Macri en un callejón sin salida
Horacio Rovelli
La nueva alianza de derecha que sostiene al gobierno de Cambiemos en Argentina, con el monitoreo del FMI, es más selectiva y más reaccionaria que todas las anteriores, incluso que la del modelo agroexportador, porque tenía una base de sustento en una importante producción agropecuaria.
Ahora en cambio, a los grandes capitales internacionales en general —y los estadounidenses en particular— les interesa que la Argentina sea un mero productor de materias primas (minerales de todo tipo incluido el litio, combustibles, agua, etc.) y de alimentos (dada la expansión de la población mundial) y, a lo sumo, algún tipo de industrialización en productos de segundo y tercer orden en la economía mundial actual, de bajo nivel tecnológico y por ende de demanda de insuficientes horas de trabajo y de baja capacitación en general, sabiendo que afuera del país existe mucho más capital, mejor y mayor tecnología, mayor economía de escala, amplia experiencia y bases fundadas en el mercado internacional.
Hasta el cruel y sanguinario modelo impuesto por la dictadura cívico-militar dejaba algún segmento para la producción nacional, aunque esos grupos locales destruyeron a la competencia y a las pequeñas y medianas empresas, traspasaron sus deudas al pueblo argentino e hicieron de la evasión impositiva y fuga de capitales su doble vida.
El mecanismo que utilizan para ejecutar el plan es el mismo, acrecentamiento exponencial de la deuda y confiscación del capital por altas tasas de interés. Esa combinación genera efectos devastadores (como lo fueron el crédito de la Baring Brothers y la deuda de la dictadura militar en su momento) y lo demuestran los últimos indicadores del INDEC [1] de desindustrialización del país y descenso de la construcción.
Según el Estimador Mensual Industrial del INDEC (EMI), en septiembre de 2018 se contrajo la industria en un 11,5% interanual. Este es el peor de los últimos 16 años. Hay que retrotraerse a 2002 para encontrar un descenso industrial como el de septiembre de 2018.
Desde fines de 2015 hasta septiembre de 2018, se perdieron casi 100.000 empleos industriales por innumerables planes de retiro y reducción de personal, suspensiones y cierres. El descenso de la producción y la expulsión de trabajadores fueron terminales en textiles (según el INDEC en un año cayó un 24,6%), pero también en la producción de alimentos, petróleo, papel y cartón, productos químicos, automóviles (se redujo 15,7% en un año, siempre según el INDEC) y, sólo el rubro metálicos básicos, acero y aluminio, donde están el grupo Techint, Acindar y Aluar, se mantuvo a flote, pero eso no quita que Acindar, haya tenido que cerrar su planta en Rosario donde producía placa de aceros, por falta de demanda. Hace cuatro años esa planta trabajaba en tres turnos de ocho horas.
Entre los datos más preocupantes de esa estadística oficial está el que sostiene que el 60,7% de las empresas encuestadas anticipa una baja de la demanda interna para el cuarto trimestre del año y el 64,3% no tiene previsto tomar más empleados, como tampoco asegura continuar con la misma dotación de personal
La industria automotriz, que es importantísima para una sociedad por el efecto multiplicador que tiene sobre otras industrias (acero, electrónica, caucho, vidrio, plásticos, etc.) y por la innovación tecnológica a que está obligada, desciende sideralmente en la Argentina de 2018 por una merma en las ventas internas de vehículos nacionales y la fuerte desaceleración de las exportaciones. Según la Asociación de Fabricantes de Automóviles (ADEFA), en octubre de 2018, la producción volvió a retroceder un 12% interanual, ya que las ventas cayeron casi el 40% y va el quinto mes consecutivo con patentamientos en rojo. Los planes de ahorro, ante las tasas de interés vigente, también caen en picada. La mayoría de las plantas tienen preparado un cronograma de suspensiones y se espera que la situación desmejore más aún.
Fiat ofreció a sus trabajadores retiros voluntarios y cerró su planta de Córdoba cuatro días en septiembre. Entre el 1° de octubre y el 20 de diciembre cierra los lunes y viernes y sólo trabaja tres días a la semana. Ford cerró el área de producción durante casi 10 días entre fines de septiembre y principios de octubre y desde el 23 de octubre cierra hasta el 21 de enero de 2019. General Motors cerró su planta entre el 17 de septiembre y el 15 de octubre. Renault cerró unos cuatro días en septiembre. Y todas las automotrices adelantan las vacaciones, sin saber con qué mercado se encontrarán el año entrante.
