México: ¿qué podemos esperar de las próximas elecciones presidenciales?

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HUGO BENÍTEZ THOMAS | El domingo entrante, el 1° de julio de 2012, elegiremos al próximo presidente de México para el periodo 2012-2018. También renovaremos al Congreso de la Unión de la siguiente forma: 500 diputados (300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional), 64 senadores (32 de primera minoría y 32 de representación popular) y además habrá 15 elecciones locales y dos extraordinarias en las que se elegirán siete gubernaturas, 15 congresos estatales y el 72 por ciento de los municipios. Los estados que renovarán gobernador son Chiapas, Distrito Federal (jefe de gobierno), Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tabasco y Yucatán.

Hugo Benítez Thomas – Alainet

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) busca el carro completo, es decir, recuperar la presidencia de la República, la mayoría en el Congreso de la Unión y las gubernaturas en disputa. Además, pretende un amplio margen de victoria y evitar con ello una reedición del 2006. Para lograr lo anterior ha intentado proyectar la imagen de un nuevo PRI, una vez entendido que los ciudadanos mexicanos buscaron el cambio en el 2000, beneficiando en ese entonces con su voto a Vicente Fox Quesada, del Partido Acción Nacional (PAN).

La primera elección presidencial del siglo XXI fue importante porque además de dar término a un régimen de más de 70 años presentó una campaña moderna con un uso de la mercadotecnia política que rompió los esquemas en México. El expresidente de Coca Cola en México se hizo al panismo y supo imponerse como el candidato a base de un liderazgo campirano, con un discurso franco y altanero que trajo frescura ante las costumbres de la clase política. Fox se supo vender como un producto acorde con las tendencias mercadológicas del momento.

Pareciera que en este 2012 el PRI ha aprendido la lección y tiene un proyecto similar para el proceso electoral que está a escasos días de culminar. Sabedores que su pasado es su debilidad, quienes influyen en las decisiones del PRI buscaron un nuevo rostro para su partido, que debía ir de la mano de un candidato en esa tesitura. Enrique Peña Nieto, un hombre joven, fue el elegido y junto con él un plan bien pensado para recuperar la silla presidencial.

Hoy sabemos que detrás de ese plan existe una alianza con la principal empresa televisora del país, Televisa, para hacerse cargo de la proyección de la imagen deseada. Desde que Peña Nieto gobernaba el Estado de México hubo contratos con la televisora a fin de dar a conocer sus logros y callar sus fallos. Por ser un tipo bien parecido -que raya en el estereotipo de metrosexual-, por haber contraído matrimonio con la actriz Angélica Rivera y por sus constantes apariciones en revistas del jet set, parecía un candidato tipo vanidades que contaba con una preferencia electoral por arriba del 50 por ciento desde antes de ser ungido como el candidato de su partido.

En 2005 la revista Proceso detalló la alianza Televisa-Peña Nieto, cuando éste era gobernador del Estado de México. Siete años después retoma el tema el periódico británico The Guardian. El 8 de junio el rotativo publicó un conjunto de documentos de 2005 que supuestamente detallaban la venta por parte de la cadena de cobertura favorable a ciertos políticos, entre los que estaba incluido Peña Nieto, mientras se desprestigiaba a otros, principalmente a López Obrador. Este 27 volvió a afirmar que una unidad secreta de Televisa estableció y financió una campaña a favor de Peña Nieto.

El PRI decidió aliarse con el PVEM (Partido Verde Ecologista de México) y el Panal (Partido Nueva Alianza) y conformar así la coalición Compromiso por México. Sin embargo, para contar con un rostro nuevo, la presencia de la maestra Elba Esther Gordillo, fundadora del Panal y líder vitalicia del sindicato de maestros, esto resultaba una contradicción que podría costar caro a la idea original, puesto que la expriista tiene muchos enemigos en su otrora partido y representa una figura de cacique sindical. De tal modo, se decidió romper con el Panal el 19 de enero de este año, pero no en todos los casos; persistieron alianzas entre ambos partidos en elecciones locales y para legisladores en algunos estados.

