Fútbol, explotación, racismo, autoestima
Aram Aharonian
Harto de tanto racismo, “Super” Mario Balotelli, delantero de la selección italiana de origen ghanés, hoy de 33 años, lanzó en 2022 un reto a todos los futbolistas africanos “a juntar dinero conmigo para dejar la Europa racista y construir estadios en África y desarrollar a nuestros jóvenes. Tenemos dinero, podemos construir al menos cinco estadios de clase mundial en cada país y firmar una petición para que ningún jugador vuelva a ser exportado a Europa”, señaló.
“Aquí en África, jugarán bajo el amor de sus hermanas y hermanos, sin nadie cantando cantos racistas en las gradas contra ellos. Somos más talentosos, podemos hacer que nuestra liga de campeones sea de calidad y nuestras ligas. Tenemos un gran talento que nunca es apreciado en el extranjero”, añadió.
Mario nació en Palermo, hijo de los inmigrantes ghaneses Thomas y Rose Barwuah. Siendo pequeño, tuvo complicaciones muy graves con los intestinos que dieron lugar a una serie de operaciones. Los Barwuah decidieran pedir ayuda de los servicios sociales, y en 1993 fue adoptado en Brescia por Francesco y Silvia Balotelli. Mario tuvo que esperar hasta cumplir 18 años para solicitar la ciudadanía italiana: los Balotelli no lo habían adoptado legalmente.
Pero el tema de racismo no es sólo con los cientos de jugadores africanos que nutren al fútbol europeo. Vinicius Junior, un joven futbolista brasileño campeón de Europa con el Real Madrid y figura de la selección de su país, celebró la imposición de una condena de ocho meses a tres aficionados valencianos por insultos racistas en su contra, en un partido de la liga española
“Muchos me pidieron que lo ignorara, otros muchos dijeron que mi lucha era en vano y que debía sólo ´jugar fútbol´. Pero, como siempre dije, no soy víctima de racismo: soy verdugo de racistas. Esta primer condena penal de la historia de España no es para mí, sino por todos los negros. Que los racistas tenga miedo, vergüenza y se escondan en las sombras. Caso contrario, estaré aquí para para acusarlos”.
La globalización, el racismo, las guerras, las migraciones revelan que 137 futbolistas que participaron de la Copa del Mundo de Catar jugaron por países en los que no nacieron. En concreto, 28 de los 32 equipos presentaron futbolistas nacionalizados, salvo Argentina, Brasil, Corea del Sur y Arabia Saudí.
Si bien las selecciones que tuvieron más jugadores nacidos en otro país son Marruecos, Túnez, Senegal, Qatar, Gales, Australia y Camerún, la nación que más futbolistas exporta fue Francia, con 36 deportistas repartidos en equipos de África, Asia y Europa. Pero se trata de africanos migrados, exiliados, en Francia
El 42,3% de los futbolistas que representaron a las cinco selecciones africanas en Qatar 2022 nació en una Europa que se sigue nutriendo de lo que fueron (y son) las migraciones por factores económicos o bélicos. Fuera de la cancha, cada vez es más frecuente que los hinchas europeos elijan burlarse del origen de algunos jugadores, casi siempre con connotaciones racistas.
También están los comentarios de racismo inverso, que es otra forma de discriminación: «los negros cantan, bailan, corren mejor» es el más conocido y el más peligroso. La idea de que «mientras nos entretengan, todo bien». Los problemas surgen cuando se atreven a hablar y denunciar desigualdades… o a luchar por su independencia.
Mientras que el Washington Post publicó una nota editorial preguntándose «¿Por qué Argentina no tiene más jugadores negros en el Mundial?», por otro lado,
En Catar se percibió un incremento en la cantidad de convocados negros en selecciones europeas, siendo la francesa la que mayor número evidencia, mientras el desubicado Washington Post e preguntaba en un editorial “¿por qué Argentina no tiene más jugadores negros en el Mundial? Simplemente, porque no los tiene.