En septiembre de 2018, el indicador sintético de la actividad de la construcción (ISAC) registró una baja de 4,2% respecto a igual mes del año anterior. Siempre con respecto a septiembre de 2017, desciende el consumo de cales en un 13,8%, el 10,6% en cemento portland, el 9,4% en ladrillos huecos, el 7,4% en pinturas para construcción, el 5,4% en pisos y revestimientos cerámicos, el 4,7% en hormigón elaborado, el 3,8% en mosaicos graníticos y calcáreos, el 3,5% en artículos sanitarios de cerámica, el 1,9% en asfalto, el 1,1% en placas de yeso y el 1,0% en hierro redondo y aceros para la construcción, lo que corrobora el freno en la actividad en general y de la obra pública en particular.
También son desfavorables las expectativas sobre el nivel de actividad esperado para el período octubre-diciembre 2018 y para 2019 entre las grandes empresas de la construcción, realicen obras privadas o públicas. El 48,8% de las empresas que realizan obras privadas prevé que el nivel de actividad del sector disminuirá durante los próximos tres meses y en 2019, debido a la caída de la actividad económica (27,6%), a la inestabilidad de los precios (24,4%), a los atrasos en la cadena de pagos (14,3%) y a las altas tasas de interés, entre otras causas. Entre las empresas dedicadas a la obra pública, las previsiones son aún peores: 69,1% opinó que el nivel de la actividad disminuirá durante el período octubre-diciembre 2018, por las mismas razones. Los principales empresarios del rubro coinciden que en el último trimestre del año y el primero del próximo, se perderán entre 50.000 y 60.000 puestos de trabajo, en función de la caída que ya se verifica en proyectos privados y en obras públicas.
La burocracia sindical
Tamaño deterioro del nivel de actividad y pérdida de puestos de trabajo (que no se recuperan de un día para otro, así como el cierre de plantas y establecimientos, que significan conocimientos perdidos, roturas en la cadena de valor y destrucción de producción), es posible ante el silencio cómplice de la burocracia sindical que a cambio de mantener sus privilegios y del temor a que sus residencias aparezcan en las primeras planas de un gran diario o en televisión, han guardado silencio ante el despojo y ahora, tienen el tupé de decir que han conseguido la limosna de un bono de $ 5.000, que sería compensatorio y no remunerativo, pagadero en dos cuotas, entre noviembre y febrero.
Los dos Secretarios Generales de la CGT, Héctor Daer de Sanidad y Carlos Acuña del Sindicato de Obreros y Empleados de Estaciones de Servicios (SOESGyPE), más Rodolfo Daer de Alimentación, Andrés Rodríguez de UPCN, José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Armando Cavalieri (Comercio), Omar Maturano (La Fraternidad), Oscar Mangone (Seguros), Amadeo Genta (empleado púbicos de la ciudad de Buenos Aires), Jorge Pronzatti por UOCRA, el gastronómico Argentino Geneiro y el panadero Abel Frutos, entre otros, fueron los que se prestaron a la reunión con el ministro de producción Dante Sica y con los representantes de la UIA encabezados por Miguel Acevedo, en lo que denominaron “Mesa del Dialogo”, que tiene el claro objetivo de evitar un paro general que demuestre la palpable indignación de los trabajadores contra el modelo macrista.
Manuel De Battista, médico cirujano en el hospital Rossi de la ciudad de La Plata le escribió una carta abierta este año a Maurizio Macri, donde habla de la crisis de la salud pública: “No es algo descabellado pensar que este gobierno quiera avanzar en que la salud como la conocemos deje de existir y pase a ser a través de un plan de cobertura”, concluye. Paralelamente los más de 260.000 trabajadores de clínicas y sanatorios saben del negocio y las enormes ganancias que hacen los dueños pero ellos están entre los peor pagos y soportan condiciones laborales de riesgo jamás ponderado por Carlos West Ocampo y Héctor Daer, que se extiende a los operarios y empleados de las droguerías donde se han remarcado los precios al compás de la depreciación de nuestra moneda mientras los magros salarios se ajustan a menos de la mitad de esa depreciación.
Desde que asumió Macri cerraron 3.000 estaciones de servicio. El rol del sindicato que encabeza Carlos Acuña fue negociar los despidos y el cierre con un porcentaje de la indemnización a los trabajadores, con lo que garantizó cerrar la fuente de trabajo y que decenas de familias se quedaran sin sustento, además de jamás emprender una medida para mejorar las condiciones laborales en estaciones de servicios y garages.
