Sobre los pueblos suicidas

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Jesús A. Rondón|

En Venezuela existe un debate social, en el que quienes se oponen al gobierno bolivariano sostienen, que los que votaron por Maduro el veinte de mayo no tienen derecho a quejarse de nada, “porque votaron por eso”. Así que los chavistas deben quedarse calladitos cuando se va la luz por más de doce horas, cuando no hay transportes públicos, cuando los precios de la carne y otros alimentos se acercan a las nubes, entre otras situaciones que experimentamos los que vivimos del trabajo; “¡Usted voto por eso!” se remata. En función de este debate son necesarias algunas reflexiones que se expondrán a continuación.

El 20 de mayo de este año 9.132.655 de venezolanos y venezolanas ejercieron el derecho al voto y de ellos 6.190.612 consideraron que Nicolás Maduro debía continuar como presidente de esta República. Quienes a ejercieron el derecho al voto y quienes no, lo hicieron bajo un razonamiento político que se convierte en objeto de análisis socio-político, en particular los primeros son objetos de posturas inquisitorias, hasta el punto de la estigmatización.  Los votantes no participaron en el acto electoral para que se profundizara la crisis, lo hicieron considerando que las opciones expuestas eran portadoras de un relato sobre el futuro y optaron.

El relato que se impuso mediante el escrutinio está vinculado al “socialismo bolivariano” promovido por Chávez y ahora liderado por Nicolas Maduro.  Quienes no participaron también optaron, eligieron no manifestarse en las urnas y enviaron un mensaje: sus expectativas no estaban reflejadas en los relatos en contienda. En estas elecciones hubo una abstención inédita en la experiencia electoral venezolana, pero muy similar a la de otras naciones de nuestra América donde la participación en los comicios electorales es baja comparativamente.

El relato de quienes se oponen al gobierno bolivariano esta movilizado a importantes sectores de la población en campos diferentes al electoral, donde podemos observar acciones de la dirigencia de Partido Socialista Unido de Venezuela para colocarle obstáculos en el sistema electoral, judicial y además de uso de recursos estatales para obtener ventajas. En las elecciones el relato opositor a la revolución bolivariana, arrastra cuando la cuestiona, pero no cuando dibujar una alternativa a ella.

Esta descripción de lo acontecido en Venezuela también la observamos en otros países de América Latina en este 2018. En Brasil, donde el electorado ha votado a Bolsonaro, en México ha ganado Obrador.  ¿Qué han hecho posible esos triunfos? Son determinantes los relatos que se proponen desde la sociedad política, en el caso Brasil se votó por un relato metafísico, que resalto el orden y lucha contra la corrupción y en el caso de México después de décadas se votó por un relato que incorpora la renovación de la clase política.

En este momento conviene asumir la lectura de los vencidos, quienes se pueden preguntar ¿En Venezuela, Brasil y México sus pueblos han votado por la tragedia?. Se puede responder de plano que no, optaron por un relato que les trasmitió esperanza, y esta tiene un significado diferenciado. Afirmar lo contrario equivaldría a afirmar que hay pueblos suicidas, que votan a la desgracia.Resultado de imagen para amlo y maduro

Los relatos son expresiones de intereses sociales, aunque nos siempre quienes los impulsan representen los intereses del electorado. Veamos el caso se Bolsonaro, su relato coincide con los intereses del electorado que lo eligió, pero su equipo representa otros intereses. Estos que logran la dirección de gobierno deben probar en el terreno sus capacidades reales de desempeño, en función de los intereses que representan.

Tal es la importancia del relato en el campo político, que en las campañas existe un nuevo campo de acción:  las redes sociales. Es este campo se trabaja en la adecuación del relato y hasta de múltiples relatos a las características particulares del electorado. Un ejemplo de esta disputa la pudimos observar en la campaña electoral de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, donde no se observó escrúpulos a la hora de operar y para ellos las técnicas de la antiquísima mentira son claves, ahora se llama noticias falsas (Fake news).

Ganar las elecciones es el solo una etapa, pues una vez que un relato se sobreponga sobre los otros no significa que se haga realidad, se requiere que este se concrete legislativa e institucionalmente, además de contar una convalidación social. En esta fase el relato va a hacer afectado por la oposición desplazada (y sus aliados nacionales, hemisféricos y mundiales) en las elecciones, pero que no está extinta.

Se van evidenciando las deficiencias en los equipos que son responsables de hacer posible el relato y se pone a ponen a prueba la fidelidad de los distintos sujetos que lo apoyaron. El relato se desgasta o se potencia. En el caso nuestro, el proyecto bolivariano ha sido objeto de agresiones atípicas y han logrado degradar el relato socialista, hasta el punto de que sectores de la población anhelan el capitalismo más salvaje como frente a la precariedad inducida. Por otro lado, a lo interno de la revolución bolivariana se vienen cometiendo errores que comprometen la viabilidad del relato.

El pueblo, expresado en un electorado siempre estará bajo el escrutinio de los actores de la sociedad política, la cual siempre estará buscando la forma de construir un relato que movilice a la mayor parte y le sea fiel en el mayor tiempo posible.

Estas reflexiones se enmarcan dentro de una concepción de democracia ritual, es decir liberal burguesa, donde el derecho al voto es el acto fundamental.  Un enfoque restringido que nunca beneficiara a quienes vivimos de trabajo, porque busca excluir o subordinar la participación organizada en la política y desde los intereses de la clase trabajadora. Un enfoque donde la resignación se expresa en la queja y la espera de un milagro. Un enfoque que se creía superado en Venezuela, con la declaración de una modelo de democracia participativa y protagónica.

*Sociólogo