Rosario, de “Chicago argentina” a capital narco
Juan Guahán-Question Latinoamérica|
Hace un siglo, al calor de la riqueza que generaba su puerto y por donde salía la riqueza agraria de la Argentina, se desarrollaron en la ciudad de Rosario, sobre el río Paraná y a escasos 310 kilómetros al norte de Buenos Aires, algunas mafias armadas que le dieron a la ciudad el nombre de la “Chicago argentina”, por un fenómeno semejante que se estaba produciendo en aquella ciudad de EEUU.
Dos italianos que respondían a los seudónimos de Chicho Grande y Chicho Chico, protagonizaron –en Rosario- historias que merecen mucho más que estas reflexiones. Pero lo cierto es que sus luchas y enfrentamientos, que terminaron con uno muerto y el otro en Italia como peón de Benito Mussolini, le pusieron ese sello a aquella ciudad, que –años después- sería reconocida como la “Capital del peronismo” por su resistencia a las posteriores dictaduras militares.
Aunque sabemos que la historia no se repite, ni es circular, hay aspectos que parecieran que sí lo son. Rosario hoy exhibe un fenómeno semejante al de un siglo atrás. Dos aspectos los emparentan. Uno, es la riqueza agraria –ayer el trigo y hoy la soja- que se está fugando por sus puertos, actualmente privados. Dos, la violencia por el control del manejo de negocios oscuros; hoy la droga genera una mafia en la que se mezclan, como en el tango Cambalache, las bandas de delincuentes armados y las complicidades policiales, judiciales y políticas.
Este fenómeno comenzó a desatarse por los 90, con la irrupción de la soja y la multiplicación de los puertos privados, por donde se desangra nuestra riqueza, dejando una creciente miseria.
Luego de años de disputas y decenas de asesinatos, triunfó la banda de los Cantero, los Monos. El promedio diario de muertes se acerca a 1 y 2,3 los heridos por amas de fuego. Los Monos, que también tienen muertos y presos, siguen gobernando sobre la mafia de la droga rosarina. Sectores de las instituciones estatales le dan protección. La bronca crece y hace unos pocos días unas 3 mil personas se manifestaron al recordado grito ¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo! Un par de días después el gobernador (peronista) y el Intendente (opositor) fueron escrachados, con huevazos y escupidas.
En este Rosario, harto y violento, despunta el emprendimiento inmobiliario más audaz del país. Se ubicaría a 34 km de Rosario, sobre la autopista de esa ciudad a Córdoba, se anuncia que sobre 260 Has se lotearán 132 terrenos, con cerca de 30 mil metros cuadrado de hangares para que sus residentes puedan estacionar sus propios aviones. Lo más interesante, además de un Hotel de 5 estrellas y otros lujos imaginables, es que tendrá un aeropuerto con una pista de 2700 metros, con la capacidad operativa del Aeroparque de Buenos Aires, será un “servicio” para los negocios de sus selectos ocupantes.
En 2 años las obras estarían terminadas y empezarían las construcciones de cada propietario en este gran centro residencial y de negocios. El tiempo dirá cuáles son los “negocios” que incluirá este barrio cerrado. En una ciudad, donde la droga es el gran protagonista, son muchas las dudas que este emprendimiento genera. Por cierto que en Rosario hay mucho dinero y la expansión del negocio de la droga no le va a la zaga.
El ultraliberal Javier Milei: significado y futuro
Javier Milei –un divulgador económico que pasó de la televisión a la política- es la gran novedad de este proceso electoral parlamentario del 14 de noviembre. Con su agresivo lenguaje y su cabellera –cuidadosamente- despeinada se ha constituido en la referencia de importantes franjas de votantes juveniles. Es un fenómeno que se candidatea para legislador por la Capital Federal, pero que también impacta de un modo semejante en juventudes de otros grandes centros urbanos del interior.
Sus principales banderas son: libertad, antiestado y antipolítica. Ellas son una respuesta al hartazgo de gran parte de la sociedad y de una juventud que no encuentra caminos para creer en el futuro que le ofrecen.
Ante la debilidad de los sectores populares para ofrecer alternativas reales de transformación social, el sistema da una salida a este hastío profundizando sus peores perspectivas. Frente a la crisis de este Estado incapaz, no plantea un nuevo tipo de Estado bajo control popular, sino que pretende inutilizarlo para que la economía concentrada ocupe su lugar.
Ante una política, donde todo se concentra en la papeleta que se pone en las urnas no propone una forma de mayor participación organizada, sino subordinando la política a la libertad del poder económico.
Por último la libertad que promueve es la de un individualismo exacerbado para –entre otras cuestiones- oponerse a la vacunación contra la Covid, negar el cambio climático, los avances de la igualdad de género y defender a los genocidas de la última dictadura.
Ese pensamiento, en extremo liberal, esconde las políticas más conservadoras y recalcitrantes, más allá que después renguea cuando se plantea negociar con todos los países, sosteniendo que no corresponde hacerlo con China.
Milei es la punta de lanza de un nuevo modelo mundial que tiene como protagonista casi exclusivo, reivindicando un individualismo antisocial, a los grupos económicos más concentrados por encima de las organizaciones del pueblo y cualquier forma de instrumentación estatal que se le oponga a ese capital avasallante.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)