Argentina, ¿y ahora qué?/ La Argentina de Macri tocó fondo

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Juan Guahán-Question latinoamérica|

Está pasando lo que se veía venir: la recuperación de la economía yanqui, más la bronca de los de abajo terminó incentivando el miedo de los que mandan. Dominados por el susto fueron a pedir auxilio al FMI. Ahora sí veremos la peor cara de este gobierno y aunque no nos guste chocaremos con la realidad que tenemos.

Alguna vez le escuché decir a un veterano periodista que nunca se puede titular una nota con una pregunta. Decía que el lector busca explicaciones que lo ayuden a descifrar los diarios interrogantes que rodean la vida de cada uno de nosotros. Sin embargo hoy es imposible sustraerse a la pregunta que compartimos con la mayor parte de nuestros compatriotas: ¿y ahora?

El problema está a la vista de todos. Nadie, pero nadie, puede esquivarlo. Aparece por los cuatro costados. Por si quedaba alguna presunción que ello solo interesaba a economistas o políticos, ahora vemos que el drama va asomando en las más diversas cuestiones de la vida cotidiana. Como si fuera poco, viene vestido con el pedido de “ayuda” al FMI, esa nefasta entidad identificada con lo peor del actual mundo capitalista. Con lo cual por fin tendremos “una división de poderes”, esta es más real que la que hoy conocemos y será entre el FMI que dará las órdenes y el gobierno que deberá cumplirlas.

De la mano de las “condicionalidades” que acompañarán al Stand By del FMI se crearán las circunstancias para que, en un futuro más o menos inmediato, florezca el fenómeno de la estanflación. La inflación con estancamiento parece ser una consecuencia irremediable de lo que ahora están discutiendo con el FMI.

El martes próximo hay vencimientos de las LEBAC por 674 mil millones de pesos (aproximadamente 30 mil millones de dólares, que habría que refinanciar), será jornadas claves para ver si estos acuerdos pueden atravesar esa fecha. Según el JP Morgan hay temores que, por ese motivo, haya “desórdenes en el peso”. Las tasas de interés que se pacten en las renovaciones dará una idea del futuro.

Podemos decir que hasta hace algunas semanas, el sistema mediático y político parecía atravesado por una “grieta” que partía en dos a la sociedad. Por un lado los que estaban seguros que todo iba bien o se podía enderezar porque estábamos gobernados por gente capaz, reconocida por los grandes dirigentes mundiales. Por el otro los que desde hace dos años están seguros que “todo está mal” y lo que todavía no lo está, ya lo va a estar.

Desde las dos orillas de este modo de pensar estaban seguros de lo que pensaban y querían. Hoy, quienes pensaban lo primero solo tienen una certeza: no saben dónde están parados. Ven que el “equipo de primera” del gobierno resultó ser un rejunte de chiquilines caprichosos, engreídos y asustadizos, que buscan el apoyo cómplice del hermano mayor que está al costado de la cancha. Entre otras “burradas” se abre al mundo en momentos que la principal economía promueve un creciente proteccionismo.

Los otros, los que estaban más cerca de lo cierto con aquello del “todo está mal”, mientras se regocijan porque consideran que el tiempo les está dando la razón, tienen otra preocupación. ¿Qué va a pasar? Porqué el gobierno puede perder las elecciones e incluso irse antes de tiempo. Muchos de ellos saben, en su fuero íntimo, que les cabe una cuota de responsabilidad por lo que está ocurriendo. Lo que no saben es cómo afrontar lo que se viene si de nuevo les toca gobernar. Sobre todo ahora que los propagandistas del sistema dominante nos han convencido que las “inversiones extranjeras” son nuestra salvación. Por eso cuando la economía norteamericana absorbe recursos a nosotros se nos complica la existencia.

Ese es uno de los dramas de este –nuestro- país, con una economía donde los bienes comunes o recursos naturales son la clave de nuestra integración al mundo. Quienes nos gobiernan en los tiempos de crisis, generalmente de precios internacionales bajos, ahondan el drama de la dependencia y el endeudamiento. En los tiempos de “vacas gordas”, cuando suben los precios de nuestros commodities y solemos tener gobiernos medio progresistas, distribuyen –con poco criterio de futuro- esas riquezas.

