nueva condena contra el gobierno sirio, justifica sanciones e implícitamente abre la puerta a la aplicación del Capítulo VII de la Carta de la ONU, que permite la intervención militar en un Estado que supuestamente amenaza la paz, lo cual equivale en la práctica a derribar su gobierno. Bolivia se sumó a los pocos países latinoamericanos que rechazaron esa resolución: Cuba, Venezuela, Nicaragua. El documento fue adoptado por 133 votos a favor, 12 en contra, con 31 abstenciones, y las declaraciones de algunos delegados revelan la tendencia en las posturas de los países.

Se destaca la abstención de Tanzania, país cuyo representante lanzó un llamado a la ponderación e invitó a indagar más en el problema y a corregir el diagnóstico. Señaló que la abstención de Tanzania no significaba endosar la impunidad, aunque sí enfatiza que no se ha aplicado en el caso de Siria el principio de no interferencia.

Dijo el delegado de Tanzania que la resolución contra Siria no reconocía el papel de las fuerzas externas en el conflicto armado y que las omisiones constituían un obstáculo mayor para obtener una solución pacifica en ese país árabe. Y concluyó recalcando que Tanzania se apegaría al principio constitutivo de la Unión Africana de no promover cambios inconstitucionales de gobierno en los países.

A partir de la adopción de esa resolución y de la del Consejo de Seguridad, aprobada el 3 de agosto de 2012, en ocasión de la reunión 6810 de esa instancia de la ONU, reunión donde China y Rusia vetaron el incremento de las sanciones y la intervención militar, las acciones terroristas se han incrementado en Siria, como una respuesta directa al rechazo expresado por China y Rusia a la intervención militar.

La declaración del delegado de Siria ante la ONU, el 19 de julio de 2012, advertía de que el terrorismo iría en aumento. Hay que destacarla porque la prensa internacional ha ignorado ostensiblemente las declaraciones del gobierno sirio, como si este estuviese desplomado. El periodismo occidental, con las pocas excepciones que confirman la regla, opera como una extensión del bloqueo a Siria y del corte de relaciones con ese país.

El 19 de julio de 2012, Bachar al-Jaafari, embajador de Siria ante la ONU, advirtió que la adopción de la resolución contra su país propuesta a la Asamblea General provocaría un recrudecimiento de los actos de terrorismo.
El representante sirio ante las Naciones Unidas señaló que la resolución aprobada el 19 de julio en la Asamblea General de la ONU promueve el caos, el terrorismo, impide generar un diálogo nacional, abre la puerta a la introducción en Siria de mercenarios y terroristas y permite usar los campos de refugiados para el entrenamiento de milicias. Cada vez que el Ejército Árabe Sirio ha aplicado un cese al fuego la respuesta ha sido una ola de atentados, señaló el diplomático.

Y eso es exactamente lo que está sucediendo nuevamente en Siria, sin que el Consejo de Seguridad de la ONU, dominado por la tendencia que aspira a derrocar el gobierno sirio, llegue a tomar las medidas correspondientes.

La Internacional Socialista

El tema de los derechos humanos se está usando en una forma genérica, redundante e instrumentalizada. Eso es lo que se desprende de la conducta de la Internacional Socialista, ya que, en la actual coyuntura, la principal violación de los derechos humanos que se vive en Siria es el terrorismo.

En el congreso mundial de la Internacional Socialista, celebrado a fines de agosto de 2012 en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), se elaboró una declaración de condena a Siria.

No se entiende “condena de qué”, cuando en realidad es Siria el país agredido. La declaración se quedó corta al no llegar a recomendar la intervención militar inmediata, ya que esta medida fue rechazada por una buena parte de los delegados.

A finales de agosto de 2012, la Internacional Socialista, reunida en congreso en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) emite una condena contra Siria. Sentados en primer plano, de derecha a izquierda, la socialista francesa Segolene Royal, el presidente sudafricano Jacob Zuma y el ex primer ministro griego Giorgios Papandreu. Los partidos de Hosni Mubarak, ex presidente de Egipto, y su homólogo de Túnez Ben Ali, fueron expulsados de la Internacional Socialista… a principios de 2011.
En una de las resoluciones adoptadas se acusa al gobierno sirio de haber matado a decenas de miles de civiles, sin mencionar en forma explícita y clara la intervención externa en esas muertes. Aunque no llega a manifestarse a favor de la intervención militar, la Internacional Socialista sí apela a que China y Rusia no apliquen el veto a la intervención, en una manipulación de lenguaje que resulta demagógica.

La declaración de la Internacional Socialista exhorta a «Que China y Rusia, en particular en el Consejo de Seguridad, estén en línea con el sentimiento de la comunidad internacional que es proteger al pueblo sirio».

Este devaneo es porque, en su fuero interno, cualquier adherente coherente a los principios de la Internacional Socialista sabe bien que el gobierno de al-Assad no es una dictadura y que, lejos de ello, es quizás en términos prácticos el gobierno del Medio Oriente que más practica la participación popular para la formulación de sus políticas públicas.

Es como si a los ojos de la Internacional Socialista la grave crisis internacional que representa el conflicto en Siria no fuera de importancia para países que han vivido y viven aún los desgarradores efectos de la desestabilización y de la ruptura institucional por medios violentos.

Existen fuerzas políticas de izquierda que, en aras de un dudoso expediente de acusaciones por violaciones de los derechos humanos y proclamando la ausencia aparente de una democracia en Siria, se han embarcado en el plan de derrocar al presidente sirio para «restablecer la paz».

Algo sucede con la izquierda y con el progresismo a nivel mundial y con su postura frente a la agresión de la alianza atlántica contra Siria.

Con la excepción –en Latinoamérica– de Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela y, en el resto del mundo, de Bielorrusia, China, la República Democrática de Corea, Irán, Myanmar, Rusia y Zimbabwe, países que expresan una posición definida sobre la soberanía y la integridad territorial de Siria, en el resto de las naciones no se observa una posición de no alineamiento con las potencias que a toda costa se empeñan en derrocar el gobierno sirio.

Las dos resoluciones de Naciones Unidas anteriormente mencionadas son claves para comprender el estado de situación de la crisis siria y cómo la gravitación política imperialista y colonial está influyendo en los sectores supuestamente progresistas y defensores de la independencia y la autonomía.

Desde esta perspectiva, considerando los objetivos de una agenda internacionalista orientada al bien público, aquellos partidos que forman parte de la socialdemocracia internacional, y no sólo estos si no toda esa amplia gama de personas que se identifican con el liberalismo progresista, tienen hoy la oportunidad de alzar sus voces en pos de restaurar el verdadero carácter multilateral y neutral de la ONU que se ha extraviado notoriamente en el caso del conflicto armado en Siria.