José Vicente: El golpe enmascarado/ Escalona: ¡Soluciones ya!

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El golpe enmascarado

José Vicente Rangel|
1No hay que llamarse a engaño ni dejarse confundir. A la oposición que existe en Venezuela, antidemocrática y primitiva, no le interesa para nada que haya o no elecciones. Esa oposición, conformada por los restos de aquellos factores que en el pasado dominaron el escenario de la política durante más de 40 años, asumió la institución del sufragio porque ésta le permitió controlar el país con una alternancia engañosa. Pero una vez que fue desalojada del poder, a partir de la derrota que le propinó Hugo Chávez en los comicios del año 1.998, optó por una valoración distinta. Relativizó la importancia del voto.

Lo utilizó para enmascarar sus verdaderos propósitos, que en la nueva etapa política e institucional que comenzaba a vivir Venezuela –la Quinta República–, consistió en emplear el sufragio como el mecanismo que le permitía encubrir sus reales objetivos: el atajo golpista, la violencia sistemática en las calles y las acciones terroristas. Todo ello combinado con una bien planificada actividad en el extranjero destinada a socavar a las instituciones hasta su desplome final.Resultado de imagen para golpe enmascarado

2.- En esta estrategia jugó un papel determinante la demolición del Consejo Nacional Electoral. Había que desacreditarlo como institución, así como a sus directivos. Había que sembrar la duda acerca de su imparcialidad, tarea que se cumplió a través de una campaña de infamias. Pero había otra tarea que cumplir: desmontar el efecto que generaba la capacidad demostrada por el chavismo para imponerse en los procesos electorales que se planteaban. La fórmula adoptada consistió en la utilización indiscriminada de que cada derrota electoral de la oposición provenía, no de su debilidad intrínseca, de su incapacidad para competir, sino del fraude que supuestamente consumaba la maquinaria chavista y del ventajismo proveniente de un inmoral ejercicio del gobierno. Tales denuncias, por carecer de asidero en la realidad, no calaron en el país, lo cual determinó mayor descrédito para la oposición.

3.- En tales circunstancias, con la conjunción de factores internos e internacionales; con un acoso mediático brutal y la guerra económica que seguía actuando con impunidad –pese a los esfuerzos del gobierno por combatirla–, Venezuela arribó al domingo 20 de mayo con un clima de tensiones, de chantajes y amenazas abiertas o veladas sobre actos de violencia y sanciones del gobierno de EE.UU. que decidió quitarse la careta y aceptar que dirigía, directamente, la conjura. Para ese momento se evidenció que el enfrentamiento ya no era entre chavismo y gobierno de Maduro, por un lado y, por otro, la oposición, sino entre el chavismo y Maduro con el poderoso huésped de la Casa Blanca, Mr. Trump y sus halcones.

La oposición, que había enarbolado la bandera de elecciones sin quererlas de veras, tuvo dos derrotas simultáneamente: una, la de quienes apostaron a la abstención, y, otra, la de los que participaron. Los primeros terminaron exaltando una abstención que, aún es importante, no fue lo que la oposición esperaba para deslegitimar la victoria de Maduro; los segundos obtuvieron un escuálido resultado de inmediato transformado en frustración. Dígase lo que se quiera decir, el triunfador del 20/M fue Nicolás Maduro. Lo demás es cuento. Lograr más de 6 millones de votos duros, resteados, del pueblo consecuente, en medio de terribles penurias, es una hazaña cívica y democrática. Es la ratificación de un mandato y un liderazgo.

4.- A partir de ahora, la mayor responsabilidad recae sobre los vencedores, ya que los derrotados quedan en un limbo, sin política, sin conducción, rumiando la decepción y maldiciendo el momento en que decidieron abstenerse. Un poco lo que explicaba con asombro, en una entrevista de televisión, Claudio Fermín, jefe de campaña de Henry Falcón: la razón por la cual si un 80% –según las encuestas, la opinión de los dirigentes de oposición y la mediática mundial– estaba en contra de Maduro, el resultado de la votación no lo reflejaba, y de haber sido cierto el pronóstico, la oposición perdió la gran oportunidad de cambiar al presidente. Pero repito, a partir de este momento, la responsabilidad de atender las urgentes necesidades del país, y en particular las del votante chavista recae, inequívocamente, sobre el gobierno, sobre el presidente ratificado. 

Con el inmenso poder que éste tiene en sus manos, derivado de la voluntad popular, no hay excusa para incumplir. Las de carácter macro como las menudas. Las cotidianas, las que tienen que ver directamente con las necesidades más apremiantes de la gente de a pie, de los ciudadanos comunes y corrientes. Por ejemplo, es la hora de aplastar la infame guerra económica y de corregir errores y perversiones burocráticas. Es la hora de un cambio verdadero dentro del cambio. De una revolución dentro de la revolución. Que así sea. Porque fallar a partir de ahora.