Cuando vuelven a bajar esos precios internacionales reaparece la crisis y empieza de nuevo el mismo círculo vicioso.

Luis Caputo y Mauricio Macri

Unos y otros no logran desplegar alternativas distintas a este modelo agro-exportador que, con la excepción del históricamente corto período del primer peronismo, nos impusiera la generación del 80´ y hasta hoy rige nuestro sistema económico. Incapaces de desarrollar un modelo distinto, centrado en nosotros mismos, dependemos de las variaciones de los precios internacionales. Nuestra cultura clase mediera, queriendo imitar a los poderosos, hace que nos creamos más de lo que somos y nos impulsa a consumir más de lo que producimos y el endeudamiento es cada día mayor, claro está, que lo hace a expensas de los sectores más humildes y para beneficio de los de arriba. Por eso la pobreza estructural crece con gobiernos de diferente signo político-ideológico y 35 años de esta democracia exponen el doble de la pobreza que nos dejó la genocida dictadura militar en 1983.

Esa es la realidad de lo que somos. No sería malo que esta crisis actual nos ayude a mirarnos un poco más al espejo de lo que somos en verdad. Es posible que, de esa manera, superemos a las concepciones clase medieras –alcahuetas del poder oligárquico- que son las que proveen de funcionarios a los diferentes gobiernos. Su principio es mirar hacia arriba y afuera, en lugar de hacerlo hacia adentro y abajo.

Es bueno tener presente que Macri ¡ya fue! Más allá del día exacto que deje su gobierno. Ya es tiempo de preguntarnos por el futuro, por eso reiteramos ¿Y ahora? Ese seguirá siendo el tema del futuro.

Oposición unida, Derrota en el Parlamento y la justicia

Tal como se esperaba el oficialismo fue derrotado en el parlamento (133 a 94) en el debate sobre las tarifas. La oposición unida se opuso a su política sobre el tema y votó que las tarifas se retrotraigan al valor que tenían al 1° de noviembre de 2017 y desde allí se les aplique una suba igual a la inflación. Esta norma aprobada en diputados, es muy probable que corra la misma suerte en el Senado. Desde el oficialismo ya han anunciado el veto presidencial a esta disposición, lo que será una nueva derrota política del gobierno.

De esta manera, el gobierno suma al deterioro de la imagen que profundizó el acuerdo con el FMI esta nueva decisión. Todo ello en un camino donde el 2019 se pone cuesta arriba y las perspectivas de “aprovechar” el impulso del Mundial de Fútbol parecen cada vez más distantes.

Mientras el gobierno navega en estas turbulentas aguas ocurren otras cuestiones que pueden ser casuales o no. Se trata de lo que pasa en la Justicia Federal. Es sabido el interés de los diferentes gobiernos por tener un correlato de jueces amigos. Eso es particularmente importante cuando se habla de la Justicia Federal, lugar en el que caen las causas más importantes para los diferentes gobiernos. Particularmente a los gobiernos le interesan los jueces de Comodoro Py que tienen jurisdicción sobre la mayoría de los actos de gobierno.

Esta intervención gubernamental se hace bajo el impulso de dos intereses. Para que los “ayuden a gobernar”, mientras ocupan ese rol y que les “cubra las espaldas” en las horas del ocaso.

El macrismo ya logró deshacerse de jueces claves: Eduardo Freiler, Jorge Ballestero y Eduardo Farah. Ahora tiene en la mira a Ariel Lijo, Rodolfo Canicoba Corral y María Servini de Cubría, a la cual –llamativamente– salió a defender la propia Elisa “Lilita” Carrió para evitar que la jubilen.

En el marco actual, donde las perspectivas de continuidad macrista son difíciles de predecir, es probable que esta tendencia se fortalezca. Las principales figuras del macrismo tienen problemas en la Justicia, aún siendo gobierno. Es de imaginarse cómo se multiplicarán esas causas si se los empuja al llano. Ya sabemos que “el miedo no es zonzo”.