La razón de este racismo en Francia contiene varios factores, pero su principal es la expansión e incorporación de territorios de África y otros enclaves estratégicos a Francia, comenzado con gran énfasis a partir del siglo XIX, con la conquista de Argelia. 17 de los 26 jugadores de la selección francesa en Catar tienen raíces africanas: tres que nacieron en otros lares: Steve Mandanda en la República Democrática del Congo, Eduardo Camavinga en Angola; y Marcus Thuram, nacido en Parma, Italia.
Los franceses denostan hasta a su máximo ídolo, Killyan Mbappé, máximo goleador del Mundial de Catar, nacido en París: ¿porque el racismo instalado en Francia, no lo considera francés? “Dije: ‘No puedo jugar para la gente que piensa que soy un mono. No voy a jugar”, reveló Mbappé a la prena, aunque luego reculó. “Rendirse no era un buen mensaje. Esta es la nueva Francia […]. Por eso no renuncié a la selección”, dijo tras firmar un nuevo contrato
El francés piensa que el francés tiene que ser definitivamente blanco sin tener en cuenta la realidad de las grandes migraciones que hay por el imperialismo, tanto francés como europeo en general, que viene oprimiendo desde hace siglos a las naciones africanas, expoliando sus recursos naturales y dejando en la pobreza a grandes comunidades. Eso hace que muchos tengan que migrar, en condiciones infrahumanas.
Los franceses (y los europeos) llevan más de un siglo en eso del racismo. José Leandro Andrade, la “Maravilla Negra” uruguaya, deslumbró en Paris en los Juegos de Colombes en 1924, y repitió títulos en Amsterdam en 1928 y el primer Mundial en 1930. Veinte años después, su sobrino, Víctor Rodríguez Andrade, fue campeón mundial en Brasil. Ya hace un siglo, la prensa parisina los calificaba de indios y negros y para darle gusto, los celestes entraron a su primera práctica con plumas en la cabeza.
En 1916, en ocasión del primer Sudamericano en Buenos Aires, Uruguay presentó una oncena con dos negros: Isabelino Gradín, también campeón en atletismo, y Juan Delgado. Uruguay debutó y goleó 4 a 0 a Chile. Cuenta la leyenda que los chilenos protestaron por la inclusión de dos “africanos”. Si hay un partido emblemático el fútbol mundial, es la final de Maracaná en 1950, y la figura emblemática fue Obdulio Varela, el “Negro” Jefe.
Los africanos los llevaron a ser campeones
“No son franceses, son africanos», «es una selección africana» o «los únicos franceses son Griezmann, Giroud, Lloris y un par más«. Son algunas de las tantas frases que se leen y se escuchan en las redes sociales.
Veamos la lista de los “franceses”: Kylian Mbappé (padre camerunés y madre argelina), Ourmane Dembelé (padre maliense y madre senegalesa), Mattéo Guendouzi (ambos padres de Marruecos), Jules Kounde ( padre de Benin), Aurélien Tchouaméni y William Saliba (padres de Camerún), Ourmane Dembelé (padre maliense y madre senegalesa), Ibrahima Konaté y Youssouf Fofana (padres de Mali), Axel Disasi y Randal Kolo Muani (padres de Congo), Dayot Upamecano (padres de Guinea-Bisáu).
Europa occidental logró alcanzar la Copa Mundial cuando permitió que los negros y turcos formaran parte de sus selecciones. Alemania y Francia lograron sendas Copas gracias a jugadores negros en sus selecciones. En 2006, Gerald Asamoa, nacido en Ghana, hizo historia al convertirse en el primer alemán nacido en África que jugó con la selección en un Mundial de fútbol
Hoy, el equipo nacional germano resulta inconcebible sin jugadores como Serge Gnabry (Costa de Marfil), Antonio Rüdiger (Sierra Leona), Thilo Kehrer (Burundi), Likay Gundogan (Turquía) o Leroy Sané (Senegal), entre otros.