Para la oposición el golpe era el objetivo. Como siempre lo ha sido. Por eso nunca reconoció un resultado electoral que favoreciera al chavismo. Por eso ha sostenido de manera reiterada que las victorias del chavismo son producto del fraude, acusación que en el fondo constituye un ataque al Consejo Nacional Electoral. Todo cuanto rodeo la elección del 20/M, las declaraciones de los dirigentes de la oposición, sus giras por el exterior, los ataques despiadados del gobierno de los Estados Unidos, tenían por finalidad la creación de un ambiente que facilitara un golpe apoyado por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana…

Pero todo falló por el comportamiento cívico del pueblo; la lealtad de la FANB; los 6 millones y pico de votos de Maduro; el descrédito de la abstención, y el fracaso del intento de captar oficiales para la aventura golpista. Todos estos factores fueron determinantes en el desenlace de los acontecimientote ese día y explican la victoria de Maduro y la derrota de sus adversarios…

Fue eso lo que sacó de quicio al presidente Trump, la tarde del 20/M, que lo hizo incurrir en la histérica declaración contra el gobierno venezolano y a repetir sanciones bufas. Según se comenta en fuentes de Washington, el huésped de la Casa Blanca solicitó con urgencia un informe a su Encargado de Negocios en Caracas, Todd Robinson sobre la posibilidad de movilizar el dispositivo militar en el cual trabajaban los servicios de inteligencia de EE.UU. Pero la respuesta lo desquició: los pocos militares captados para encabezar un golpe contra el resultado electoral habían sido detenidos por los organismos de seguridad del Estado venezolano…

La respuesta al inefable presidente gringo tenía que producirse, y Maduro escogió el momento y el lugar apropiados para hacerlo: al recibir el acta de proclamación y en la sede del CNE. La decisión de expulsar a Robinson y a su segundo, un agente de la CIA, se corresponde con el seguimiento que se le hacia a los diplomáticos desde hace meses, dada la imprudencia con que actuaban…

Si algo demostró Henry Falcón es que carece de una visión estratégica de la política. Acierta, a veces, en lo micro, pero no en lo macro. Lo demostró cuando, ante la derrota, reaccionó con increíble torpeza. Con una declaración descalificando el proceso electoral en que participaba y sin que el CNE hubiera difundido resultados, dándole así la razón a quienes lo habían agredido desde el sector que se abstuvo. Sin duda que Falcón perdió la oportunidad de convertirse en un líder serio de la oposición, adoptando una posición responsable con sus electores y con el país. En otras palabras, un interlocutor confiable.

¡Soluciones ya!

Julio Escalona| El presidente Maduro ha planteado que lo estamos haciendo mal y hay que comenzar de nuevo. Más de 6 millones de venezolanos consideran que él debe seguir gobernando. También se han electo gobernadores, alcaldes… Para comenzar de nuevo, falta cambiar el Consejo de Ministros. Esas figuras que tienen 18 años de un lugar a otro, deben salir.

El presidente ha propuesto un diálogo con todos los sectores. De acuerdo. El pueblo chavista se ha ganado el derecho a tener un lugar preferencial, que el presidente ha reconocido. Falta que las organizaciones populares tomen iniciativas y se proponga un programa para los primeros 100 días de gobierno.

Los diarios incrementos especulativos de precios contra la población no tienen relación con los costos. Debe adoptarse el bolívar oro, planteado por P. Curzio y de esa manera se bloquee el dólar criminal como relación bolívar-dólar y quien lo utilice sea penalizado severamente.

Para iniciar negociaciones con los grandes empresarios se decreta una reducción vertical de precios, como punto de partida, lo que debe comprimirlos hacía abajo. Ellos han multiplicado ganancias durante años sin control y aprovechado que reciben productos a dólar preferencial. Después de soportar hambre, colas, abusos, el 20-M, el pueblo ha pedido al presidente que no permita más maltratos y sacrificios.

¿Los empresarios decretan la escasez, intensifican el contrabando? Esos son delitos y más les conviene negociar. ¿Que Colombia agudiza la agresión? Lo está haciendo y lo va a hacer. Es mejor con un pueblo moralizado, unido al gobierno y no apaleado y desesperanzado por las agresiones de Santos. Esto supone el incremento del precio de la gasolina.

La gente no puede seguir movilizándose a pie. En el metro, los niños, las mujeres embarazadas, las y los de la tercera edad son golpeados… Hay que desplazar los transportes públicos para atender el transporte superficial mientras se toman medidas que ningún ministro se ha atrevido.

Con la salud y las medicinas hay que recordar, que, en el Chile de Allende, él encontraba tiempo para atender pacientes en los hospitales.

Estamos en guerra y Trump no nos dará paz. A menos que, combinando diplomacia y resistencia, dialogando y con el mazo dando, salgamos adelante. Será duro, pero si resistimos crecerá la solidaridad. No seremos destruidos como nación.