La Argentina de Macri tocó fondo

Rubén Armendáriz

La corrida cambiaria siguió imparable en Argentina, con un aumento de la cotización del dólar de siete por ciento en la semana – 27% en lo que va del año y 51% desde mayo de 2017-, y el Banco Central sacrificó otros 1102 millones de dólares de las reservas internacionales para morigerar el salto.

En un clima  generalizado de tensión y angustia de la población, el presidente Mauricio Macri se reunió con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, recién llegado de Estados Unidos, donde mantuvo reuniones con autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI), de las que no se informó ni al Congreso ni a la población.

Luego se reunió con empresarios, y tras ese cónclave el ministro de Producción, Francisco Cabrera, ofreció una conferencia de prensa, en la cual aseguró que el tema del alza del dólar frente al peso argentino no se trató, porque “para nosotros no es un problema“.

Nadie informó nada desde un gobierno que aun mantiene en el secretismo las negociaciones de un Tratado de Libre Comercio entre Mersocur y la Unión Europe , pero trascendió que el FMI se inclinaría por una flotación cambiara sin injerencia oficial, en momentos en que el país registra un déficit récord de cuenta corriente.

El ministro de Finanzas, Luis Caputo –otro de los funcionarios denunciados por mantener cuentas offshore–, dijo que el acuerdo con el FMI permitirá asegurar los créditos hipotecarios y los planes sociales, lo que provocó una indignada reacción entre analistas y en las redes digitales, donde lo tildaron de mentiroso serial como el presidente y su gabinete, recordándole todas las crisis y tragedias del país bajo el control del FMI.

Las críticas por la falta de información oficial no sólo fueron de la oposición. La diputada Elisa Carrió, dirigente de la Coalición Cívica, integrante de la alianza gobernante Cambiemos, reprobó a los productores del campo, a quienes Macri suspendió el pago de impuestos sobre la exportación de soya y otros cultivos y les permitió colocar sus dólares donde quisieran, por lo que han retenido los pagos de exportaciones, especulando con el aumento del dólar y creando un fuerte déficit, al igual que las mineras trasnacionales.

Como si fuera poco, el drama viene vestido con el pedido de “ayuda” al FMI, esa nefasta entidad identificada con lo peor del actual mundo capitalista. Con lo cual por fin tendremos “una división de poderes”, ésta es más real que la que hoy conocemos y será entre el FMI que dará las órdenes y el gobierno que deberá cumplirlas, señala el analista Juan Guahán..

De la mano de las “condicionalidades” que acompañarán al stand by del FMI se crearán las circunstancias para que, en un futuro más o menos inmediato, florezca el fenómeno de la estanflación. La inflación con estancamiento parece ser una consecuencia irremediable de lo que ahora están discutiendo con el FMI.

Banco Central insolvente

Pero la atención del mercado esta puesta principalmente en el martes próximo cuando el BCRA monetaria debe convencer a inversores con 674 mil millones de pesos en Letras del Banco Central (Lebac) – unos 30 mil millones de dólares-, de renovar esta deuda y no ir a comprar dólares, en medio de expectativas de devaluación en alza cuando las reservas cerraron en 54.419 millones de dólares, con un caída –sólo el viernes- de 1903 millones y de casi 10.000 millones en lo que va del año.

Las reservas del Banco Central se dieron en garantía a la tenencia de Lebac. Ya el 12 de diciembre de 2017, la deuda por esas letras alcanzaba cifras muy superiores a las reservas. En 2018, si tomamos un dólar a 23, la deuda llegaría a 78 mil millones de dólares, es decir, superaría por lejos el monto de las reservas existentes, analizó Óscar Natalich, del Centro de Investigaciones Económicas y Sociales.

Natalich sostiene que bajo esos datos, los inversores en Lebac, -bancos, fondos buitres y empresas monopólicas-, no podrían recuperar la inversión, pues ese importe supera en 20 mil millones de dólares a las reservas existentes. O sea, no podrían transferir a sus cuevas ese monto, salvo que aparezca alguien que se lo preste al Estado. Ese alguien es el FMI, pues es un organismo que responde en gran parte al gran capital financiero.