Ese camino lo allanó el 22 de diciembre de 1974 un jugador llamado Erwin Kostedde, el primer jugador negro que integró la selección alemana. «El entrenador nacional, Helmut Schön, me dijo que en las entrevistas debía asegurar que no había racismo en Alemania. Pero eso no era verdad. Se lo dije y se enfadó conmigo”. recordó. Y tenía razón: en 2019, Jordan Torunarigha, del Herta, fue atacado durante un partido desde las tribunas con cánticos racistas y abandonó la cancha con lágrimas en los ojos.
Los historiadores del fútbol recuerdan que en 2004, dos años antes del Mundial, en un entrenamiento de la Selección española, el entrenador Luis Aragonés le pidió a su jugador José Antonio Reyes que hablara con Thierry Henrry, el francés que era su compañero de equipo en el Arsenal inglés: “Dígale al negro de mierda que usted es mejor, dígaselo de mi parte”.
Por esa época, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, criticó a Raymond Domenech, entrenador de Francia, por llevar a muchos jugadores negros, alegando que por eso muchos franceses no se sentían identificados con esa Selección. También criticó a Zinedine Zidane -de padres argelinos que emigraron a Francia a causa de la guerra colonial de Argelia- por no cantar el himno. Asimismo, pidió públicamente que Karim Benzema, musulmán hijo de argelinos, dejara de jugar para Francia.
Argentina, país receptivo a los inmigrantes desde su Constitución, no escapa al racismo. Entre los goles de Lionel Messi, la gloria de Diego Maradona y tantos otros fenómenos, Alejandro Nicolás de los Santos tiene un sitio: es el primer y único jugador negro que jugó en la Selección. Sus padres nadaron hasta el cansancio para alcanzar un barco que los liberó de las peores vejaciones en la actual Angola, entonces colonia portuguesa. Cruzaron el Océano Atlántico y llegaron a la Argentina a fines del Siglo XIX.
Pero para la oligarquía, el argentino es un pueblo de “cabecitas negras”, mezcla de indios y europeos. Y ese racismo lo mostraron nuevamente con la obtención de la Copa Mundial: ¿Qué podrían celebrar los cabecitas negras, desarrapados, los sin nada, los nadies?. Temen lo colectivo en formato popular, sobre todo cuando los humildes cuentan con poco para perder, pero mucho para celebrar.
El sueño de Supermario puso a pensar a muchos jugadores africanos de los equipos europeos. Mientras él confesba su deseo de jugar en Boca Juniors argentino en medio de un stream con su excompañero de equipo, el argentino Kun Agüero: «Mi sueño es jugar en la Bombonera»… lejos de África y de Europa. ¿Por qué no Boca? Ya jugó en Lumezzane, Internazionale de Milan, AC Milan. Adana Demisport, Niza, Manchester City, Liverpool, FC Sion, Marsella, Brescia, Monza y en la selección italiana.
No sería el primer africano en el fútbol argentino, Ya el camerunés Alphonse Tchamí había jugado en Boca en la década de 1990 (y marcado 11 goles), el nigeriano Okiki Afolabi en Talleres de Córdoba, el ugandés Ibrahim Sekagya en Arsenal, Custodio Mendes, (de Cabo Verde) en Estudiantes de La Plata, el sudafricano Doctor Khumalo en Ferrocarril Oeste, Ernest Mtawalli de Malawi en Newell’s Old Boys, Efford Chabala de Zambia en Argentinos Juniors, el camerunés Tobie Mimboe en San Lorenzo y el ghanés Nii Lamptey en Unión de Santa Fe
Quizá SuperMario olvidó que el fútbol profesional lo rige la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), acusada e investigada desde hace años por corrupción, sobornos y otros delitos, cuyos directivos se encuadran en las políticas occidentales y denunciadas oportunamente, entre otros por Diego Armando Maradona.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)