Desocupación y fuga
Paralelamente se registran las mayores cifras de fuga de capitales. En efecto, la Formación de Activos Externos de residentes argentinos en el exterior (FAE) suman en los primeros nueve meses de 2018, 24.795 millones de dólares, cifra que supera el total de la fuga de 2017 (22.148 millones) y de 2016 (9.951 millones), totalizando 56.894 millones de dólares desde el 1° de enero de 2016 al 30 de septiembre de 2018.
La combinación de una recesión extendida y elevadas tasas de interés pone techo a las paritarias genera el aumento en el desempleo, ya que las tres cuartas partes de nuestra producción y trabajo están destinadas al mercado interno que es mano de obra intensivo por definición. Los sectores de la industria y del agro que pueden importar y exportar, recomponen rentabilidad debido al menor salario en dólares.[2] Sin embargo, el efecto sobre el empleo agregado de estos sectores es muy menor con respecto a los ligados al mercado interno.
Si a la recesión, la caída del poder adquisitivo de los salarios, las altas tasas de interés, la política fiscal contractiva, le sumamos al menos un escenario electoral incierto, eso explica que se espere un descenso aún mayor en la inversión bruta fija y, lo que más temen el gobierno de Cambiemos y el FMI, bajo roll over (cambio de la deuda vieja por deuda nueva) con lo que peligra todo el plan de endeudamiento.
“Sin Industria no hay Nación” afirmaba Carlos Pellegrini a fines del siglo XIX. Hoy en pleno siglo XXI se desindustrializa lo que hemos conseguido en el altar del pago de la deuda y sin futuro alguno. El Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el Presidente del BCRA, Guido Sandleris, viajan a los grandes centros financieros del mundo y se reúnen con los bancos y financistas internacionales, principales tenedores de títulos de deuda argentina y no pueden responder a las dos preguntas finales de siempre: ¿quien sucederá a Macri en el gobierno y, quién garantiza que no se haga una reestructuración de la deuda con quita de capitales y fijación unilateral de plazos, tasas de interés y demás condiciones como hizo Néstor Kirchner en su gestión?
La fortaleza de esta nueva derecha es nuestra debilidad, dado que pueden impulsar lo que los une: devaluar nuestra moneda, endeudar al Estado, sacar capitales del país, aumentar las tarifas y los precios, ajustar el gasto público, impulsar la extracción a cualquier costo de minerales y combustible, etc. Lo podrán imponer mientras persista el engaño, mientras la deuda externa financie ese proceso, pero tiene límites. Tales negocios son rentabilidad exacerbada para ellos, pero atentan contra el empleo y la calidad de vida de nuestro pueblo, que lamentablemente más tarde que temprano percibirá el error de dejarle la administración del gobierno a estos hijos de la dictadura y CEOs de empresas y bancos locales e internacionales.
Ni la colaboración de la burocracia sindical, de los grandes medios, de la Justicia, etc. podrá ocultar por mucho más tiempo el grado de destrucción de valor y de empleo que genera el modelo macrista, con lo que están conduciendo a un callejón sin salida.
El camino es el inverso, se debe suspender el pago de la deuda en forma inmediata y generalizada, reestructurarla, aumentar por decreto salarios, jubilaciones y pensiones, controlar los precios, desdolarizar las tarifas, perseguir la evasión y la usura, como se puso en marcha el 25 de mayo del 2003 para fortalecer el mercado interno. Esta vez, tenemos el gran limitante de que con Bolsonaro y Trump no podremos realizar una industria a escala regional con Brasil en el Mercosur y vendiendo a China para poder importar lo necesario.
Pero debemos y tenemos la obligación de ver la forma de ser un país soberano e independiente, “con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”, y que el actual gobierno sólo piensa en deportar.
Notas
1] INDEC Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina que es el organismo que unifica y ejerce todas las actividades estadísticas oficiales.
2] Se paga en pesos, pero convertido en dólares si el dólar sube el salario medido en esa moneda es menor. En el caso de los exportadores le dan más pesos por cada dólar que obtienen del exterior. Y en el caso de los importadores, los grandes están suficientemente stockeados con insumos y productos importados (es como ahorra en dólares) y lo venden ahora al precio nuevo de la depreciación.