Según el JP Morgan hay temores que, por ese motivo, haya “desórdenes en el peso”. Las tasas de interés que se pacten en las renovaciones dará una idea del futuro.

Lo que vendrá

Hasta hace algunas semanas, el sistema mediático y político parecía atravesado por una “grieta” que partía en dos a la sociedad: los que estaban seguros que todo iba bien o se podía enderezar porque el país estaba gobernado por gente capaz, reconocida por los grandes dirigentes mundiales, y los que desde hace dos años están seguros que “todo está mal” y lo que todavía no lo está, ya lo va a estar.

Hoy, quienes pensaban lo primero solo tienen una certeza: en el gobierno no saben dónde están parados. Ven que el “equipo de primera” del gobierno resultó ser un rejunte de muchachos caprichosos, engreídos y asustadizos, que buscan el apoyo cómplice del hermano mayor que está al costado de la cancha. Entre otras “burradas” se abre al mundo en momentos que la principal economía, la estadounidense. promueve un creciente proteccionismo.

Los otros, los que estaban más cerca de lo cierto con aquello del “todo está mal”, tienen otra preocupación. ¿Qué va a pasar? Porque el gobierno puede perder las elecciones e incluso irse antes de tiempo, por su cuota de responsabilidad por lo que está ocurriendo.

Lo que no saben es cómo afrontar lo que se viene si de nuevo les toca gobernar. Sobre todo ahora que los propagandistas del sistema dominante nos han convencido que las “inversiones extranjeras” son nuestra salvación. Por eso cuando la economía norteamericana absorbe recursos, a nosotros se nos complica la existencia.

 

La potencialidad de la crisis de 2018 encuentra puntos de contacto con la de 2001, cuando el pueblo exigió  “que se vayan todos” y el presidente Fernando de la Rúa fue evacuado en helicóptero. Este gobierno va como una locomotora rumbo a un paredón, como volvió a evidenciarse en otra jornada de zozobra para los argentinos, que miran absortos cómo el desgobierno de Cambiemos permite que le metan la mano en el bolsillo con total impunidad, dice Página 12.

La corrida de urgencia del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne al Fondo Monetario Internacional fue un intento desesperado por evitar un estallido. Un ajuste del gasto público de 300 mil millones de pesos en 18 meses, el aumento de la edad jubilatoria, el despido de miles de empleados públicos de la Nación y las provincias, la paralización de obras de infraestructura, el salto de la inflación a niveles del 30% como piso, llevaron al Fondo.

Súmele una suba de la desocupación que hoy alcanza los dos dígitos, el barrido de derechos básicos de los trabajadores, la desaparición de miles de pymes, la caída acelerada del poder adquisitivo del salario, el achicamiento de las jubilaciones y las asignaciones de la seguridad social, el fuerte incremento de las tasas de pobreza e indigencia.

Un nuevo documento del FMI publicado el viernes 11, ofrece un anticipo de un cuarteto de condicionalidades asociadas al préstamo stand-by que busca Argentina: reducción del déficit fiscal, mayor apertura comercial, liberalización financiera y profundización de las reformas estructurales. El informe advierte además sobre las consecuencias que podría tener una victoria de Lula da Silva, o el PT y sus aliados, en las elecciones presidenciales de octubre en Brasil. “El aumento del populismo supone riesgos para la ejecución de reformas muy necesarias en muchos países de la región”, sostiene el documento.

Pero los burócratas del FMI tampoco se jugaron por el gobierno de Macri (“el informe fue cerrado a principio de marzo y no refleja los últimos acontecimientos en Argentina”) y de hecho, advierte la “vulnerabilidad de los países que dependen del financiamiento externo cuantioso, como Argentina, a los cambios en la actitud de los inversores extranjeros”. Claro, olvida el total respaldo ofrecido por el FMI al modelo económico y las reformas del gobierno de Macri desde 2015: el proceso de liberalización cambiaria y financiera que catapultó la vulnerabilidad externa del país.

Ya es tiempo de que los argentinos se pregunten y preocupen por su futuro. ¿Y ahora qué vendrá?

* Periodista y politólogo uruguayo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)