A la vieja usanza, exservidores públicos priistas estaban listos para incorporarse a la campaña de Peña Nieto o de asegurar un lugar como diputados o senadores y conseguir así la ansiada inmunidad política. Pero en una medición de los posibles daños no fueron nombrados exgobernadores priistas como Fidel Herrera, de Veracruz; Humberto Moreira, de Coahuila; ni Mario Marín, de Puebla. Se ha cuidado evitar escándalos por corrupción u otras actividades ilícitas de viejos cuadros priistas. Sin embargo, sí continúa un candidato a diputado con enriquecimiento inexplicable y se trata del líder del sindicato de trabajadores del petróleo, Carlos Romero Deschamps, quien dejó de aparecer en los mítines de apoyo a Peña Nieto, con tal de evitar la foto de priistas de viejo cuño con el rostro nuevo.

La campaña electoral del PRI ha sido impecable y Peña Nieto un candidato muy disciplinado, quien gracias a su popularidad ha sorteado dificultades como el no ser un político letrado expuesto en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, en diciembre pasado, o que no supiera cuál es el salario mínimo en México o el precio de la tortilla.

Su amplia ventaja de alrededor de 15 puntos porcentuales desde el inicio de la contienda electoral daba la impresión de que todo estaría decidido para el 1° de julio, que sólo le haría falta al PRI asegurar la mayoría de los diputados y senadores para poder modificar a modo a las leyes y emprender así las estructuras que considere necesarias para el país. Hablamos de restaurar el viejo régimen con un presidente cuya fuerza iría acompañada de la mayoría de los legisladores.

¿Cuál parecía la principal amenaza al proyecto priista? Una oposición fuerte que sólo se veía posible en una alianza PAN-PRD. Esto tuvo algunos ensayos como en Oaxaca, donde la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso comprendía los partidos PAN, PRD (Partido de la Revolución Democrática), PT (Partido del Trabajo) y Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano) y que derrotó al PRI, eligiendo como gobernador a Gabino Cué Monteagudo. Pero la posibilidad de una alianza para las elecciones federales se vio truncada en el Estado de México, donde no se reeditó la experiencia aliancista y el PRI retuvo el poder con Eruviel Ávila.

Las campañas electorales parecían no animar al electorado y junto con el alto abstencionismo registrado en las elecciones locales e intermedias para legisladores crecía la posibilidad de un alto abstencionismo para esta elección presidencial. Pero un actor irrumpió en el escenario y ha animado el proceso electoral: el viernes 11 de mayo Enrique Peña Nieto fue abucheado por estudiantes de la Universidad Iberoamericana y le recriminaron su relación con el expresidente Carlos Salinas de Gortari y su responsabilidad en las violaciones a los derechos humanos en el municipio de San Salvador Atenco, así como los feminicidios durante su mandato en el Estado de México.

Quien pareciera intocable, de la noche a la mañana fue vulnerable, gracias a los estudiantes. La ríspida reacción del presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, produjo la solidaridad de otros estudiantes, sobre todo del ITAM y la posterior conformación del movimiento #yosoy132 –pues se decía que el aforo de la ibero era de 131 estudiantes. Esta movilización estudiantil se ha convertido en la primera en México en contra de un candidato presidencial. A su vez ha tenido una coordinación por las redes sociales nunca antes visto en el país y por si fuera poco ha dado en el clavo al oponerse a la manipulación e imposición de un candidato por parte de una televisora y señalar que no existe un nuevo PRI.

Muchas de estas denuncias ya habían sido expresadas, sobre todo por Andrés Manuel López Obrador, candidato de la alianza Movimiento Progresista (compuesto por el PRD, PT y MC), pero gracias a estos jóvenes los escépticos a López Obrador tuvieron interés en sus denuncias y también muchos ciudadanos voltearon a ver con nuevos ojos el proceso electoral, hasta pensar que el abstencionismo rondará el 40% del electorado y no más como se esperaba.

Un aspecto más que encendió los focos rojos en el PRI fue la encuesta de Reforma publicada el 31 de mayo pasado, en que ponía a López Obrador en segundo lugar de las preferencias electorales, por vez primera arriba de la panista Josefina Vázquez Mota y a tan solo 4 puntos porcentuales de Peña Nieto. Parecía que se lograba lo impensable desde finales de 2011: una elección cerrada. Esto desató una guerra sucia contra López Obrador al estilo del 2006. Ha sido la única encuesta cerrada y el mismo Reforma ya publicó una más donde nuevamente hay una diferencia de alrededor de 13 por ciento.

El detonante para avivar las campañas electorales fue el movimiento #yosoy132; la confirmación de que las cosas venían cambiando, la encuesta de Reforma del 31 de mayo; la reacción más visible, la guerra sucia, el torpedeo contra López Obrador.

Si bien es difícil creer que realmente vaya a haber una elección cerrada, se están dando las condiciones para que los resultados sean impugnados. Y es que sí ha habido visos de iniquidad en las campañas electorales y se han presentado denuncias de probable compra y coacción de votos a través de sindicalistas del magisterio y ferrocarrileros enrolados como observadores electorales. Se publicó un video en youtube de una bodega de la Secretaría de Educación de Veracruz llena de despensas y herramientas presuntamente para comprar votos a favor de los candidatos priistas. El apoyo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), en esta operación confirmaría que el nuevo PRI mantiene prácticas nocivas para la democracia.

La edición última de la revista Proceso –la del 24 de junio- publicó que esto se trata de algo más que un caso aislado, es una estrategia de enorme envergadura denominada Ágora. En ese plan se considera cubrir todas las casillas electorales con observadores electorales emanados de los sindicatos afines al PRI con un los propósitos de coaccionar o comprar los votos a favor del PRI, vigilar que esto se realice y manifestar que la jornada fue legítima o lo contrario en caso de perder la casilla. Ágora tiene un complejo análisis de fuerzas en cada distrito electoral y de acuerdo a las posiciones de los partidos se han determinado años atrás los pasos a seguir. Si la oposición es más fuerte se ha comprado a los líderes tanto del PAN como del PRD para su causa con todo y simpatizantes.

Por último se ha calculado contar con al menos el 30 por ciento de los votos para garantizar el triunfo y la estrategia ha sido por medio de las pirámides en que una persona convence y asegura que otras diez vayan a votar y esas diez a su vez se compromenten –con pago de por medio- a hacer lo mismo. Esto tiene un alto costo y recién se descubrió que hay un monto de 56 millones de dólares para tal efecto en una cuenta colocada en Monex y que distribuye el dinero en tarjetas tipo débito.

El PAN hizo la denuncia penal y demandó que congelen esa cuenta bancaria a fin de evitar la compra y coacción de los votos. Pero el secreto bancario lo impide a menos que medie una orden judicial, misma que tardaría más allá del 1° de julio. Lo que en cualquier otro país sería motivo de conflicto y crisis prelectoral, en México parece imposible hacer algo al respecto y sólo basta que los políticos nieguen que esto esté sucediendo.

Ante este escenario, sea cual sea el resultado de las votaciones habrá denuncias de fraude electoral y nos encaminaremos a un conflicto postelectoral, sin importar el margen de ventaja. El movimiento antiPeña y crítico de la manipulación televisiva encontrará cauce en uno encabezado por López Obrador, apoyado por algunos sindicatos como el de los electricistas y la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación), movimientos guerrilleros como el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y por ciudadanos inconformes con la imposición. La moneda está echada, podemos esperar el triunfo de Enrique Peña Nieto y la impugnación también.

– Hugo Benítez Thomas es Director de Pulso de México. [email protected]